CAPÍTULO 42

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-Buenos días, papá – me recline en el balcón que daba la vista a los jardines - ¿cómo estás?

-Bien – se escuchaba el tráfico de la ciudad al otro lado – estoy camino a una junta en Guayaquil ¿cómo va todo por allá?

-Ya sabes, no han cambiado mucho ¿has sabido algo de Camila?

-Está en Ecuador, te iba a llamar esta mañana, la persona que tengo en ese caso me dijo que llegó esta madrugada, está en Guayaquil, después de la reunión voy a ir a hablar con ella. – su voz siempre expresando seguridad y autoridad.

-¿Ella lo sabe?

-Por supuesto de no ¿crees que ella accedería a verme? Tengo a personas cuidando el lugar donde se está quedando, me están informando todo así que nada puede salir mal, esto te lo debo a ti, a tu hermana y a tu madre.

-¿Qué piensas hacer?

-Cuando más me necesitabas no estuve contigo y me comporté como el peor de los canallas, preferí a una mujer antes que a mis hijas, te hice pasar por la pena de enfrentarme en un tribunal y jamás me importó tu bienestar... Te he pedido perdón antes pero lo vuelvo hacer, la vida no me alcanzara para poder remediar mis errores, pero hoy puedo hacer algo por ti y lo haré, Camila le dirá a toda la prensa que es mentira todo lo que ha dicho.

Me quede sin palabras ante esa revelación de mi padre – Sabes que ella fue contratada por Amelia, la guitarrista principal de la gira de Fernando – sonreí con un poco de ironía – le pago para que dijera todas esas mentiras.

-¡Maldita sea! – me sobresalté - ¿¡Qué dice Fernando a todo esto!? ¿¡Porque esa mujer está actuando así!? ¡Acaso los titulares que circularon meses atrás son ciertos! – cada vez se escuchaba más molesto.

-Papa, tranquilízate – divisé a Soraya paseando con el cachorro por los jardines – yo te dije que nada de eso era cierto, lo que pasa es que Amelia se ha obsesionado con Fernando – mordí mi labio – son cosas que te explicaré luego, pero lo importante es que ella es la autora de todo.

-Con más razón, Camila tendrá que escucharme, esta misma tarde puedo asegurarte que toda la prensa sabrá que esa mujer mintió y sobre todo quien está detrás de todo esto.

-¿Está tarde?

-Sí, esta tarde, tengo que dejarte, un beso, hija.

Sostuve el teléfono entre mis manos sin saber a ciencia cierta a que se refería mi padre, salí del balcón y tome mi cartera del sillón de al lado, tenía que ir a canal y Fernando ya se había a adelantado para hablar con Adolfo, estaba con el tiempo, pero ahora estaba con la intriga de las palabras de mi papá.

En la puerta me esperaba César y otro joven más, supuse que Fernando ya se había arreglado con todos para reforzar la seguridad, entre al coche y le pedí que me llevara lo más rápido posible a mi trabajo, a pesar de todo lo que estuviera pasando, Adolfo no soportaba las impuntualidades.

-Buenos días, a todos – entre con el libreto en mis manos – aún faltan dos minutos para las nueve – alce el reloj ante la mirada de Adolfo – no he llegado tarde.

-Te has salvado por dos minutos – Sergio susurro a mi oído - yo de ti correría hacia los camerinos porque las escenas empiezan en veinte minutos.

Seguí el consejo de mi amigo y en el camerino ya me esperaban Susan y Antonio, apenas me vieron solo me dejaron respirar porque empezaron con el maquillaje, el peinado, la ropa, los aparatos de sonido, los apuntadores, en menos de veinte minutos ya era una persona completamente diferente a la que había entrado, hablando en físico.

SIEMPRE LOS DOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora