Sentí que me movían con mucho cuidado, causando que abriera mis ojos, encontrándome a Benjamín, llevándome entre sus brazos hacia la habitación. Sonreí, acomodándome en su pecho.
- Debiste despertarme y caminaría. - Sentí sus labios dejar un beso en mi cabello.
- Soy tu hermano y siempre cuidaré de ti. - Asentí en su pecho, sintiendo que me acomodaba en la cama a los pocos minutos.
- ¿Dónde están todos? - Ben se posicionó frente a la puerta, mirándome de brazos cruzados, con una seriedad poco común en él.
- Dahlia fue a revisar el área. Los demás están reunidos en la aldea del Alpha. - Asentí, mirando hacia la ventana.
La luz del sol comenzaba a esconderse entre aquellas nubes mientras, el silencio, se cernía sobre todo el espacio que nos rodeaba. Un leve suspiro escapó de mis labios, haciendo que mirara a mi hermano con una medio sonrisa.
- ¿Podrías conseguirme algo de comer? Creo que Tyler colmó la nevera de comida fresca. - Ben asintió, saliendo de la habitación sin hacer ruido alguno.
Me sumí en mis propios pensamientos, sin fijarme en el tiempo ni lo que había a mi alrededor. Todo ha cambiado en tan poco tiempo.
Benjamin sigue siendo el mismo idiota sólo que, ahora, se considera mucho más rudo; incluso, pienso que quiere demostrar que es muy maduro. Todo esto es tan... tan...
Extraño.
- ¿Gab, - regresé a mi realidad, viendo a Benjamin, de pie en el extremo de la cama, con una bandeja entre sus manos y, en su rostro, la preocupación estaba marcada - por qué lloras?
Pasé mis manos por debajo de mis ojos, sintiendo el líquido salado fluyendo a través de mis mejillas; las sequé con rapidez, negando en silencio.
- No me había dado cuenta de que lo estaba haciendo, Ben, pero estoy bien. - Medio sonreí. - ¿Qué trajiste? - Ben se acercó a mí con duda, dejando la bandeja frente a mí.
- Te traje algunas frutas, leche y tostadas. Te harán bien. - Asentí, comenzando a comer en silencio. No pasaron ni cinco minutos cuando vi a Dahlia, de pie, en la puerta.
- Ben, Oliver acaba de llamar. Nos necesitan en la aldea. - Ambos se miraron, mirándome a mí; abrí mis ojos con ansiedad, pasando lo que tenía en mi boca.
- No se preocupen por mí, estaré bien. - Ambos me miraron con cierto recelo. - Además, Dahlia hizo chequeo. Todo está bien, ¿no? - Ben miró a Dahlia y esta a mí, asintiendo no muy convencida. - Bien. Pueden irse. Me sé defender sola.
- Gabriella, no puedo dejarte sola. - Miré a mi hermano con cansancio, viendo que me miraba con incredulidad.
- Por favor, Benjamin. No necesito ninguna niñera. - Nos miramos con cierta molestia, haciéndome continuar. - Estaré bien. Ustedes irán y volverán; no es nada. Puedo defenderme unas cuantas horas sin ustedes.
Lo miré con determinación mientras su rostro reflejaba la molestia que sentía por lo que dije. Moví mis ojos con fastidio, levantándome de la cama, dejando la bandeja sobre ella, empujando a mi hermano hacia el pasillo; Dahlia sólo guardaba silencio, observando toda la escena.
- Váyanse ahora para que vuelvan antes. - Miré a Dahlia, viéndola asentir con inseguridad, dejándome ver cuánto le costaba aceptar lo que estaba diciendo.
Empujé a mi hermano todo el trayecto hasta la puerta y menos mal recibí de su ayuda para moverlo porque, con su peso, me habría dado una hernia.
¿Y a quién le importa si nos da una hernia? Ahora mismo todos están preocupados por el imbécil de Caio. No presté atención a mi conciencia y lo que parloteaba, llegando a nuestro destino.
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Opuestos. (COMPLETA Y CORREGIDA)
Hombres Lobo- ¿¡Qué haces!? - Grité - Sólo confía en mí, ¿quieres? - Me sentía en extremo nerviosa, y él sólo seguía desvistiéndose. Mi sorpresa fue grande cuando lo vi transformarse en aquel lobo gigante, de un color blanco con algo de negro y gris; aquel que...