Prólogo

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Se afirmó despreocupadamente en un paradero de buses. Con los brazos cruzados observó a las personas transitando por la vereda y a quienes ocupaban los vehículos que pasaban frente suyo. Todo parecía bastante programado. Siempre a esa hora había más tráfico y más personas deteniéndose en el mismo paradero para esperar el bus. La mayoría de las personas en Brighton se movilizaban utilizando sus propios vehículos y el metro, pero los buses eran pocas veces utilizados.

Las distancias en la ciudad eran también grandes, pero había alguien que ocasionalmente decidía caminar, sobre todo cuando el tiempo era bueno.

Se irguió cuando divisó una cabellera rubia por sobre las cabezas de las personas reunidas en el paradero. Había mucha gente rubia en Brighton pero él sabía reconocer perfectamente ese distintivo color de cabello, igual que los azules ojos y la piel blanca de la chica.

Esta visita, como muchas otras, sería corta, aunque él siempre disfrutaba albergando cada pequeño detalle de sus viajes. Cuando volvía a la isla tenía que contar todo lo que había visto pero siempre se guardaba pequeñas porciones de esos detalles para él. A su padre no le importaba saber que ella solía pasar un mechón de cabello detrás de su oreja cuando reía, sólo le interesaba saber que ella estaba bien y que nadie la estaba siguiendo.

Como tantas otras veces ella iba sola. Tenía puestos los audífonos y miraba distraídamente a su alrededor, seguramente perdida en la música. Ese día vestía una falda negra, dejando ver sus delgadas y largas piernas. Sin duda prefería cuando usaba vestidos o faldas cortas porque dejaban más a la vista. Aunque ella andaba vestida usualmente con colores neutros y oscuros los chicos con quienes se topaba en el camino volteaban a verla pero ella parecía no notarlo.

Cuando pasó el paradero esperó unos segundos antes de seguirla. Se acomodó la capucha de su polerón y dio cortos pasos alrededor del paradero. Se topó de frente con un grupo de chicas en uniforme colegial que le rieron nerviosas cuando él las esquivó a tiempo para no chocarlas. Caminó calle arriba, a una distancia de una cuadra. Su visión le permitía verla mucho más cerca que los cien metros que los separaban, solo bastaba agudizar la vista y podía ver detalles como la punta de sus cabellos ondeando por el movimiento de su caminata y cómo lo mismo sucedía con su corta falda. Agudizando el oído, esta vez, captó la música que escuchaba. Era una melodía lenta y la letra le pegaba tan bien a él en esos momentos que no pudo evitar esbozar una estúpida sonrisa.

Observando también los alrededores decidió que no había peligros. Todavía ella seguía en el anonimato y, sinceramente, esperaba que esa situación continuase. Solo en caso de una real alarma de ataque él tendría que intervenir, solo entonces ella podría enterarse de su existencia y, aun así, no podía contarle toda la verdad. Había noches en las cuales pensaba qué era mejor: seguir escondiéndose de ella o no.

La chica había girado a la derecha como él ya sabía. Siempre seguía el mismo trayecto y eso podía ser peligroso para alguien que, como él, también la estuviera siguiendo. Por suerte ella no siempre caminaba, otras veces prefería el transporte público y entonces era más difícil seguirla sin que se diera cuenta. Tenía que mantenerse muy lejos de su vista porque él sencillamente no pasaba desapercibido ante la vista de las personas. Los humanos se dejaban llevar tan fácilmente cuando veían una cara bonita.

Luego de diez minutos de seguimiento la chica se detuvo frente a una casa. Caminó intentando sacar las llaves de su mochila, lo cual le costaba siempre. Se rió bajito, entonces la chica las encontró y por fin pudo abrir la puerta principal de su casa.

Se encaminó hacia el patio, saltando la puerta de madera escondida entre unos arbustos bastante descuidados. De otro saltó llegó al marco de la ventana, donde aferró sus dedos para no dejarse caer. Se asomó por la ventana, pero ella aun no aparecía detrás de la puerta. Cuando lo hiso, lanzó la mochila sobre la cama y fue directamente a su escritorio, donde encendió la laptop. Agarró un control remoto y encendió un equipo de música sobre una repisa. No pudo más que sonreír. Descubrió que a ella le gustaba mucho la música y a él también le gustaban las bandas que ella escuchaba. Las conoció gracias a ella, gracias a ser su vigilante y protector.

La chica recibió la llamada de alguien en su celular. Cuando escuchó sus risas supo que era su mejor amiga, además que podía escucharla al agudizar el oído.

–Vale, te espero.

Dejó el celular sobre el escritorio y bajó la pantalla de la laptop. Se levantó estirando los brazos por sobre su cabeza y terminó tendida sobre la cama. Cerró los ojos mientras con el pie colgando sobre el colchón seguía el ritmo de la música.

Con esa imagen se imaginó recostado a su lado, disfrutando de la misma melodía, pero ella sabiendo de su existencia.

No, siempre era mejor que no lo supiera. Los Kachinas debían terminar con el conflicto que los seguía uniendo a los Nephilim. Cuando aquella legendaria lucha terminara él podría presentarse a Amy con un: «Hola, soy Lucas pero puedes decirme Luke». Si los hechos se adelantaban correría mucho peligro y ella, era demasiado importante para su pueblo. ¿Y para él? Bueno, él todavía no podía decirlo con certeza pero sí le preocupaba su bienestar, de eso estaba seguro.

Luego de unas horas decidió que era momento de partir. Saltó y cayó sin esfuerzo sobre el césped también descuidado. Las mujeres humanas solían dejar esa tarea a los hombres y, teniendo en cuenta que Amy contaba con un hermano que no hacía tareas domesticas y un padre ausente la mayor parte del año… bueno, era normal que su jardín estuviera abandonado.

Apenas llegó a su casa marcó un número y esperó. Al segundo toque una voz masculina respondió pero no era la de su padre.

–Papá se preguntaba a qué hora llamarías. ¿Te entretuviste con la humana? –su hermano reía del otro lado de la línea, rodeó los ojos.

–Nadie la sigue, dale esa información a pa… –evitó responder la pregunta de Ian.

–Él llegará por la mañana, recibió nueva información y tuvo que…

–¿Qué tipo de información?

–Ya saben –soltó un suspiro–. Al parecer ya saben de ella.

Sus ojos se congelaron en un punto fijo e imaginario sobre la pared. Apretó con fuerza el aparato en su mano pero se detuvo antes de destruirlo. Trató de calmar su respiración o Ian lo seguiría molestando.

–Papá dijo que esperes su llamado de mañana, él te informará sobre los pasos a seguir –agregó.

–De acuerdo –se pasó una mano por el cabello–. Tendré que vigilarla esta noche entonces, por si algún problema se presenta.

–Es buena idea, sí.

Ambos hermanos cortaron la llamada al mismo tiempo.

El momento de exponerse había llegado. Ahora que los Nephilim sabían de la existencia de ellos dos no tardarían en atacar, el primer ataque de quién sabe cuántos.

***

Empieza la 2da parte, al fin. Aviso que publicaré todos los domingos y el primer capítulo estará para el 19 de mayo. Para quienes leen en fanfic.es también, les comento que no subiré la 2da parte en esa pagina ya que no me acomoda, además tuve problemas de plagio y ahí los administradores con suerte verán los reportes. 
Por cierto, estúpida de mi que borré el prólogo, eso también borró comentarios y numero de votos y vistas pero así al menos ahora me aparece el prólogo como si fuera un capítulo. En fin :S
Saludos ^^

Un novio de otro mundo #2: OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora