PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
En Avalia el término "país" aun no es destacable, en su lugar existe la palabra "reino" para definir una nación, el reino de Luthe, es donde actualmente me encuentro desenvolviéndome como un aventurero en mis primeros pasos, con el fin de cumplir con mi meta primordial.
Sota o el pueblo de Argoh son territorios pertenecientes de dicha nación, es justo aclarar que el pueblo de Windaz no está anexado a esta dado a que se encuentra en zona neutral, el bosque que rodea al pueblo de las brujas es como una frontera, un nexo entre Luthe y tierra neutral sin dueño a la cual Windaz forma parte, lo que técnicamente me convierte en un forastero en estas tierras.
Ahora me dirijo hacia el bosque de la aldea Argoh, atravesando en mi paso campos de cultivos de viviendas rurales para en cuestión de minutos (unos 30 a 35 para ser exacto) llegar a dar con el lugar, los arboles no eran tan grande comparado a la zona forestal de Windaz, aunque este lado de la naturaleza tampoco era tan mala, la urbanización no les ha afectado mucho y la vegetación es abundante.
Mi encargo consiste en localizar unos 10 goblin y obtener su cerebro, aunque no literalmente, de acuerdo a Hersel me basta solo con cortarles la cabeza a los goblin que mate y meterlos al saco que me presto. La extirpación del cerebro de estas criaturas es algo compleja como delicada y precisa manos hábiles para tal tarea, a mi encargo solo le basta con conseguir sus cabezas para tener mi paga, en cuanto que hacen con esos cerebros, hasta donde entiendo es cosa de alquimia.
En mi cinturón llevaba todo el equipo que necesitaba, munición para mi rifle, así como mi arma secundaria (Uzi) y la espada obsequiada por el herrero de Windaz que me servirá para decapitar a estas cosas una vez los haya matado, ahora que me doy cuenta, si el cerebro es el ingrediente que necesito, eso significa que no podre eliminarlos a base de tiros a la cabeza, tendré que contenerme y matarles desde otros puntos vitales de su cuerpo sin comprometer el cráneo.
Había tardado media hora en llegar y otra media hora para finalmente tener contacto visual con mis objetivos, veía a tres de ellos juntos, seres humanoides de piel verdosa cuya altura no superaba el metro, de larga nariz con ojos amarillos, su vestimenta consistía en taparrabos y dos de ellos usaban en su cabeza unos pequeño casco de madera, estaban armados con hachas y espadas de peso ligero.
Me posiciono sobre un árbol, sostengo con ambas manos el rifle y coloco el selector en modo semiautomático con el fin de no terminar disparando munición a montón más de la necesaria que pueda correr el riesgo de dañar sus cabezas.
Salgo de inmediato desde mi posición y apunto disparando al primero de ellos, de solo un balazo en el pecho basto para perforarle y dejarle moribundo en el suelo, sus compañeros con voces chillonas que manifestaban rencor hacia mí se acercan alzando sus armas en manos a paso veloz, pero mi rifle es más rápido que sus piernas y acabo con ellos teniendo cuidado de no herir sus cabezas.
Había conseguido a mis tres primeros ítems del encargo, aunque aún me quedaba decapitar las cabezas, saque de uno de los bolsillos del cinturón una canica metálica la cual era la espada que comprimí en dicha forma por razones de peso, la regrese a su tamaño como aspecto normal y apunto de tomar el botín de mi primera caza, el momento es interrumpido al oír voces salvajes.
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Metalord Revolution
FantasyUn hombre criado de manera funesta en su niñez de un insólito mundo habitado mayormente por Esper, se convierte en un traficante de armas gracias a su don de baja manipulación sobre metales con el cual las crea, viviendo clandestinamente en un país...