DEVOCIÓN
.
.
"No puedo evitar pedir, que tu lo digas una vez más. Intenté escribirlo, pero no pude encontrar una pluma. Lo daría todo por escuchar una vez más de tu voz, que el universo fue creado sólo para ser visto por mis ojos."
.
.
Lentamente, el sol elevó su manto sobre la capital. La madrugada se alzaba con un trémulo rumor fresco. Los techos seguían húmedos y goteantes, los charcos brillaban en las calles donde los adoquines albergaban alguna fisura. Rayos de sol, delgados y tímidos, besaron cada estructura y alcanzaron el palacio real; más allá, por encima de la ciudad. Se derramaron allí, donde un balcón permaneció abierto toda la noche y las gotas restantes de la lluvia reflejaron la luz desde el piso. Ropa rasgada yacía por donde la luz se hacía su camino por la habitación, encontrando una cabellera rizada y alborotada, tocando una nívea espalda que ya estaba siendo acariciada por una mano ajada de cicatrices.
En el silencio de la madrugada, la plena quietud era corrompida por dos hombres que seguían amándose despacio en la cama. Respiraciones lentas y profundas, jadeos cuando los labios chasqueaban en un beso interrumpido y volvían a unirse. El quejido del colchón cuando se movían en una danza que les hacía encontrarse con una deliciosa fricción que los enclaustraba a la necesidad de continuar, sin importar el agotamiento de sus extremidades, ni que hubiesen dejado la noche atrás; sin tregua. Era el deseo que les quemaba y mantenía respirando aún, les obligaba a venerarse entre caricias como un fiel seguidor al templo de su dios.
Toscas y ávidas, las manos de Louis le recorrían completamente. Abarcaban las zonas suaves de su cadera, delineaban con devoción la curva de su cintura y trazaban un posesivo camino por su espalda. Lo mantenía allí, sobre el regazo y con las húmedas erecciones de ambos frotándose en cada movimiento de sus cuerpos para encontrarse. Harry estaba embriagado por el fuerte olor del alfa, la forma en que entraba caliente en su sistema y le llenaba el pecho de la sensación más magnífica. Insaciable, como si el celo de Louis fuese suyo también, no tenía suficiente de su esposo, su hombre.
Y por eso lo acaparaba para sí, con los muslos firmemente a los costados del alfa. Monopolizándolo, porque era suyo.
Tenía los labios rojos y sensibles, ardían con cada beso; pero eso no le detenía. Porque el hambre que sentía por la boca de Louis era mayor, el sabor de su lengua más reconfortante que otra cosa.
Sentía los muslos fatigados, con constantes aguijonazos de cansancio recorriéndolo; pero eso no lo desanimaba. Porque las palmas de Louis sobre estos barrían cualquier incomodidad y sólo dejaban el deseo de ser acariciado nuevamente.
Las fuerzas escapaban de su cuerpo a cada segundo, a momentos dependía de los brazos del alfa que lo sostenían; pero eso no era obstáculo. Porque el aire que respiraba le quemaba la garganta y hacía retomar la lucidez.
—Mmh... Louis—gimoteó bajito, y jadeó luego contra sus labios cuando el alfa lo tomó de las nalgas, humedeciéndose los dedos con el lubricante que impregnaba toda la zona. Harry arqueó la espalda, dejando escapar un gemido cuando los dedos comenzaron a jugar con su entrada, sin hundirse por completo en él.
Apoyó las manos en los hombros del alfa, y recorrió la musculatura hasta llegar al cuello, ascendió allí y acunó finalmente su rostro. Lo miró suplicante, delineando sus preciosos y cincelados labios con los pulgares. La barba se sentía densa contra su piel, áspera, tal y como los besos.
ESTÁS LEYENDO
Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|
FanfictionLa reina Anne de Vitrum Maritima falleció, llevándose consigo la alegría del reino, la tranquilidad de sus tres hijos y la sensatez del rey Desmond. El monarca se enfrascó en una guerra con la intención de conquistar reinos vecinos y así escapar del...