Entrenamiento

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Desperté y abrí mis ojos en la gran cama de la habitación de Tyler, que ahora se había vuelto mía también. Anoche habíamos llegado alrededor de las once de la noche, y me había costado un poco conciliar el sueño.

Mi cuerpo estaba de medio lado, mirando hacia el balcón; las cortinas se mecían con suavidad debido a la brisa que corría por causa de la puerta que se encontraba entreabierta. Suspiré con suavidad, cerrando mis ojos, absorbiendo todo lo que sucedía, de nuevo: ahora vivo aquí, en la aldea.

- Buenos días, princesa. - Me giré un poco para encontrar a Tyler saliendo del baño, con una toalla en su cintura y una bella sonrisa. Sonreí.

- Buenos días. - Me acomodé en la gran cama, apoyando mi espalda sobre el espaldar de esta. - ¿Qué haremos hoy?

Tyler me miró con una sonrisa mientras se acercaba a su armario; sacó lo que se pondría con rapidez y agilidad, girándose a verme del todo.

- Podría llevarte a tu primer entrenamiento. - Fruncí mi ceño sin entender a lo que él se refería.

- ¿Entrenamiento? ¿De qué hablas? - Él sonrió, dejando a su toalla caer al suelo.

Con rapidez desvié mi mirada, mirando al techo, dándole su espacio. Escuché su risa, haciendo que dejara en blanco mis ojos.

- No hay nada que no hayas visto, princesa. - Bufé, negando en silencio.

- ¿Podrías explicarme a lo que te refieres? - Mi vista seguía pegada en el techo de la habitación, esperando su respuesta.

- Ya me has visto desnu... - No lo dejé continuar, mirándolo con seriedad y reproche.

- Eso no, Tyler Thompson. No seas idiota. - Él rió con fuerza, haciéndome sonreír, dejando mis ojos en blanco mientras él levantaba sus hombros, restándole importancia al asunto, terminando de colocarse su jean.

- Me refiero a que podrías recibir tu primera clase de defensa reforzada; así estarías preparada ante cualquier situación.

Lo miré con cautela, sintiendo una pequeña emoción contenida despertando en mi interior, decidiendo preguntar algo más que, quizás y sólo quizás, podría tener solución, evitándome un dolor de cabeza.

- ¿Eso me evitaría a los perros guardianes? - Tyler frunció su ceño, mirándome con reproche. - No quise ofender; es sólo que no quiero niñeras y lo sabes.

Se colocó su camiseta negra con rapidez, acercándose a mí, sentándose en el borde de la cama, mirándome fijamente. Acarició mi rostro con suavidad, medio sonriendo.

- No los quitaré de tu lado, Gabi. No es algo que esté en discusión; es por tu bien. Aprenderás a defenderte, pero por seguridad, tendrás a alguien que te vigile a toda hora; claro, si yo no me encuentro a tu lado.

Bufé, sintiéndome frustrada, moviendo mis ojos con fastidio, negando en silencio; ya vi que es caso perdido. Asentí a regañadientes, levantándome de la cama, acercándome a nuestro armario; saqué algo de mi ropa, que traje anoche, metiéndome al baño, buscando relajación total.

Después de unos quince minutos bajo el agua caliente, decidí salir. Sequé mi cuerpo, ingresando a la habitación para cambiarme; Tyler estaba sentado en la cama, con sus brazos detrás de su cabeza, mirando a la nada.

- ¿En qué piensas? - Me miró, sonriendo un poco.

- En que debo hacer todo oficial. - Fruncí mi ceño sin comprender de qué hablaba, pero él rió con suavidad. - Pronto lo sabrás.

Levanté mis hombros y asentí; si no me quiere decir ahora, no insistiré. Coloqué mi ropa interior con la mirada de Tyler sobre cada uno de mis movimientos; si sigue así, hará que me vuelva torpe, causando que quede mal vestida. Me coloqué un pantalón deportivo de color gris y una camiseta negra, junto a un suéter deportivo encima, que hace juego con mi pantalón.

Opuestos. (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora