Diana despertó con los rayos de sol que entraban por la ventana y llegaban hasta su cama. Eran pasadas las 10 AM. Se levantó. Tomó una ducha, se secó el cabello y se vistió rápidamente con lo primero que encontró en una de las maletas que aún no desempacaba. No comió nada y es que no tenía nada para comer en la nevera. Decidió abrigarse bien, ya que a pesar de que el sol estaba alumbrando con fuerza afuera se sentía el frío, era invierno aún. Caminó a la universidad, que estaba a 5 cuadras del departamento. En el camino, pasó a una tienda en donde compró un café y algo así como un pastel, que se devoró en dos minutos.
La facultad era realmente grande e imponente, llena de jardines por doquier. Se sentía un poco confundida pero estaba feliz, sentía que esto era una nueva oportunidad que le daba la vida. Caminó hacía el edificio principal, entró y vio al fondo un mesón, parecía ser algo así como una central de informaciones. Vio que atendía una chica muy sonriente de pelo lacio y largo. Se acercó y le habló en inglés: “Hola”, dijo tímidamente Diana, como esperando ver si la chica le comprendía. A lo que esta respondió, en inglés también: “Hola. Puedo ayudarle?” Diana lanzó un suspiro de alivio. Ya más tranquila le preguntó donde se estaba impartiendo el diplomado en Administración de Empresas para becados. La chica le dio las indicaciones y le entregó una hoja con los horarios de las clases. La chica caminó en dirección al salón en el cual se impartiría la clase. Mirando el horario, que afortunadamente estaba en inglés, se dio cuenta que las clases eran sólo lunes, miércoles y viernes hasta las 13 hrs. Pensó que era genial porque eso le daba tiempo para conocer la ciudad, repasar la materia de las clases y hasta incluso trabajar! Podía enseñar inglés o español y tendría un dinero extra con lo que podría arreglar el departamento, ya que serían 6 meses los que estaría ahí. Entró al aula y para sorpresa de ella habían ya unos 15 alumnos que parecían ser de diferentes países. Sólo un par de ellos eran asiáticos. No alcanzó a saludar a nadie cuando ingresó el profesor. Era un señor mayor, asiático y con aspecto gruñón. Hizo la clase en inglés. Le parecía genial todo, era como nuevamente fuera una adolescente y estuviera estudiando en la universidad. La mañana transcurrió muy rápido. Luego, almorzó con dos chicas que conoció allí. Una era española, se llama Lucía y la otra era colombiana, Margarita. Después de almorzar las chicas invitaron a Diana a un centro comercial donde se pasaron toda la tarde y a eso de las 7 le comentaron que iban a ir a una discoteca. Diana aceptó ir con ellas. Hace mucho tiempo que no se daba esos gustos. Se sentía renovada, una quinceañera casi. Era como si volviera a nacer. En la discoteca bailaron hasta que ya no podían moverse del dolor de pies. Desde luego muchos chicos se les acercaban e intentaban invitarlas, especialmente a Diana. Y es que era imposible que ella pasara desapercibida para un chico joven con las hormonas revolucionadas. La muchacha era realmente atractiva. Alta, delgada pero muy bien formada y curvilínea, característica principal de las latinas, herencia de su padre. De su madre había sacado la tez, muy blanca y el rostro redondo. Sus ojos eran grandes y verde azulados con largas y crespas pestañas, una nariz pequeña y redonda y una boca muy pequeña también pero con los labios bien definidos y nada delgados. Su cabello era ondulado y rubio y caía como una cascada por sus hombros finos hasta un poco más arriba de su pequeña cintura. Al mirarla al rostro daba la impresión de estar mirando una muñequita. No representaba más de 23 años cuando en realidad ya había cumplido los 28. Esta mezcla, venía de su padre sudamericano y su madre norteamericana, lo que al parecer le había dado muy buenos genes. A sus nuevas amigas también las miraban mucho. Lucía era muy alta y morena, bastante voluptuosa. Tenía unos ojos muy grandes y negros, la nariz muy angulosa, al igual que su barbilla. Su cara alargada y la boca grande con los labios gruesos. Llevaba el pelo suelto, lacio y era de un color rojo intenso. Margarita tampoco se quedaba atrás. Si bien no era muy alta, sino más bien bajita tenía el cuerpo típico de las centroamericanas, lleno de curvas, lo que acentuaba más con la ropa que le gustaba usar, siempre muy ceñida y escotada. Esto llamaba realmente la atención en los asiáticos ya que la mayoría de las chicas allá, eran generalmente delgadas y nada de curvilíneas. Su piel era realmente bronceada, lo que hacía resaltar sus ojos verde pardos. Su cabello estaba recogido en un moño, era ondulado y castaño. Diana, reía y bailaba al ritmo de una música muy pegajosa que nunca en su vida había oído, a pesar que le dolían muchísimo los pies. Ya muy cansada, se fue a sentar y pidió una bebida. Margarita se le incorporó, mientras Lucía estaba animadísima bailando con un chico muy alto y guapo. Diana dijo: “Parece que Lucía ya encontró novio”. A lo que Margarita respondió: “Parece que sí!”. En eso empezó a sonar una pegajosa canción que a Diana le pareció conocida pero no sabía de donde porque no entendía ni media palabra. Hasta que de pronto escuchó partes en inglés que decían: “Cause you’re a cheater, a lier and a killer. You took my love and kill it girl…”. Y recordó. Era la canción que cantaban las jovencitas en el aeropuerto. La canción que la había hecho sentirse identificada, porque en parte ella estaba en Seúl ahora, queriendo escapar del amor. De un tipo que la había decepcionada y traicionado. Recordó aquel desmayo en la cafetería del aeropuerto la noche anterior y esa canción haciendo eco en su cabeza. Margarita la sacó de sus pensamientos y le dijo: “¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?”. Diana la miró, sus ojos se veían tristes y sus mejillas habían perdido lo rosa que las caracterizaba, estaba pálida. Ella contestó: “¿Quién canta esa canción?”. Margarita se asustó un poco al verla con una expresión tan extraña en su rostro y al escuchar una respuesta nada que ver a la pregunta que ella le había formulado. Insistió: “Diana, si no te sientes bien, nos vamos ahora, si?”. Diana pareció entender la preocupación de su nueva amiga y la tranquilizó explicándole que no le pasaba nada, que sólo se sentía cansada y que si era una buena idea retirarse porque ya era más de la medianoche. Pero insistió nuevamente preguntándole quien cantaba. Margarita respondió: “Este estilo de música se llama K-pop, no habías oído nunca hablar? A mi me encanta”, Diana negó con la cabeza. “No recuerdo el nombre de quien canta esta canción, llevo sólo un mes viviendo en Corea. Pero si se que es un chico que vuelve loca a todas las jovencitas aquí. Es como… Nick Carter en Estados Unidos. A mi me encanta esta música y ese chico también!” Y largó una risotada. Diana también sonrió. Tomó su bolso y se puso de pie. Margarita fue a preguntarle a Lucía si se iría con ellas pero le dijo que no, que le había parecido muy interesante el chico coreano que había conocido allí y se quedaría una rato más con él.” Diana y Margarita se despidieron afuera de la discoteca y cada una tomó un taxi para su casa.
