35-. Ruinas

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RUINAS

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Hicimos un fuego, caímos en las llamas. Navegamos un océano y nos ahogamos en una ola. Construimos una catedral, pero nunca rezamos. Lo teníamos todo, sí; y nos marchamos. Punto sin retorno, ahora es demasiado tarde para volver. Intento perdonarte pero fallo porque no sé cómo. Construimos lo nuestro tan alto y ahora estoy cayendo, es una larga caída cuesta abajo.

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Parecían increíblemente lejanos los días en que Harry sólo se preocupaba por levantarse temprano, desayunar a tiempo y aprender junto a Cara la cultura de Aurea. Siempre recordaría esos momentos y lamentaría no haberlos apreciado más. Todo resultaba tan complicado en el palacio últimamente que Harry a veces deseaba esconderse bajo la cama y no volver a salir. Los acontecimientos que hace unos meses podían emocionarlo, ahora estaban empañados por tintes que lo amargaban todo. Y quería ayudar, el cielo sabía que deseaba poder solucionar todo lo que aquejaba la paz del palacio y sus ocupantes, pero salía de sus manos.

Tras unas míseras par de horas de sueño apretujado en el sillón de la habitación de Gigi, decidió que era momento de volver a sus ocupaciones principales. Estaba muy preocupado por su amiga, por lo que significaba esa extraña condición que el fisiólogo denominaba un tipo de depresión. Una dolencia del alma que le arrebataba el natural afecto que debía tener por la niña que acababa de traer al mundo. El maestro de medicina no sabía que causas pudieron desencadenar ese estado en la consorte, pero Harry sí lo sabía. A pesar de conocer que la estabilidad emocional de Gigi pendía de un hilo meses atrás, no dudaba que el detonante fue la decisión que Danielle, el concejo de ancianos, Ser Liam y él ocuparon tomar. Porque Harry y Liam estimaron demasiado la reacción de Zayn; creyeron que sería el hombre tranquilo y manejable de siempre. No que su ira e indignación serían tan profundas y fuertes, que desencadenarían tal reacción en la omega enlazada a él.

Gigi había soportado demasiado de ese maltrecho y corrompido lazo durante esos meses, y por fin llegó al punto donde la luz de sus ojos se apagó, y sólo despertaba para llorar y buscar algo que sólo un alfa que la quisiera pudiera darle. Y ese no era el príncipe Malik. Así que Gigi no hacía otra cosa que lamentarse en esa cama e ignorar a su hija.

No quería tocar o estar demasiado cerca de la pequeña Aurora. Siquiera se involucró en nombrarla, fue el príncipe Malik quien decidió el nombre de su heredera cuando anunciaron su nacimiento. Él se había quedado afuera, como debía ser, esperando. La hermana de Gigi tampoco presenció el parto, no sólo porque no podía ver a su hermana sufrir a tal magnitud, sino que ahora como prometida de Ser Liam Payne, se quedó con el comandante mientras le trataban las heridas.

A Harry le hubiese gustado ser parte del cuidado de Aurora, esa preciosa niña con cabello tan oscuro como el hollín y piel nácar. Para ser apenas una recién nacida, cada rasgo apuntaba el enorme parecido que tendría con su padre. Pero Bella Hadid y algunas doncellas betas quedaron encargadas del bebé. Harry al ser un omega podría confundirla y causarle más mal del que ya había acontecido. Al primer olor de omega que debía prendarse era al de su madre, quien la gestó, y si Harry dañaba eso con su propio aroma no se lo perdonaría, ya no podía soportar más culpas.

Cuando llegó por fin a sus aposentos, seguido de Cara y Michael –que se quedó en la puerta tras ingresar con la bandeja de medicinas- sintió una tentación terrible de echarse a la cama y perder el resto del día.

Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora