CAPÍTULO 37

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*** FERNANDO MONTERO ***

-Salimos a las siete de la noche, amor – guarde la billetera en el interior de mi saco – el vuelo es de diez horas y estaremos llegando al aeropuerto de Montevideo más o menos a las 5 de la mañana.

-Hoy hablaré con Adolfo sobre este viaje – me sonrió con su dulce mirada – sé que me dará permiso porque tengo la mayoría de escenas grabadas y he asistido a todas las pruebas de vestuario y maquillaje – camine hacia ella.

-Tengo una novia muy obediente – me senté en el borde de la cama – iré a la disquera a recoger los nuevos boletos, ya sabes que los otros tuvieron un error, también la asistente de Donatto me dirá el nombre del hotel en el que nos quedaremos.

-Aún no puedo creer que vayamos a Montevideo – pasó por las manos por mi cuello y el olor de su shampoo me envolvió por completo – me han dicho que una ciudad muy tranquila, en todos los sentidos, en comparación con otras capitales de Sudamérica.

-Sí, es verdad, es por eso que es una de las ciudades más seguras aunque claro está que eso ha cambiado un poquito – sonreí – te llevaré a conocer los sitios más lindos de la capital – me acerqué a sus labios y ella se apartó un poco como siempre que jugaba conmigo – no se porque me haces sufrir tanto, castaña.

-Lo que más deseas es lo que más te atrae – volvió a acercarse y rozó sus uñas con mi cuello suavemente lo que me hizo cerrar los ojos y a ella reír.

-Sabes que no puedes hacer este tipo de cosas ahora o sino no seré responsable de mis actos – abrí los ojos de nuevo – eres una pequeña niña traviesa.

-Y tú un niño grande que me incita a hacer travesuras.

-Entonces le ordenó que deje de hacerlas – me incliné para besar su frente – es hora de que mejor se vista para que vaya a cumplir con sus obligaciones del día – pase mi mano alrededor de su cintura y tomando impulso con mi cuerpo, la tome entre mis brazos mientras ella se sorprendía y se aferraba a mí para después sacarla de la cama y dejarla fuera de ella – buenos días de nuevo. – reí.

Ella empezó a reír conmigo y se apoyó en mis hombros, nos dimos un pequeño beso en los labios en compañía de un abrazo y salí de la habitación; Soraya estaba en la sala con una taza de café que tome rápidamente y Espinel me esperaba en la puerta de la casa, vi como en la entrada estaban algunos periodistas por lo que mande a César que fuera nuevamente a hablar con ellos o caso contrario llamara a la seguridad, no iba a permitir que dañaran el día de mi novia, aún no podía averiguar nada sobre la persona que estaba detrás de ese nuevo escándalo.

-Hola, pequeño amigo – antes de entrar al carro vi llegar de su primer paseo matinal al cachorro que habíamos adoptado ayer en la feria - ¿cómo te sientes esta mañana? – me incliné para acariciarlo y el movió sus orejas a manera de respuesta.

-Es un cachorro muy educado – hablo la joven – se nota que lo han entrenado muy bien.

-Eso nos dijeron, robo el corazón de Scarlet desde que lo vio – lo acaricie una vez más y me levante del suelo – nos vemos después.

-Hasta luego, señor. – entre al coche y Espinel cerró la puerta, al pasar por la entrada César mantuvo a los periodistas alejados de nosotros, le mande un nuevo mensaje sobre lo que debía hacer en caso de que no quisieran irse.

En el camino pensé en que Amelia podía ser la responsable, pero algo no encajaba, ella no conocía a Scarlet por ese tiempo y no tenía como saber las historias que se mencionaban en esa nota periodística, porque si bien era cierto que Scarlet estaba donde estaba por ella también era cierto que nuestro plan había sido que ella me ayudaba con Marian a cambio que yo le ayudará a triunfar en este mundo y las reglas del juegos se habían cumplido, pero eso nadie lo sabía, mucho menos ella.

SIEMPRE LOS DOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora