Su primera vez.

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Asentí en silencio, acomodándome en el asiento. ¿Qué puedo hacer para ayudar a mi hermano? Necesito avisarle a mi padre.

- Ty, ¿me prestas tu celular? Necesito llamar a mis padres y me quedé sin saldo. - Tyler me pasó su celular sin dudarlo, dejándome marcar el número de papá.

- Hola, Ty, ¿está todo bien? - Suspiré suavemente.

- Papá, soy Gabriella. - Un pequeño silencio se produjo en la línea.

- ¿Estás bien? ¿Qué sucede? - Podía escuchar la preocupación en su voz, imaginándolo con su ceño fruncido.

- Es Benjamin; se siente mal. Ryan dice que necesita transformarse. - Escuché el suspiro de mi padre, seguido de un pequeño silencio.

- ¿Tyler lo lleva al claro que divide al pueblo de donde viven? - Miré a Tyler, viéndolo asentir.

- Dice que sí. - Escuché que respondía, dejando escapar otro suspiro.

- En veinte minutos estaré allá. - Asentí, escuchando que cortaba la llamada, devolviéndole el celular a Tyler.

El camino al claro fue en total silencio; sólo se escuchaban las respiraciones pesadas de Ben, junto a uno que otro gruñido provenientes de su pecho. Luego de quince minutos, Tyler estacionó el jeep frente a la linde del bosque.

- Aquí nos bajamos y caminamos un poco. - Lo miré con ansiedad, preocupada por mi hermano. - Tranquila; Andy y Ryan se van a encargar de él. - Asentí con suavidad, dando media vuelta, bajando del jeep, cerrando la puerta. - Necesito que subas a mi espalda, Gabi. - Miré a Tyler con confusión, viendo que se acercaba a mí.

- ¿Por qué? - Él sonrió levemente, comprendiendo mi curiosidad.

- Necesitamos llegar lo antes posible al claro. - Asentí, comprendiendo su punto, inspirando profundamente.

Tyler me hizo subir con agilidad a su espalda, trotando en zancadas gigantes hacia algún lugar, sin tomarnos demasiado tiempo en llegar a nuestro destino, dejándome bajar de su espalda.

Observé aquel espacio con cierta admiración: era más grande que aquel claro donde, Tyler, me reveló quién era. O incluso, aquel en el que me sentaba por horas, para verlo llegar en su forma lobuna y hacerme compañía. Sonreí ante el recuerdo, recorriendo mis ojos por aquel espacio, reconociendo lo hermoso que es.

Se puede apreciar el pasto verde y mullido, árboles llenando nuestro alrededor mientras sus copas parece que tocaran el cielo, siendo mecidas por una brisa fría y suave. También puedo notar las pequeñas flores de todos los colores que nos rodean, dándole una apariencia de ensueño; este lugar debe medir más de diez metros.

Al dirigir mis ojos hacia mi alrededor, me dí cuenta que me encontraba totalmente sola en el lugar, exceptuando por Benjamin, quien se encontraba casi al otro extremo de donde yo estaba, recostado en el suelo, sin ropa; sólo con su bóxer.

¿En qué momento lo despojaron de todo? ¿Cuando estuvimos tan concentradas en el paisaje, quizás?

Fruncí mi ceño con preocupación, intentando acercarme a él, deteniendo mis pasos con lentitud al ver un lobo, de color cobre, interrumpiendo mi avance; los ojos de este lobo eran verdes. Dirigí mis ojos hacia uno de mis costados, viendo otro lobo de color gris, bastante oscuro, mientras sus ojos dorados me miraban con significado. No podía comunicarme con ellos pero estaba segura de que estaban tratando de calmar mi ansiedad.

Regresé mis ojos a mi lado derecho, viendo a aquel lobo blanco combinado con negro y un poco de gris mientras, sus bellos ojos azules, me miraban con ternura.

Opuestos. (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora