Epílogo

106K 7.1K 31.7K
                                    

"Solía gobernar el mundo. Los mares se levantaban cuando daba la orden.

Ahora, cuando llega la mañana, duermo solo. Barro las calles que antes solía poseer. 

Acostumbraba tirar el dado. Sentía el miedo en los ojos de mis enemigos. Escuchaba como la multitud cantaba: 'Ahora el viejo rey está muerto, ¡larga vida al Rey!'

Un minuto tenía la llave, al siguiente los muros se cerraban ante mí. 

Y descubrí que mis castillos estaban construidos sobre pilares de sal y pilares de arena.

Escucho sonar las campanas de Jerusalen, los coros de la caballería romana están cantando. Son mi espejo, mi espada y escudo, mis misioneros en campo extranjero.

Por algún motivo que no puedo explicar, una vez que te fuiste no hubo nunca... Nunca una palabra honesta

Y eso era cuando gobernaba el mundo..."


EPÍLOGO


—¿Por qué estamos aquí, Harry?

Louis preguntó en un susurro, y Harry no comprendió por qué elegía hablar en voz baja, siendo que estaban bastante apartados de los miembros de la corte. Además, dudaba que los guardias cerca de la gran escalera del salón estuvieran interesados en escucharlos.

—Mírame—solicitó suavemente, sintiéndose confiado de expresarse. Estrechó la mano del alfa—. ¿Hay algo que te perturbe?

La luz jugaba con las tonalidades en los ojos del príncipe, y lejos de disimular el velo de turbación que Harry había identificado en ellos, lo intensificaba. Él apartó la mirada un momento, y Harry esperó paciente por su respuesta.

—Lo siento—suspiró finalmente, el movimiento de su pecho, la expresión de su rostro, eran la combinación para la imagen de un hombre que necesitaba arrojar una carga—. Reconozco que he estado distraído y quizá sin los mejores ánimos durante la velada. Debería estar feliz, porque esta celebración es nuestra y significa mucho para ambos, pero...—se humedeció los labios y encogió los hombros.

A unos cuantos metros se encontraba toda la corte, sus amistades cercanas como el matrimonio Edwards y Horan. Los músicos tocaban para que los conjuntos de parejas se pasearan por el salón bailando, los niños correteaban por las mesas disfrutando de las últimas horas antes de que los despacharan a dormir con sus niñeras. Y ellos deberían estar en la mesa principal recibiendo los buenos deseos de los cortesanos, o aprovechando el corto tiempo que podían compartir con sus amistades. Pero Harry había visto la mirada ausente de Louis mientras permanecía sentado en la distinguida silla de amplios brazos, con la mente muy distante mientras sostenía una copa que siquiera había probado.

Entonces había decidido actuar. Se había excusado un momento de sus invitados y había solicitado al príncipe que caminara un momento con él, hasta apartarlos de todos.

—Esta celebración es para la corte, porque los nobles necesitan mantenerse contentos, al igual que el pueblo que nos saludó esta mañana cuando salimos a su encuentro—Harry tomó la mano de Louis con dos de las suyas. Trazó con el índice la gema de esmeralda en el anillo que escogió para el alfa—. Nosotros celebramos nuestro aniversario desde el momento que me llevaste al château—aseguró, besándole la barbilla—. ¿Qué tan caprichoso piensas que soy? Aprecio cada uno de tus regalos, que no han sido pocos, debo acotar.

Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora