Sus respiraciones eran agitadas, pronto oscurecerá y quizá todo cambiaría para ellos. Habían cosas que no podían manejar y muchas cosas malas que vendrían, pero en ese momento en el que sus ojos se conectaron… nada importaba. Solo ellos dos.
—Mierda —murmura Jorge.
—¿Qué?
—Me ha sucedido algo que pensé que nunca me sucedería —dijo Jorge, sus manos en la cintura de la castaña.
—¿Qué te abofeteara más de una vez? Porque es posible —respondió Tini, sintiendo un suspiró atrapado.
—Te creo capaz de eso —añade Jorge riendo.
—¿Entonces qué sucedió? —curiosea la castaña.
—Lo que me sucedió fue…
—¡Tini!
La castaña se deshizo del abrazo de Jorge girándose para encontrarse con Dan mirándola y enviándole un mensaje a través de ésta. Pero la castaña no fue capaz de entenderle.
—¡Él viene hacia acá! —dice Dan, caminado hacía ella.
—No sé a dónde ir —respondió la castaña, su voz contenida de miedo.
—Ven, sé a dónde ir —dice Dan, extendiendo su mano.
—Ella no va a ir a ningún lado —interrumpe Jorge, acercándose de nuevo a la castaña.
Tini estaba ensimismada en sus pensamientos, todo estaba girando a su alrededor. El miedo tomó posesión de su cuerpo, sabía cuál serían las consecuencias si él la atrapaba y la entregaba a uno de esos hombres repugnantes. Sintió náuseas al pensar que su vida estaría condenada con cualquier hombre demasiado mayor, y que su vida sería hacer cosas que no quería hacer.
—Iré con Dan —dijo ella, sin aliento.
—¿Qué? —Jorge estaba perplejo.
—¡Iré con Dan! —gritó ella, asustada. No tenía las fuerzas como para fingir ser valiente—. Por favor, no hagas esto difícil.
—¡Traelo si quieres! Necesitamos salir de aquí o todos… —no terminó su frase al ver que la castaña comenzaba a llorar.
—¡Larguense! —gritó ella, tratando de dar pasos lejos de ellos.
—¿Tini?
—¡Vete, Jorge! —dijo ella, prácticamente temblando— ¡Dan sácalo de aquí! ¡Por favor!
Antes de que Jorge pudiese reaccionar ella se había ido corriendo. Iba a perseguirla, pero fue detenido por Dan. Estaba a punto de querer de golpearlo, sin embargo fue detenido por las palabras de Dan.
—Te has metido en un lío.
[...]
Tini limpió sus lágrimas y se regañó a sí misma por ser tan débil como para llorar, debía ser fuerte para lo que vendría. Porque ella sabía que no podía escaparse, pero podía esconderse. Estuvo al pendiente sobre si alguien estaba siguiéndole, no había nadie alrededor, pero se sentía observada. Caminó más rápido forzando a sus piernas hacer lo más rápido posible, pero sus piernas se detuvieron al encontrar a alguien frente a ella.
—Es divertido verte escapar.
Un hombre estaba frente a ella sonriéndole de manera escalofriante, pero la castaña se armó de valor para responderle.
—No estoy escapando, imbécil —respondió en tono filoso.
—¿Crees que no puedo golpearte? Tu padre me dijo que si cometes cualquier falta de respeto hacia mí lo cobrará con un buen golpe —él la tomó fuertemente del brazo—. Y me encanta golpear.
La castaña no se quejó por como aplastaba su brazo, no diría nada. El hombre la llevó hasta una furgoneta negra, la introdujo a ésta con fuerza.
[...]
—Miren quién apareció —dice Jhon, sarcástico.
El hombre que la llevó a su “hogar” desapareció al instante, dejando su mano marcada en el brazo de Tini. Ella no se inmuta al ver a Jhon con sus ojos cargados de ira, sabía que no había escapatoria.
—Te veo muy feliz —responde ella con ironía.
