Desperté en mi habitación, sintiendo algo de frío e incomodidad. Miré el reloj de mi mesita de noche, viendo que marcaba las seis de la mañana: en serio, debo dejar de despertarme tan temprano.
Bueno, podríamos golpearnos con un bate, noquearnos y dormir hasta tarde. Podría ayudar. Rodé mis ojos ante la voz de mi conciencia, negando en silencio ante su violencia para querer ayudarme.
¿Sabes que no me ayudas así, verdad? Bueno, no pierdo nada probando. Al final, bien valiente sí eres para entrar a un bosque y ¡dejarte aplastar por un lobo! Sonreí ante su comentario, queriendo dejar ahí el tema.
Decidí alistarme, así que me levanté de la cama, buscando lo que me pondría y, luego, entrando al baño, dándome una ducha relajante.
Al terminar, me vestí con tranquilidad, peinando mi cabello al estar arreglada, me apliqué algo de perfume y salí de la habitación, bajando las escaleras. Al llegar a la cocina, mi madre estaba ahí, preparando el desayuno.
- Buenos días, mamá. - Me acerqué a ella, dejando un beso en su mejilla.
- Buenos días, cariño. ¿Cómo amaneces hoy? - Tome asiento en una de las sillas, sonriendo un poco.
- Mucho mejor. Al menos hoy iré a trabajar con ánimo. - Ella sonrió y asintió, sirviendo el desayuno.
Benjamin bajó a los pocos minutos y se sentó a desayunar conmigo. Mamá dijo que hoy llegaría algo tarde, así que le dijo a Ben que hiciera tareas apenas llegara de su visita de casa de uno de sus compañeros y, que si queríamos pedir algo para cenar, que dejaba algo de dinero dentro del frasco de galletas y unos números de teléfono pegados en la nevera.
Al terminar, subimos a lavar nuestros dientes y bajamos con nuestras cosas para irnos. Papá se había ido demasiado temprano porque lo llamaron debido a una emergencia, ni idea cuál, así que Ben y yo nos iríamos a pie. Salimos de casa, encaminándonos hacia la casa del nuevo amigo de Benjamin.
Íbamos hablando y molestando entre nosotros, hasta que llegamos a nuestro destino: era una casa hermosa. Completamente en madera, rodeada de los árboles más frondosos y bellos que había visto. Le dije a Ben que vendría por él más tarde, haciéndome prometer que lo haría; sonreí, levantando mi mano en señal de promesa.
Aceptó con una sonrisa, saludando a su amigo, alejándose de mí y entrando a la casa, despidiéndose desde el umbral. Dí media vuelta, comenzando mi caminata hacia el centro para llegar a la cafetería, deteniendo mis pasos en seco, viendo que, alguien, se había atravesado en mi camino.
Levanté mi mirada, encontrándome a una chica rubia platinada, ojos cafés, buen cuerpo, estancada frente a mí, mirándome de brazos cruzados y su ceño fruncido.
- ¿Qué haces hablando con Tyler? - Y una personalidad no tan deslumbrante como ella.
- ¿Disculpa? - ¿En serio me estaba preguntando eso? Ella bufó, moviendo sus ojos con fastidio.
- Aléjate de Tyler, niñita. - Su actitud me sorprendía un poco y, al mismo tiempo, me ofendía.
- ¿Y si no quiero? - Apretó su mandíbula con fuerza, dejando caer sus brazos, dando un leve golpe en el suelo con su zapato, haciéndome dar un leve respingo.
Y la niñata eres tú. Obvio.
- ALÉJATE DE ÉL. - Podía ver en sus ojos una amenaza latente y, a pesar de que no soy tan cobarde, pude sentir un temor invadir mi ser de a poco; me quedé mirándola, sin poder decir nada en absoluto.
Ella sólo dio media vuelta, revoloteando su cabello frente a mí, alejándose de ahí.
Me hallaba inmóvil en aquella acera, sorprendida al poder comprender lo que acababa de suceder ante la actitud de aquella chica: no me conocía ni yo a ella y ya me amenazaba; ¡estupendo, Gabriella! ¡Te acabas de ganar a una loca obsesa de enemiga! ¡Increíble la rapidez!
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Opuestos. (COMPLETA Y CORREGIDA)
Hombres Lobo- ¿¡Qué haces!? - Grité - Sólo confía en mí, ¿quieres? - Me sentía en extremo nerviosa, y él sólo seguía desvistiéndose. Mi sorpresa fue grande cuando lo vi transformarse en aquel lobo gigante, de un color blanco con algo de negro y gris; aquel que...