Todo el primer mes fue muy similar. La herida del corazón de Diana iba sanando poco a poco, con la ayuda del diplomado, de sus nuevas amigas y del frío de Seúl, parecía como si este estuviera congelando el corazón de la chica. Tenía muchas actividades nuevas, lo que le permitía tener su mente y corazón ocupados. Diana estudiaba mucho Con sus nuevas amigas habían decidido firmemente aprender el coreano y consiguieron en la biblioteca de la facultad y por internet todo el material necesario para hacerlo, lo cual fue dando frutos mientras transcurrían los días. Además, cada una había encontrado personas que querían aprender a hablar el español y estaban dando clases particulares.
Un día en la facultad, Margarita llegó muy emocionada. Las otras dos chicas no entendían nada. Lucía se hartó de la actitud de la chica y le dijo cortante: “Bueno, nos vas a decir que te pasa o no?”. Margarita les contó que ella tenía un amigo que conocía a un productor famoso de Corea de la agencia Daesung, quien estaba buscando una asistente con estudios en administración de empresas para trabajar medio tiempo por un par de meses, pero que el requisito era que hablara a la perfección el inglés y el español. Que a ella se la habían ofrecido pero no podía aplicar porque entendía el inglés pero no lo hablaba. Les dijo que de inmediato había pensado en Diana. Margarita no paraba de hablar, se veía realmente emocionada porque le gustaba mucho este medio. Además, lo mejor de todo era el sueldo. Pagaban cerca de USD 2.000 al mes. Diana la miró estupefacta, no sabía qué decir. Ella tenía experiencia en su carrera, de hecho en su país había trabajado cerca de 6 años en una prestigiosa empresa, a la cual había renunciado por la beca que se había ganado. No sabía si sería lo correcto postular a este trabajo, teniendo en cuenta que en 5 meses se devolvería a su país. De todos modos, la chica recibió la dirección de correo electrónica cordialmente y la guardó en su bolsa.
Fue un día realmente agotador. Diana llegó a su casa a eso de las 20 hrs. No tenía ganas ni siquiera de comer porque se sentía muy cansada. Sólo se dirigió a su habitación y se tendió sobre la cama. Había tenido clases muy intensas ese día, luego había pasado preparando un proyecto hasta entradas horas de la tarde y finalmente había ido a hacer clases de español a un diplomático que vivía a 1 hora de su casa. Mientras pensaba en lo que tenía que hacer el día siguiente se quedó profundamente dormida, sin siquiera ponerse el pijama o meterse adentro de la cama.
Abrió los ojos y vió la luz que entraba por la ventana. En ese momento se dio cuenta que se había quedado dormida toda la noche tirada encima de la cama. Largó una risotada. Se levantó, se bañó y preparó el desayuno. Luego sacó los libros de su bolso, y es que tenía que terminar el informe que estaba preparando. Diana siempre se había caracterizado por ser una persona muy perfeccionista, dedicada y competitiva. Siempre le gustaba ser la mejor en todo lo que hacía, lo que también se notaba esta vez. Gracias a todo su esfuerzo era la mejor alumna de su clase y la que mejor dominaba el coreano también, entre todos los estudiantes extranjeros. Entre los libros que sacó, saltó un papel. Diana lo tomó y lo abrió. Se dio cuenta que era la dirección que le había entregado Margarita para enviar su Curriculum Vitae y aplicar a ese “trabajo soñado” que le había comentado. Lo pensó un par de minutos. Tomó la computadora y comenzó a escribir un correo, adjuntó su CV y lo envió. No tenía nada que perder, muy por el contrario, si pensaban que ella servía para ese trabajo, sería otro más de sus logros y otra razón para luchar más duro. Si no la consideraban, no importaba. No era parte de su destino. Terminó al fin su trabajo a eso de las 5 de la tarde y decidió dejar el resto del día para descansar y así fue.* no se olviden de comentar votar y por supuesto seguirnos...
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"My destiny"
Lãng mạnSinopsis: Diana, una chica latina, llega por casualidades de la vida a Corea del Sur, gracias a una beca de estudios, con el fin de comenzar una nueva vida. Allí conoce a una estrella del Kpop, Kim Hyun Joong, quien le ayudará a reencantarse con la...