CAPITULO 146 EL ORIGEN DE DNURKE

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PERSPECTIVA: Douglas


Al separarnos, ese chico Rozuel junto a la Sargaria y el Enano estuvieron por su cuenta, estoy perplejo al ver todo lo que pasaron durante ese tiempo. ¿Qué es esa cosa gigante?, su voz es la misma que la que salía en los cristales de Navum, ¿es el líder de todo esto?, ¿una especie de golem gigante parlante?.


—Suena absurdo, tan irreal pero... no debo desconcentrarme –Reflexione entonces.


Debo centrarme en la razón del porque estoy aquí, veo a un montón de personas y Sargarios en pésimos estados, sin duda fueron prisioneros liberados. Los que estuvieron cautivos por el ejército rojo, entonces "él" debe estar entre ellos, debo buscarle cuanto antes.


— ¿Dónde te encuentras?, por favor... que aun estés vivo... -Suplicaba en mis pensamientos.


Busque entre los prisioneros humanos, no veía su rostro en ninguno de ellos, ¿no está aquí?, ¿y si está encerrado en algún otro lado?, tengo que hallarle, no puedo permitir el perderlo también, es la única familia que me quedaba.


— ¿Dónde estás Dario? –Deje salir tal pregunta en voz alta mirando a los alrededor entre los diversos presos liberados.


Mientras seguía buscando, un Sargario de repente me llama y se acerca a mí.


—Disculpe, ¿acaba de decir "Dario"? –Pregunto el semihumano.


—Sí, ¿por qué lo preguntas?.


—¿Es usted el señor Douglas?.


—¿Qué?, ¿cómo sabes mi nombre?, ¿acaso tu... conoces a Dario?.


—Había un humano aprisionado junto a nosotros llamado Dario, él me pidió como un favor personal que le entregara esto a un tal "Douglas".


El Sargario toma de su pantalón un collar de plata, el adorno unido por dos pequeñas cadenas plateadas tenía el aspecto de dos niños y una mujer tomado de las manos como una familia.


—Unos Golem se lo llevaron pero antes de partir, se acercó a mí, me entrego esto y me pidió ese favor, me dijo "gracias" y se marchó con una sonrisa –Declaro el semihumano entregándome el collar.


Apreté mi pecho al sentir un fuerte golpe en mi interior, un repentino malestar, este collar era de él, de Dario. Hasta el último momento tú, nunca perdiste la fe en que vendría por ti, confiaste nuestro preciado tesoro en un desconocido que ni era humano, solo para poder entregármelo a mí, ¿es tu forma de despedirte?, hermano...


—Dario... -Replique su nombre con aflicción y caí de rodillas —Gracias... muchas gracias... -Fue mi agradecimiento para el Sargario que hizo posible que esto llegara a mi manos e inevitablemente no pude evitar derramar una lagrima.


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