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Me desperté a duras penas, una brisa helada traspazo las sábanas que me cubrían y se adentró en mis huesos, desorientada observé mi habitación, recordaba haberme quedado dormida con el libro en mi pecho y con la cama sin destender, la brisa atrajo mi visión a la ventana, me pareció extraño verla abierta cuando estaba segura de que la había dejado cerrada por la noche, omiti la confusión de mi mente deduciendo que lo más seguro es que olvide cerrarla y que mamá había entrado para cubrirme con las sábanas y poner el libro en la mesita de noche.
Me levanté de mi cómoda cama y me dirige hacía el baño, lavé mis dientes, me duche he hice mis necesidades. Normalmente en otras fechas estaría alistandome para irme a la escuela, suspire de nostalgia, porque aunque pareciera raro extrañaba ir a clases, me había graduado el año pasado y aún no sabía que carajos iba a hacer con mi vida, si quería ir a la universidad o no, así que desde que me gradué me dediqué a ayudar a mamá en la casa y una vez a la semana tenía clases de Inglés, todo era mientras me decidía, pero sin darme cuenta se convirtió en rutina permanente y al final tomé la decisión de que por ahora no iría a la universidad y agradezco que cuento con dos increíbles padres que siempre me apoyan en lo que decida.
Bajé a la sala de mi casa y caminé hacía la cocina, me acerqué al microondas para ver si había mamá me había dejado mi desayuno hecho antes de irse al trabajo, pero esto no era siempre, todo dependía de su horario, habían días en que salía después del mediodía y no regresaba hasta la media noche o habían días como ayer en los que tenía turno de madrugada, desde las dos de la mañana hasta las cinco de la tarde, por eso anoche logramos cenar juntos, y también estaban los días como hoy en los que salía a las cinco de la mañana y regresaba a las diez de la noche, y todo eso si no habían emergencias.
Papá salía a las siete de la mañana apresurado y no lo veía hasta las nueve de la noche, por lo que ayer me sorprendió verlo llegar para la hora de la cena.
Y mi prima, Melissa, se iba a la universidad desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde.
Todas mis mañanas eran iguales, siempre despertaba y estaba sola en casa.
Debido a que no había desayuno hecho tuve que prepararme algo para comer, lo más fácil por hacer era cereal, así que tomé la caja y serví el cereal en un tazón que coloqué en mesón de la cocina y luego saqué la leche de la nevera y la serví junto al cereal, caminé a la mesa y me senté, estaba lista con la cuchara en la mano para meterme el primer bocado de mi comida cuando recibí una llamada de valentina.
— Estoy en el café, ¿Dónde mierda estás? — Regañó apenas contesté.
— Primero, buenos días, segundo, no me hables en ese tono que es muy temprano, y tercero, ya voy cerca. — Era obvio que eso era mentira, pues aún estaba en la mesa empezando a comerme mi cereal.
— Bien, sólo apresúrate.
Colgué y lo primero que hice fue embucharme el cereal como pude, luego llevé el tazón a la cocina, lo dejé ahí y subí a mi habitación, me puse unos vaqueros negros, una camisa holgada de color blanco y unos zapatos deportivos del color de la camisa, bastante simple, pero que aún así me veía bien.
Salí de mi casa después de tomar las llaves del auto, este había sido mi regalo en mi cumpleaño pasado y gracias a los contactos de mi padre pude tomar clases y sacar mi licencia de conducir, salí asegurandome de dejar bien cerrada la casa y me subí en el auto, no me consideraba experta manejando, pero si sabía defenderme en la vía y podía sobrevivir sin problemas.
Estaba conduciendo cuando recibí otra llamada de Valentina. Contesté, lo puse en altavoz y acomode mi celular en mis piernas.
— ¿Dónde estás Ángela? Llevo horas esperándote.
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Cuando Menos Te Lo Esperas.© (Primer libro).
Romance(COMPLETO) Ángela nunca se ha enamorado de nadie más después de los doce años, jamás se ha entregado a alguién, tiene aventuras, amoríos, le gusta pasar buenos ratos, tiene crushes, amores platónicos, pero ella tiene un lema: "Enamorarse es de débi...