Jhon tomó los brazos de Tini fuertemente, el olor a licor llegó a sus fosas nasales. La mirada de Jhon mostraba cuánto odio sentía por ella, jamás le hirió su indiferencia o se preguntó por qué la odiaba tanto. Hubo algunas veces que sí le dio curiosidad, porque ¿quién odiaría sin una razón? No había persona alguna que no tuviera una razón para odiar.
—Niña estúpida —gruñó—. He perdido una buena oferta, ahora sabrás que no debes meterte conmigo.
Sin previo aviso él le tomó el cabello con fiereza, se rió al encontrar el pequeño brillo de pánico en los ojos de Tini. Una de sus manos se encerró en el cuello de ella, el aire en la castaña dejó de fluir. Segundos largos después él la soltó y ella tosió y esperó que sus pulmones se llenaran de aire de nuevo, pero su espera fue en vano. Jhon la lanzó al suelo y le pateó el estómago, el dolor se expandió por éste.
—¿Recuerdas cómo te golpee la primera vez? —llevó sus manos hacía su cinturón—. Yo lo hago.
Tini trató de recuperarse, pero a pesar de querer forzar sus brazos y piernas que le ayudaran no lo logró. Un dolor ardiente se extendió por su espalda, eso significaba que apenas empezaba su castigo.
[...]
Tres horas habían pasado y por fin todo estaba silencio.
Había caído inconsciente y supuso que Jhon estaba satisfecho por el castigo que había impuesto. Se levantó despacio y todo su cuerpo dolía, pero se obligó a caminar a su habitación. La sala estaba hecho un desorden, todo estaba esparcido y habían latas de cervezas, botellas de cervezas y estaba el cinturón en el sofá. Siguió su camino hacía la habitación.
Llegó a su habitación, cerrando la puerta y las lágrimas querían salir. Quería acabar con el sufrimiento, pero aún faltaba demasiado tiempo. Se deslizó por la puerta dejándose caer en el suelo, abrazó su rodillas creando un refugio y dejó que las lágrimas se acumularan. Se negaba a llorar.
—¿Tini?
Ella elevó su rostro y lo encontró ahí de pie, mirándola con preocupación. Él no esperó y se acercó hasta ella. Pero ella escondió el rostro, sospechaba cómo se encontraba y no quería que él supiera. Pero fue inútil.
—¿Qué te sucedió? —preguntó él.
—¿Cómo entraste? —evadió ella, mirando a otro lugar de la habitación.
—Siempre he entrado por la ventana —dice él, cortante— ¿Qué te sucedió?
—Solo me caí —responde ella—. No te preocupes, Jorge.
—¿Cuántas veces te repetiré que si me importa? —Jorge tomó la barbilla de ella—. Tini… ¿qué ha sucedido?
—Una larga historia —quiso evadir, pero Jorge la detuvo.
—Dime qué está sucediendo —exigió Jorge.
La castaña lo observó y sabía que debía ser sincera con él.
—Esta bien… —dijo la castaña con un nudo en la garganta—. Me importas y sabrás lo que ha estado encerrado en mi mente por años, cuando era pequeña… yo… no puedo —susurró, sus ojos empañados.
—Puedes, además yo estoy contigo —tomó una de sus manos—. Puedes decirme y dejar de guardar cosas que duelen, es más fácil hablarlo con alguien y verás que dejará de doler.
—Esto es diferente —una lágrima se deslizo por su mejilla—. Y ahora no estoy lista, por favor no me presiones.
—Tranquila —dijo él abrazándole—. Cuando quieras hablar, siempre estaré ahí.
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My Hope | JORTINI |
FanfictionSinopsis: Estaba destruida, no miraba vida alguna en ella. Podía notar que no había ni una pizca de esperanza en ella, no podía evitar querer ayudarla. Poco a poco me convertí en alguien cercano, pero no tanto como para saber que sucedía en ella. Gu...