CAPÍTULO 31

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-Señor, en la sala está la señorita Gallardo, quiere hablar con usted. – Fernando dejo el periódico en la mesa e inmediatamente me miro.

-¿Dijo que quería?

-No, señor.

-Gracias. Soraya.

-Le pediré que se vaya, no sé porque está aquí.

-De seguro por las fotografías, me imagino que ella desea ir contigo.

-¿Vamos? – se levantó de la mesa y extendió su mano hacia mí, unos celos enormes me estaban ganando la partida, tenía ganas de salir y decirle todo lo que se merecía, pero sabía que quizás eso era lo que ella buscaba, así que deje la servilleta en la mesa y tome la mano de mi novio para salir al encuentro de esa mujer.

-¿Qué haces aquí, Amelia? – la voz de Fernando era dura.

-Buenos días, por lo menos – miro nuestras manos con una sonrisa – veo que están muy felices.

-En efecto ¿A qué has venido? Porque tenemos que irnos.

-¿Ahora es así como viven? Aparentando una felicidad que de seguro están muy lejos de sentir y fingiendo que su noviazgo es perfecto – alzo las manos y su mirada se dirigió a mi – siempre decías que dirías toda la verdad a tus seguidores y no fuiste capaz de decir que tu novio se acostaba conmigo y que por culpa de él perdiste al hijo que negaste.

Antes de que ella terminará de hablar yo me había soltado de la mano de Fernando, cuando ella me miró con hipocresía me le acerqué, sentía a Fernando tras de mí y sé que ella nos estaba odiando – Siento lástima por ti, quieres venir a hacernos daño para ver si así puedes lograr algo, pero déjame decirte que tus palabras no surten ningún efecto en nosotros, si le mentí a la prensa es mi problema, si volví con Fernando también es mi problema y si decidiéramos dar una rueda de prensa para decir que tú lo acosabas todo el tiempo – reí ante su expresión – también es mi problema, más no el tuyo, te aconsejo que te limites a tu vida y que busques, si es que te tanto te hace falta, un novio y te aconsejo que sea soltero, es de mala educación ser la sustituta.

-Te crees mejor que todo el mundo solo porque ahora tienes el éxito a tus pies, pero déjame decirte que tu novio disfrutaba de mis besos y de mis caricias, seguiremos juntos en el escenario durante meses y todo puede pasar.

-Por supuesto que nada va a pasar – Fernando tomo la palabra – lo que tu y yo tenemos es un simple contrato de por medio, cometí un error, pero lo remedie y si pudiera deshacer ese contrato créeme que lo haría, me doy cuenta de que no puede haber ni una amistad entre nosotros, así que me tocara seguir fingiendo delante de todos, pero no uses eso para dañar mi relación. – sentí su mano en mi espalda.

-Tú de mí no te vas a burlar, piensas que yo soy un objeto que se usa sólo cuando quieres ¿¡cuántas veces fuiste a buscar mis besos porque la novia que hoy defiendes siempre te dejaba por su trabajo!? Esto que estás haciendo lo vas a pagar muy caro, no sabes con quién te has involucrado.

-Deja tus amenazas para otra persona – mire mi reloj – porque ya no tenemos tiempo para seguirte escuchando – sonreí - ¿sabes porque? Porque donde la ignorancia habla, la inteligencia calla, ya puedes saber cuál es tu papel en esta situación.

Con la rabia consumiendo todo su cuerpo, ella tomo su cartera del sofá y se dio media vuelta para salir de la sala, Fernando me tomo con más fuerza y lo mire brevemente, la mirada de Amelia era de decisión, no le tenía miedo a sus acciones, pero sería mejor no subestimarla.

-¿Estás bien, amor? – Me miro con diversión – eres única.

-Si – sonreí sin ánimos – solo que me dejó intrigada todo lo que dijo Amelia, es decir, solo vino a decirnos todo eso, creo que hay algo más detrás de su visita.

SIEMPRE LOS DOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora