Capitulo XVII "Como una rosa... o casi"

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Un escalofrío recorrió mi espalda, y de un instante a otro me vi en un lugar totalmente conocido. Columpios moviéndose, risas de niños, árboles tan altos que recuerdan a gigantes. Que lugar mas curioso y nostálgico. Los niños pequeños que corrian por el sitio me traían tantos recuerdos... seguí caminando un poco por allí mientras el aire de nostalgia invadía mis pulmones. En un instante indeterminado vi a un chico rubito de unos tres o cuatro años, junto a una chica de pelo castaño y un chico de pelo negro. Estaban los tres agarrados a aquella valla negra metálica, que les parecía tan alta y la cual, para mi no era nada. Ideaban formas de pasarla, algo prácticamente imposible para unos niños tan pequeños. El chico rubio miró un instante a donde yo estaba y me quedé alucinado con lo vi... a continuación el chico rubio, el cual era el más pequeño en cuanto a tamaño sonrió plenamente.

-Yo se como salir de aquí -soltó el chico.

Sabia perfectamente que pasaría ahora, el chico cruzó la valla pasando entre los barrotes y de algún sitio apareció la directora, una mujer mayor, de pelo negro y mirada penetrante. La mujer agarró al chico, lo levantó del suelo y lo volvió a meter en el patio infantil. Sabía perfectamente que iba a pasar eso, y lo sabía, porque el niño rubio era yo.

Me dí la vuelta y la escena cambió, me encontraba ante una puerta que ponía "5 Años" y sin pensarlo demasiado crucé la puerta. Todos los niños que había allí, incluido yo mismo miraron en mi dirección, entré en la clase pero ellos seguían mirando la puerta, eché un vistazo y vi como la profesora de rizos desordenados y sonrisa tranquilizadora entraba junto a una chica, rubia y rizos recogidos en una coleta, ojos avellana y un lunar algo más bajo del ojo.

-Chicos, os presento a Bella -dijo la profesora con su voz que transmitía alegría. Como añoraba esa voz, sólo oírla me inundaba de recuerdos y me enternecía.

La chica miró a mi pequeño yo y ambos sonrieron, ella se dirigió timidamente y se sentó junto al pequeño rubio. El chico se sonrojó y la chica soltó una dulce risita

-Soy... soy Lucas -murmuró el chico al fin, no pude evitar sonreír con esta escena tan tierna.

Crucé de nuevo la puerta y vi una sala oscura, había butacas repletas de niños y padres, pero yo y Bella no estábamos allí sentados. Reconocía que día era, asi que me senté en una de las butacas del final a disfrutar tranquilamente de lo que pasaría a continuación.

-Y a continuación -dijo la profesora de pelo castaño y corte bob- los niños de primero de primaria.

Y entonces lo vi, el chico rubio vestido de El Zorro tomando de la mano de la chica de rizos perfectos, vestida con un vestido de princesa celeste. Se colocaron en el centro del escenario y comenzaron a bailar, tengo que reconocer que esto me había hecho derramar alguna lágrima. Echo demasiado de menos a Bella.

En ese instante las luces se apagaron y al volver a encenderse nos vi a mi y a mi Bella sobre el mismo escenario. Tenían algo más de edad y estaban junto a algunos amigos más. Este era el momento de brillar, como Bella y yo soñábamos, hicimos nuestro el escenario con nuestra representación de Shake It Up, y si, Bella era Cece y yo era Flynn, irónico que yo fuera el pequeño cuando en realidad yo era trece días mayor que ella. Maldito número trece, nunca un número me había desesperado tanto mientras intentaba reducirse, tan lentamente como se consume un cigarro. Y digamos que seguí recordando el número trece, lo seguí recordando aunque nada más acabar ese curso tuvimos la primera mudanza y no volví a ver a Bella nunca más. Ese día dejé de ver el cielo celeste y lo empecé a ver gris.

Allí estaba yo, un maldito rubio con el pelo algo largo, ahora odio ese pelo. ¿dónde estaba? En el cumpleaños de una amiga, besando a otra chica en su cuarto. A otra chica a la que nunca quise, porque mi corazón siempre fue de Bella, y creo que así será, hasta que un día nos veamos y me devuelva mi corazón. Esta escena para mi parecía una tortura, quería dejar ya de verla, pasar ya a la siguiente mudanza.

-¡Marica! -oí decir a alguien por los pasillos de mi nuevo colegio, un idiota aburrido simplemente.

Era curioso pensar que por aquellos pasillos la gente se limitaba a observar y cuchillear, pero nunca actuar. Aunque yo era el primero que se limitaba a agachar la cabeza y seguir caminando. Siguiente mudanza...

-Mira al rarito -cuchilleaban unas voces- se pasa el día en aquella esquina escuchando música.

Que manía con considerarme diferente siempre, que tontería la verdad, pero a veces una tontería llega a ser mucho, y a mi me afectaba cada tontería, al punto de cortarme el pelo por ser el Bieber o de cambiar mi estilo de vestir por lo que decían algunos imbéciles. Que Instituto mas denigrante. Vayamos con la mudanza más gris... o roja...

-¿Y si no quiero callarme? -soltó el rubito de unos doce o trece años antes de recibir un puñetazo en la cara y escupir sangre, tiñiendo el suelo de rojo.

-Recibirás más golpes -dijo el chico dos años mayor que yo que traía locas a todas las chicas.

-¿Crees que te servirá conmigo? -dije lanzándome contra él y acabando siendo tumbado.

-Si, lo creo -dijo aquel imbécil antes de pegarme una patada en el estómago y marcharse.

Esa mudanza no era la mas dolorosa solo por traer los peores insultos, ni por aquellas palizas. Si no porque yo era quien mas daño me hacía, y justo ahora veía como me hacía daño. Derramaba mis lágrimas en el agua de la bañera mientras la sangre de mi brazo teñia el agua de rojo. Podría decir que la gente quería hundirme, pero sería mentira, yo era el primero que me hundía y era muy duro para mí tener que ver esto que había pasado hacia tan poco...

Pero por fin llegó un golpe de suerte a mi vida, y vine a parar a Madrid, el primer sitio que llamo hogar desde que me fui de Málaga y no volví a ver a Bella. El primer sitio en el que me siento seguro.

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