CAPITULO 154 LA BATALLA DE PRAYT (Parte 4)

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PERSPECTIVA: Coyote Fugaz


Esta es la historia de un hombre simple, sin ambiciones, sin vicios y el deseo de una vida estable con una rutina normal. Nacido de una madre prostituta y un padre mujeriego desconocido, entregado y criado en un orfanato del reino de Thardia. El hogar se sustentaba mayormente de la ayuda de sus pequeños, realizando trabajos de servidumbre a un económico precio accesible incluso para un plebeyo.


Alguno que otro terminaba en manos de un degenerado noble rico amante de los niños siervos, para fortuna, este hombre simple no fue uno de sus sirvientes. Para la edad de 13 años, descubrió que su talento para la magia era de Nivel B, las posibilidades para conseguir un empleo y valerse por sí mismo estaban abiertas, pero solo un tipo de trabajo era factible para alguien como él.


Sin saber escribir y leer, solo podría concurrir a labores que precisaran únicamente de sus cualidades físicas, buscaba un oficio que le diera un mínimo de sustento estable y no fuera por el medio criminal. Solo dos tipos de trabajos se moldeaban a su interés y capacidades, el ejército o el gremio de aventureros.


Si escogió la vida de un aventurero, era porque simplemente podría aplicar su propia rutina y modo de vivirla, la decisión estaba a sus anchas. Como todo novato, en su inicio tenía a su disposición solo meros encargos rudimentario que la mayoría considerara tediosos, pero a él no le importaba, le gustaba incluso, con el poco dinero que conseguía, le alcanzaba para la comida y una cama bajo un techo en la posada más barata.


Repitió el mismo ciclo, una y otra vez, no había quejas, no había peros, solo esfuerzo para acabar cuanto antes el trabajo, le encantaba hacerlo. Tal fue el gusto que se convirtió en hábito, día tras día era lo mismo, despertar temprano, aceptar encargos sencillos, terminarlos, regresar a la posada al anochecer, comer algo y dormir, así de simple era su rutina.


Los días se convirtieron en semanas, luego en meses y finalmente en años, para entonces habiendo cumplido sus 18 años de edad, ya era un aventurero de Rango 3. Comenzó a tomar trabajos de subyugación de monstruos de bajo nivel, para entonces tenía el poder mágico de un mago de Nivel B+, monstruos como goblins, liebres hostiles con cuernos y slimes, caían son sencillez ante sus habilidades.


Con un talento que pulía en el manejo del hacha a dos manos y sus dotes mágicos, sería fácil para él lidiar con subyugaciones de bestias y monstruosidades mágicas de mayor categoría, pero no lo necesitaba. Era sencillo y feliz, realizando los trabajos de bajo nivel, sea limpieza, cargando objetos pesados, recolección de ingredientes y eliminación de criaturas débiles.


Fue a sus 23 años y como un aventurero de rango 4 que la conoció, a una muchacha de su misma edad, de rizos morenos, una suave piel blanca con pecas en sus mejillas, vestía un conjunto de cuero reforzado con una cota de malla y blandía unas dagas mágicas gemelas. Como tal era una aventurera de rango 3 que se valía de los mismos trabajos que el hombre simple.


Pero ahí estaba la cuestión, su rutina era como la suya, despertar temprano, tomar encargos de baja categoría, cumplirlos, terminar la labor para el anochecer y descansar como comer en la posada. No aspiraba a nada más, ni sueños de convertirse en una famosa aventurera, heroína o una gran maga, solo el deseo de ganarse el sustento de cada día con simpleza.

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