PERDÓN
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"Se siente como si hubiese sido ayer. Estaba yo echado a un lado de tus botas, y rezaba, porque tu ira se apaciguara. Oh, padre... He pecado.
No puedes herirme ahora, he huido de ti, nunca creí que podría. No puedes hacerme llorar ahora, una vez tuviste el poder."
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Harry agradeció la corriente de brisa fría que le acarició el rostro cuando se acercó a la ventana. Desde allí, tenía la vista del cristalino mar, con las piedras reflectando los últimos rayos del atardecer desde lo más profundo. La arena que acicalaba las orillas del reino asemejaban al tesoro resguardado en un cofre; y a través del bullicio de la celebración detrás de él, conversaciones superficiales, música calma y agónica, el desagradable olor del vino que tanto frecuentaban los nobles, más allá de todos los acontecimientos y los sentimientos encontrados tras arribar en su viejo hogar, Harry sonrió.
A pesar de que para él era algo nostálgico y con tintes de tristeza que le apretaban un poco el pecho, era comprensible que estuvieran haciendo una celebración. Después de todo se llevó a cabo con satisfacción la ceremonia que confirmaba el descanso eterno de su madre en el paraíso que prometían los dioses tras acabarse la vida terrenal.
Ese pensamiento le refrescó el alma, tanto como la corriente que le alborotó un poco el cabello. Acomodó un rizo detrás de la oreja y se apartó del paisaje, la ventana.
Si bien era un invitado y tenía la libertad de perderse por unos momentos, para bien o para mal seguía siendo el hijo del rey, hermano de los herederos al trono. Antes no tenía permitido asistir a reuniones así; esa era la primera vez y no lo estaba disfrutando ni un poco como imaginó de niño. La corte que alguna vez lo ignoró y despreció, al menos ahora tenía que fingir interés y respeto por él. Por el anillo nupcial en su dedo, la marca de un poderoso príncipe en su cuello.
Dio la espalda a la calma del exterior para enfrentar el interior del acaudalado salón. Y una sonrisa tiró de sus labios cuando vio a Louis desplazarse desde el otro lado del salón para llegar a él. No tenía que moverse entre la muchedumbre de nobles, ni abrirse paso. Su sola presencia apartaba a las personas, lo miraban y enseguida volvían gacha la mirada para a continuación despejar el camino.
Se trataba de su ilustre presencia, las leyendas que acompañaban a su nombre. Elegante traje de una exquisita tela oscura con intrincados diseños delgados de hilo de oro vestía su cuerpo. El corte del torso en la prenda exponía sus clavículas, el fuerte pecho donde destacaba el collar de plata que para ambos significaba tanto, y un medallón perteneciente a las joyas parientes de la corona que llevaba en la cabeza. Como lo dictaba la ley, al encontrarse fuera de Aurea, estaba obligado a llevar la corona que lo identificaba como príncipe.
—¿Un poco mejor, amor?—cuestionó en un susurro, apenas se encontró frente a él—. Quizá necesitas tomar algo—hizo una señal a uno de los muchachos, un beta que cargaba una bandeja de cobre con varias copas servidas. Louis analizó los recipientes cuando la bandeja estuvo a su alcance y tomó la del centro. Ofreció la copa al omega.
—Hidromiel—sonrió Harry al distinguir la bebida de color ámbar. Se humedeció los labios, apenas un sorbo corto, y el detestable olor del vino que creyó exiliar de su sistema retornó para colapsar su olfato. Emitió un sonido de desagrado y devolvió la copa al beta y este retrocedió unos pasos hasta marcharse, notando que ya no era necesario para la pareja—. Dioses, honestamente olvidé lo adictos que son aquí al vino, no conocen de otras cosechas y beben hasta que el hedor transpira de sus cuerpos. Me asquea.
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Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|
FanfictionLa reina Anne de Vitrum Maritima falleció, llevándose consigo la alegría del reino, la tranquilidad de sus tres hijos y la sensatez del rey Desmond. El monarca se enfrascó en una guerra con la intención de conquistar reinos vecinos y así escapar del...