Capítulo XXIX "Encuentro Aterrador"

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Zellen me acompañaba a mi habitación, este sitio era muy raro y enorme. Le había preguntado a Zellen donde estábamos, pero no me lo quiso decir, como si tuviera algo que ocultar, o quizá algún otro reto...  No se quien era mas idiota, si este chico o Adri.

-¿Vamos a llegar ya? -pregunté impaciente.

-Ya hemos llegado -dijo abriendo las rejas de una celda.

-Estarás de broma -dije negándome a entrar.

-La verdad es que no -dijo Zellen con cara de loco mientras me hacia entrar, este chico empezaba a darme miedo- pasarás la noche aquí. Cuidado con la ratas.

Zellen cerró la celda y se fue de allí, miré a mi alrededor, había una cama con sabanas blancas, una mesita de noche sobre la cual había una pelotita roja y algo mas allá, un inodoro. No había ventanas, así que la única luz que me llegaba era la del pasillo. Desde luego este lugar era bastante deprimente, por lo que no tenia mucha idea de si era una broma, una prueba o simplemente era algo enserio. Aun así no tenia mucha idea de donde estabamos, quiero decir, esto no era la casa de Zellen obviamente, por lo cual era difícil saber donde estábamos con certeza. Me tumbé en la cama, era excesivamente incómoda, por lo que hice un esfuerzo por quedarme dormido.

Al despertar no era demasiado consciente de que hora era, es decir, mi móvil estaba roto, por lo cual Adri lo había llevado a arreglar, yo no llevaba reloj y aquí no había ventanas desde la que mirar para saber si era de día o de noche. Una desesperacion en toda regla. Cogí la pelotita y la lancé contra la pared, cogiéndola cuando rebotaba y volviéndola a tirar. Al rato me di cuenta de que una zona de la pared sonaba de forma distinta, me acerqué al gran ladrillo que sonaba distinto y lo golpeé con los nudillos. Sonaba a hueco. Intenté empujar el ladrillo pero no cedía, mire hacia los barrotes, uno estaba suelto, quizá con un poco de esfuerzo podría sacarlo. Tire del barrote y conseguí sacarlo de allí, dejando un hueco por el cual era imposible salir, pero ese no era mi propósito. Tomé con fuerza aquella barra metálica y golpeé repetidas veces el ladrillo, hasta que conseguí romperlo dejando un espacio perfecto para salir de allí. La verdad es que no esperaba tener suficiente fuerza como para romperlo, quizá había sido gracias a toda la ira que tenia dentro... Parte de esa ira es hacia mis padres, muchas de las cosas horribles que me han pasado han sido por la poca atención que me prestan y quizá al verme encerrado no me he visto como si fuera una prueba, sino una consecuencia...

Crucé el túnel y salí a otro pasillo, no estaba conectado con el de antes, por lo que me tocaba caminar, no tenía mucha idea de hacia donde, pero tampoco es que tuviese muchas más opciones. Comenzaba a no haber apenas luz, hasta que me topé con una puerta, la abrí y me encontré en una especie de plataforma que había en una enorme sala y al otro lado de esta había una puerta, pero existía un inconveniente, bajo mis pies se extendía un laberinto. Intenté memorizar el camino, era algo difícil, pero no imposible. Una vez que lo tuve claro bajé de aquella plataforma y me adentré en el laberinto. Se notaba un aire gélido, y mis pasos resonaban ligeramente. Seguí el camino como yo lo recordaba y me topé con una pared, di la vuelta y probé por distintos caminos, sin tener demasiado éxito. Me había perdido.

-¿Y ahora que? -dije casi gritando.

-¿Hola? -oí una voz no muy lejos, así que caminé hasta la voz- ¿Hay alguien ahí?

-Rebeca -dije al ver a la chica rubia.

-¿Lucas? -dijo Rebeca Stones caminando hacía mi- ¿sabes que es este sitio?

-No, me han traido aquí y no se mucho mas -dije casi entre susurros.

-¿Te han traído? -preguntó la chica velozmente- ¿Hay alguien mas aquí?

-Si -dije mientras asentía- Zellen Dust, pero no tengo mucha idea de donde está, me encerró en una celda y... he llegado hasta aquí solo, tenemos que salir.

-Claro -dijo Rebeca acercándose a un muro- ayudame a subir.

Ahuequé las manos y ayudé a subir a Rebeca, acto seguido cogí carrerilla, salté y me agarré a la mano que la chica me tendía para poder subir. Caminamos sobre los muros del laberinto hasta llegar al otro lado, y cruzamos la puerta.

-No ha sido tan difícil -dijo Rebeca sonriendo.

-Hacemos un buen equipo -dije yo poniendo la mano en alto para que me la chocase.

Seguimos caminando hasta llegar a una sala, era como un gran salón, con una alfombra roja, una chimenea y estanterías repletas de libros, Zellen permanecía en un sillón leyendo un libro en el que ponía el nombre de Edgar Allan Poe.

-Zellen, ¿que está pasando aquí? -pregunté finalmente yo.

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