Capítulo XII "Alicia en el Pais de las Maravillas"

62 4 0
                                    

Bruno estuvo todo el día hablando con Alicia, por lo que yo me quedé mas bien, apartado, como si no pintase nada allí. Me sentía desplazado ya que yo, no tenía nada que ver con Bruno y desde luego la chica prefería estar con él. Pero no podía quejarme, tenía tiempo de sobra para pensar, aunque ya, ni mis pensamientos eran míos. Mis pensamientos eran de Adri, que no respondía a mis llamadas, me estaba empezando a preocupar. Mis pensamientos eran de David, que le prometí que iría con él a el Panem, y ha tenido que ir sin mi. Mis pensamientos eran de Cristian, que acababa de volver de Gran Youtuber, y ya que no había ido con David, debería quedar con él para verle. Mis pensamientos eran de Zed... una pequeña parte de mi quería verle, pero otra parte de mi estaba deseando no verle, nunca más... aunque, hasta cierto punto le echaba de menos, así que quizá estaría bien verle de nuevo. Y finalmente, mis pensamientos eran de ella, Carla, la chica de las mechas rosas, la primera persona de la que me he enamorado y la que más daño me ha hecho... quizá una conversación con ella no me vendría mal, sin embargo, quizá terminaba haciéndome aún más daño, aunque... no tenía ni idea de que podía pasar.

Estuve investigando por la casa de Bruno, ya que no tenía mucho mas que hacer. Sobre una mesa había una caja de cigarrillos medio llena cubierta por una fina capa de polvo, supuse que el chico habría dejado de fumar pero aún así conservaba aquella cajita de cigarrillos. Seguí mirando, y vi una foto del chico, se veía más joven, como con unos dieciséis años, estaba junto a una chica de esa misma edad, parecían felices, sin embargo el cristal del marco estaba roto, quizá se habría caído al suelo o algo. Entré en una habitación, y sobre una mesita de noche había un libro, lo cogí para hechar un vistazo y vi que era un precioso ejemplar de Alicia en el País de las Maravillas, al abrirlo noté que algo se salió del libro y cayó contra en suelo. Lo recogí y era una pequeña nota.

"Ojalá algún día nosotros tengamos nuestro propio País de las Maravillas"

Quizá eso se lo regaló aquella chica, o algo así. La verdad es que yo no tenía mucha idea y me era imposible saber algo a ciencia cierta...

Ya se iba acercando la noche, así que volví con Alicia y Bruno, ambos seguían hablando de vete tu a saber que, intenté que me hicieran caso, pero no funcionaba, y no salimos de allí hasta que Alicia no le dijo a Bruno que ya era de noche. Que poco caso me hacían... pero bueno, Alicia parecía feliz y eso era suficiente para mi, eso me alegraba. Fuimos al coche de Bruno, Alicia era la copiloto y por tanto a mi me tocaba el asiento de atrás.

-Menos mal que nos ayudas -dijo la chica- si no, al pasar de un país a otro con un coche robado podríamos acabar mal.

-¿Coche robado? -dijo Bruno impresionado- te dije que no te metieras en líos y lo primero que haces es robar un coche... Alicia, sabes lo que podría pasar, ¿por qué lo has hecho?

-Mi hermano es demasiado importante para mí... -dijo Alicia apenada.

-Lo se boba, pero no creo que Pedro quiera que su hermana acabe en la cárcel por robar un coche para ir a buscarle -soltó el muchacho mientras conducía- sería contraproducente.

-Pero aún así...

-De aún así nada -dijo Bruno elevando el tono de voz- si me lo hubieses pedido habría ido a por ti en coche, incluso puedo llevarte hasta Roma y llevaros de nuevo a Madrid.

-No necesito que lo hagas -dijo Alicia gritando- es mi batalla, ni la tuya, ni la de Lucas. Sólo os pido que me ayudeis un poco, nada más...

-Alicia... -dijo el chico- sabes que me importas y no quiero que te pase nada.

-Si, pero... -susurró la chica- dejadme hacer las cosas tal y como las tengo pensadas.

-¿Cómo pretendes que volvamos a Madrid? -pregunté curioso.

-Ya lo veré sobre la marcha -finiquitó la chica.

Después de varias horas llegamos a Montpellier, nos despedimos de Bruno y seguimos nuestro camino. Tuvimos que esperar un par de horas en la estación de autobuses, tiempo que aprovechamos para comer algo. Estaba muerto de hambre. Y en cuanto llegó el autobús, nos subimos a este, se dirigía a Montecarlo. La chica estuvo leyendo un libro, y por mi parte supongo que me quedé dormido. Con tanto viaje casi no había podido dormir, y descansar un poco no me venía nada mal.

Universo Youtube Donde viven las historias. Descúbrelo ahora