Me encuentro sentada en la oficina de nuestra casa, pensando en todo: sí, ya no vivimos en la mansión.
Después de tres años en intensas guerras, y también nuevos pactos, para traer paz a todo ser sobrenatural, Tyler decidió que era momento de tener nuestra propia casa, con mucha más razón si dos bebés nos acompañaban en el camino.
Y sí.
Después de que Caio asesinara a mi bebé prematuro, dejándome heridas profundas y nada fáciles de superar, logré encontrar fuerzas para salir adelante, quedando embarazada al año siguiente; claro, después de intentarlo sin descanso.
Al mes siguiente de haber asesinado a Caio, Tyler y yo nos unimos en sagrado matrimonio, siendo algo obligatorio. Mi puesto como reina no valdría de nada si no me unía, bajo leyes humanas, a él.
En el transcurso del tiempo, muchos preguntaron sobre lo que sucedería con los traidores y tuvimos que pensarlo bien; después de la muerte de Caio, pocos quedaron de su "ejercito" y, el que más me preocupaba, fue puesto en una celda mientras se decidía su destino.
Al final, nadie lo quiso entre nosotros.
Creo que fui la única que pidió clemencia junto a otra oportunidad para él, pero nadie quiso escuchar en el momento.
Y en el momento en el que sucedió, debo reconocer que su muerte no fue nada sencilla.
Lo ataron a un poste de madera, colgando de sus muñecas a unos tres metros sobre el suelo; bajo sus pies, una enorme pila de troncos deshechos estaba lista para ser encendida.
Todo la aldea se reunió aquella noche, listos para ver arder a aquel a quien, Caio, le había confiado el trabajo "más pesado".
¿Palabras se dijeron? Muchas. Creo que ni podría recordarlas con exactitud; aunque la mayoría eran llenas de enojo y odio hacia él.
¿Las mías? Estuvieron llenas de dolor, pero más que nada, perdón.
¿De qué sirve odiar a alguien que, aunque te hizo daño, no podrá reparar jamás el dolor causado? ¿Para qué perder el tiempo en eso?
Lo que alguna vez Tyler dijo, lo pude comprender a la perfección esa noche:
"No es fácil acabar con uno de los nuestros. En realidad es asqueroso y algo incómodo; incluso, doloroso." Y tenía razón.
Ver la muerte de Zane fue algo doloroso y casi nauseabundo. Podía ver cómo su piel comenzaba a burbujear con fuerza conforme pasaban los minutos, como si estuviese dentro de una olla con agua hirviendo. Sus gritos desgarradores fueron algo que nunca podré olvidar.
Él parecía ser de plástico.
Su piel se derretía con fuerza, dejando en su lugar una escena asquerosa para los espectadores. Lo más impresionante de todo fue ver al Alpha maniobrar una pequeña rueda que sujetaba la cuerda con la que Zane estaba siendo sostenido, haciéndolo descender con lentitud hacia aquellas llamas de fuego devoradora, un fuego abrasador.
Su grito agónico me dejó perpleja y estática. Creo que fue bastante sádico para mí, dejándome con un pequeño trauma.
Después de haberlo visto morir, el pueblo entero vivió un luto que duró sólo pocos segundos, volviendo a la normalidad, como si nada hubiese sucedido.
¿Los creí locos a todos? Un poco, debo decir.
Quizás, de todas las cosas que pude haber vivido, esa es una que nunca podré olvidar. Jamás le desearía algo así a otra persona.
¿En cuanto a Bethany? Bueno, fue puesta en un reclusorio para gente con problemas mentales; después de mi mordida, comenzó a tener delirios mentales bastante graves. Ninguno se explica el motivo, aunque Lucía nos explicó que, tal vez, tendría que ver con algo más oscuro de lo que pensamos.
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Opuestos. (COMPLETA Y CORREGIDA)
Lupi mannari- ¿¡Qué haces!? - Grité - Sólo confía en mí, ¿quieres? - Me sentía en extremo nerviosa, y él sólo seguía desvistiéndose. Mi sorpresa fue grande cuando lo vi transformarse en aquel lobo gigante, de un color blanco con algo de negro y gris; aquel que...