My Hope | JORTINI |

Capítulo 3. "No me caes bien"

—¿Qué sucede?—preguntó, tratando de ocultar sus nervios.

—¿Tiene algo usted que ver con esto? —el director se señaló.

—No.

Jorge esperaba que no lo descubrieran, tendría varios horribles castigos. Él director lo miró unos eternos segundos, pero suspiró dándose por vencido.

—Lleve a la nueva alumna a su salón —le indicó—. Tengo que limpiar éste desastre.

—Puedo encontrar el salón yo sola —dijo la castaña, no le agradaba la idea de ser acompañada.

—Stoessel, no estoy para replicas —regañó el director— Tampoco está en opciones de hacerlo.

—Tampoco quiero.

Jorge con las cejas alzadas miró la respuesta de la castaña, incluso ella parecía divertida. Él director apretó sus labios fastidiado, mientras que él sonreía. Era divertido, hizo enfadar al director.

—Vamos, no será problema—dijo de repente, la castaña ni siquiera le regalo una mirada.

—Puedo ir sola —respondió caminando y alejándose de ellos dos.

—¿Podrías acompañarla? —él director se fue antes de que él respondiera.

Comenzó a caminar hasta alcanzar a la chica, sin embargo la castaña ignoro su presencia. Caminaron sin rumbo, pues la castaña no quería decir que no sabía a donde iba.

—¿Que curso tienes ahora? —preguntó Jorge.

—Historia —murmuró, dándose por vencida.

—Bueno, el salón lo dejamos atrás —Jorge sonrió, sin embargo no dejaba de pensar de que la conocía de algún lugar.

—Deja de sonreír como un imbécil —le dijo, se dio media vuelta y espero a que él le dijera por donde ir.

—¿Imbécil? —se rió— Nena, me parece que tienes una sucia boca.

Ella rodó los ojos—: Vuelve a llamarme nena y le diré al director que tú y tus amigos lo llenaron de pintura —amenazó sorprendiendo a Jorge.

—No saldrás viva si se enteran de eso, créeme —trató de asustarla, pero ella no se inmuto.

—Perfecto —dijo ella caminando.

La siguió hasta que llegaron al salón que ella necesitaba, pero ella siguió caminando. Se vio obligado a tomarle la mano, sorprendiéndola. Sintió el contacto de su mano y su piel hormigueo, ella la apartó rápidamente.

—Aquí es —le señaló.

La castaña iba a cruzar la puerta y giró su rostro para verlo.

—No vuelvas ha hacer eso —él frunció el ceño— y... No me caes bien.

Y así entro al salón, dejando a Jorge sin palabras.

»¿Y eso que fue?« _pensó.