5-. Título

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TITULO

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Todo me lleva devuelta a ti. Como si todo lo que existe, aromas, luces, metales, fueran pequeños botes que zarpan hacia esas islas tuyas que esperan por mí.

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—Va a caer.

—Sólo quiero ver de cerca el agua. Es tan azul.

Un resoplido cansado.

—La balsa se inclinará, perderá el equilibrio y la caída puede hacerle daño.

—Es tan azul, príncipe. Verá, en mi-

Pero Harry no pudo terminar su oración, porque Louis lo sentó de nuevo en el asiento junto a él, lejos del borde la balsa donde se transportaban. El rizado se sonrojó furiosamente, porque se estaba comportando como un niño en su primer viaje, se suponía que ahora era un adulto, a la fuerza, pero lo era. El problema era que sí era joven, y sí era su primer viaje. Y los alrededores de Aurea le resultaban simplemente tan bonitos...

—En su nación, el agua es increíblemente cristalina, casi irreal. —Completó la idea Louis, sonriéndole un poco, aparentemente muy divertido con el rubor en su piel.

Harry asintió tímidamente, y jugó con los largos bordes del sobretodo dorado que usaba ese día.

—Por eso nuestra principal exportación es la pesca. Es un oficio muy sencillo allá, porque mientras esté de día... —carraspeó—, puedes ver qué hay en el mar desde cualquier punto.

—Así es.

—Pero aquí tiene un azul profundo, y cuando veo a la distancia —murmuró, corriendo la cortina con una mano mientras contemplaba con una sonrisa maravillada el muelle de las tierras de Aurea. Era una geografía impresionante, el cómo mar, desierto y montaña podían estar en un mismo sitio, tan cerca. El clima le fascinaba, aunque estaba seguro que su piel resentiría tanta exposición al sol. Las pecas de las que tanto huía su hermana, seguro harían presencia en él.

Harry parpadeó, dejó ir la cortina y se giró para conectar la mirada con ese misterioso príncipe. No sabía si misterioso sería una descripción adecuada, porque Louis le contestaba con cierta paciencia a todo lo que le preguntaba, pero era extraño. Harry no conocía la amabilidad en los alfas, no acostumbraba escucharlos sin veneno o sarcasmo en cada palabra que le dirigían y por eso, ese príncipe era un enigma para él.

La mano en la que llevaba su bonito anillo de compromiso, la posó en su vientre. Ya casi no le dolía, ni tenía que llevar las vendas. Lo estaban cuidando bien, respiraba aire puro, libre de esas cargas de feromonas violentas, y el olor de Louis era como un bálsamo para sus nervios.

—Perdone por no obedecer antes. —Recordó, y tomó el diario que Louis había sostenido para él cuando se antojó por querer tocar la azulada agua—. Gracias, también. —Pasó los dedos por la delicada cubierta. Ansiaba poder redactar todo lo sucedido, drenar de alguna forma—. Su país tiene una península preciosa, mi príncipe.

Con una mirada orgullosa, el alfa miró al frente. El mar y el sol le otorgaban un color precioso al cielo en su mirada, como si el firmamento quisiera plasmarse en ellos, esos preciosos azulejos que tenía por ojos. El rubor seguía sin abandonar el rostro de Harry.

—Agradezco que lo diga, mi-... —El mayor se interrumpió y una lenta sonrisa se fue formando en sus delgados labios—, ¿Le pasa algo? ¿Está mareado por el calor?

Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora