No lo es.

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Hace un rato desperté. Carmen entró a la habitación unos momentos después y me ayudó a cambiar, aunque al cabo de unos minutos, también llegó Kai. Le pedí que fuera a la aldea de manera urgente en busca de ayuda y que llevara mi chaqueta con él, llevando consigo un mensaje que yo no había podido dar debido a todas las circunstancias.

Sé que si lo ven llegar de sorpresa, sin nada que avale sus palabras, Tyler lo hará sufrir. O, lo que es más probable, lo asesine.

Me alegré de saber que él está de nuestro lado y prometió que me ayudaría a escapar de ser necesario, pero en estos momentos me interesa más que busque ayuda porque nosotros solos no podremos.

Todavía me encuentro en la cama, amarrada de manera ligera. Nadie, a parte de Kai y Carmen, ha entrado a la habitación y eso me tiene algo decepcionada y frustrada. Estar en esta misma posición desde hace horas me tiene estresada y con un dolor en la espalda bastante insoportable; me siento incluso ansiosa.

Bufo con frustración, decidiendo que me soltaré de aquellas sogas, armando todo un espectáculo aquí adentro. No logro romper las cuerdas, pero al menos consigo hacerles un mínimo de daño, el cual "me ayuda" a liberarme. Me levanto de la cama, acercándome a la ventana, abriéndola de par en par, logrando ver dónde me encuentro por fin.

¡Carajo!

No es el mismo sitio de la vez pasada y, supongo, lo hizo así porque sabía que sería demasiado obvio si me llevase a ese lugar. Camino hacia atrás, alejándome de la ventana, sentándome en el borde de la cama, pensando en cómo rayos hacer para escapar de este miserable lugar.

Me encuentro sopesando todas mis posibilidades cuando escucho que se acercan a la puerta, abriéndola de un tirón, prefiriendo no voltear a ver a mi nuevo intruso. En lugar de eso, miro fuera de la ventana, pensando en mil maneras de escapar o asesinar. La que funcione primero.

- ¿Cómo carajos te soltaste? - Levanté mis hombros, restándole importancia; Caio se posiciona frente a mí, tapando mi visión, haciéndome bufar con cansancio. - ¿Quién te ayudó? - Dejo en blanco mis ojos.

- Nadie me ayudó. Lo hice sola. - Levanté mis muñecas, mostrándole las vendas. - Tuve que ingeniármelas para curarme. - Lo miro con fastidio. - ¿Podrías moverte? Estorbas mi panorama. De hecho, lo arruinas.

Veo que tensa su mandíbula de manera fuerte, y aunque me esperaba aquello, no vi venir la cachetada que volteó mi rostro hacia un costado. Mi mano viaja a mi mejilla, moviendo mi mandíbula mientras acaricio el lugar afectado.

- No me vuelvas a hablar así. - Tenso mi mandíbula esta vez, mirándolo con enojo.

- Vuelve a tocarme, aunque sea un sólo cabello, y te arrepentirás de ello. - Piensa decir algo más pero veo que su mirada se desvía de mí rostro para posarse sobre la puerta.

Miro hacia ella con confusión, sorprendiéndome ante lo que ven mis ojos.

Siento que mi corazón se detiene y que mi saliva se atora en mi garganta de manera abrupta. ¿¡Qué hace esa arrastrada aquí!? No tengo ni la más remota idea.

- Si él no te tiene, quedará libre para ser mío. - Su sonrisa de loca me hace preguntar si de verdad lo está o sólo aparenta serlo.

- Si él se queda sin mí, morirá de todas maneras. ¿Qué crees que haces, Bethany? - Ella levanta sus hombros, cruzándose de brazos.

- Decido trabajar para el equipo ganador. - Asiento en silencio, evitando discutir con ella. Ya vi que no tiene neuronas.

Ni materia gris tendrá. Plástica y loca esa; ¿qué se cree? Sonrío al escuchar a mi conciencia hablar así para luego observar a mis acompañantes, intentando deshacerme de ellos.

Opuestos. (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora