-¿Qué intentas hacer conmigo?- Dice con voz ronca. Atrapa mi lóbulo con los dientes y muevo las caderas contra las suyas sin darme cuenta. Las dos nos quedamos sin aire.
-¡A los cubos!- Gritan los guardias.
-Creo que es la primera vez que he deseado quedarme en el patio...- Me susurra en la mandíbula, yo me aferro a ella. Solo espero que Owen cumpla su parte del trato.
Cuando caminamos hacia nuestros cubos, un soldado subió me agarra del antebrazo, Alessa nota el tirón y no tarda en ponerse entre nosotros.
-Calma, por favor.- Dice Owen apareciendo de la nada.- Necesito un par de viales.
El corazón de Alessa se acelera y veo como su cara pierde color y palidece.
-Solo será un segundo.- Dice Owen mirando a Alessa.
-Sara viene conmigo.- Ellos no parecen verlo pero yo si noto como su voz tiembla cuando habla. Me presiona aun más contra ella y habla de nuevo.
-Estaré más tranquila si ella está conmigo.
Owen se lo piensa unos minutos antes de asentir, pero Alessa no suelta el aire, sigue tensa... Algo va mal.
-Respira.- Le recuerdo mientras seguimos a Owen.- Tienes el corazón a mil. ¿Qué pasa?
Ella traga saliva y me mira fijamente.
-No te rías, ¿vale?- Asiento.- Yo... am... Tengo... M-Me dan pánico las agujas.- Me susurra. Parpadeo tres veces.
-¿De verdad?
Ella asiente nerviosa.
-Vaya... Nunca lo hubiera imaginado.
-Lo sé, es patético.- Musita.
-No, es normal. Todo el mundo tiene que temer a algo.
-Sí pero ¿agujas? Me resulta estúpido incluso a mi...
-Una vez mi padre me dijo: Valiente no es aquel sin miedos, sino aquel que aun teniéndolos se enfrenta a ellos.
Alessa me besa. Ahí en medio. Frente a todos los científicos y presos. Frente a los soldados. Frente a Owen.
-Creo que si tú estás conmigo, podre enfrentarme a ese estúpido miedo.- Dice respirando hondo.
-Así se habla.
Minutos después
Alessa está sentada en una silla, su cuerpo esta rígido y duro como el metal. Yo estoy sentada de rodillas frente a ella, la agarro de la mano. Ella intenta mirarme a los ojos pero su mirada se desvía hacia la científica que hace ruido todo el rato mientras busca los utensilios. No creo que ellos sepan lo de Alessa, a pesar de estar tensa y rígida lo oculta bien, solo parece estar alerta por desconfianza.
Levanto su mano y la llevo a mi boca, deposito un beso ahí y la miro fijamente.
-Yo también te adoro.- Dice acariciando mi cara con las yemas de sus dedos. Parpadeo un par de veces.
-El beso.- Dice.- En la mano significa "te adoro". ¿No lo sabías?
Niego con la cabeza.
-Entonces eso lo hace aun más especial.
Cuando por fin acaban, nos llevan a la penúltima sala subterránea, allí nos conducen hasta una gran habitación con tres paredes blancas y no transparentes. Se me hace raro ver una pared normal, pero es aun más raro que una de las paredes si es transparente...
Nada más entrar lo primero que veo es un gran escritorio con una silla y una lámpara, sobre el escritorio hay dos bandejas de comida. También hay una cama de una sola persona. Los soldados cierran las puertas y se quedan fuera dándonos la espalda. Vigilando. Alessa se fija en ellos.
-Eso significa que no hay cámaras, por eso nos vigilan.
-Pero aun pueden oírnos.- Ella se levanta y merodea por las paredes dando pequeños golpes mientras pone la oreja en la pared.
-Si hay alguno notare una pequeña vibración.- Me explica. Yo la miro asombrada. Me giro y cojo las bandejas de comida, han echado más de lo normal. Alessa tiene razón, intenta mantenerme contenta. Unos brazos fuertes rodean mi cintura y acarician mi piel.
-No hay micros.- Dice en mi oído.- Puedo decirte todo tipo de cosas pervertidas ahora.
Mi mente imagina muchas cosas obscenas, y se me escapa una risita nerviosa.
-Por cierto.- Noto como su voz cambia así que la miro.- ¿Puedes explicarme porque estas más delgada?- Vuelvo a mirar al frente. No le va a gustar...
-Bueno... Cuando te secuestraron yo...- No, no le está gustando nada.- Escucha te quiero demasiado, no podía dejar de pensar en ti y se me quitaba el hambre cuando pensaba en que te podían estar haciendo.- Le digo girándome y lanzándome a su cuello.
-Hmm...- Gime un poco en mi oído.- Te doy puntos por el intento... Y porque me ha gustado. Pero ahora...
Se acerca a mí y yo abro la boca instintivamente, de repente una cuchara se mete en mi boca. La miro sorprendida y ella me enseña su risa traviesa. Muerdo la cuchara, obligándola a moverla de un lado a otro para intentar sacarla. Ella me mira con lascividad y mientras su pervertida cabeza se divierte le meto su cuchara con comida en la boca.
Alessa pasea su lengua por la cuchara, chupándola entera trayéndome recuerdos que me acaloran, me mira fijamente mientras traga y yo aprieto los muslos inconscientemente. Dios, es la comida más erótica que he podido imaginar. Le saco la cuchara de la boca y ella desliza la lengua por la curvatura de la cuchara haciendo que me estremezca, sonríe satisfecha y saca la cuchara de mi boca con facilidad. Creo que mi mandíbula esta en el suelo ahora mismo.
-No juegas limpio.- Le digo mientras como mirando mi comida, con un gran rubor.
-No.- Dice comiendo también y acabando a la velocidad del rayo.- Pero me ha dado la sensación de que te gustaba.- Mueve sus caderas y desliza sus manos bajo la ropa.
-Ah, no, no.- Digo levantándome antes de que sea demasiado tarde y no me pueda resistir.- Pueden vernos.- Miro a los soldados. Cuando vuelvo a mirar a Alessa la veo tumbando la cama, haciendo una pared para que los soldados no puedan ver nada.
Me muestra esa sonrisa de diablo y baja la mirada observando cada centímetro de mi cuerpo con atención, sus ojos brillan mientras suben. Mi cuerpo se acalora, y se me seca la boca.
-Ya no nos ve nadie.- Susurra con voz ronca y los ojos encendidos.
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¡Ámame como yo te amo!
RandomCuando tenia apenas 10 años una hermosa chica apareció en mi balcón seriamente herida, con marcas de combate y deshidratada. A la mañana siguiente de atenderla, desapareció. Mi nombre es Sara, tengo 17 años y... aun no puedo olvidar a esa pequeña...