9. La deuda

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Le devuelvo el beso mientras me alzo un poco poniéndome de puntillas y de repente un ruido sordo me perfora los oídos. Abro los ojos sorprendida por el sonido, en ese momento me doy cuenta de que Alessa está arrodillada en el suelo tapándose los oídos con ambas manos. Su cara muestra una completa agonía.

-Jode. ¿Verdad? – Dice un hombre vestido de camuflaje. Tiene un arma en la mano y sobre ella una especie de radio que crea ese maldito sonido. Se acerca a nosotras, mira a Alessa con ansiedad, como si fuera una especie de trofeo. Me pone los pelos de punta. Estoy a punto de reaccionar cuando...

-En realidad no.- Dice Alessa quitándose las manos de los oídos. Oigo varios disparos, que dan al árbol de mis pies, ¡justo donde esta ella! Giro bruscamente la cabeza. Ella no está. Oigo un crujido y un leve grito de dolor. Miro al frente para ver a Alessa con el arma y el soldado en el suelo. Tiene el brazo torcido sobre su espalda y Alessa le ha metido un pañuelo en la boca para que no pueda gritar alto. Se me revuelve el estomago al ver el brazo amoratado y torcido. Ella arranca del arma ese maldito aparato y lo tira al suelo para pisarlo y acabar con él. – No se gira para mirarme. - Vete. - Pero no me puedo mover, estoy demasiado impactada.

-No sabía que fueras tan estúpido como para venir solo. – Su voz... ha cambiado. Ahora es más dura, fría. Sin vida. El soldado está completamente pálido, el terror se refleja en sus ojos y está completamente inmóvil.

-Se supone que eso debía inmovilizarte. – Miro su espalda, ella no parece inmutarse de lo que él está diciendo.

Alessa le susurra algo que apenas puedo oír. Los ojos del soldado se abren mientras comprende algo. – Me parece que te han enviado a una trampa.- Se calla durante unos segundos.- O acaso.... ¿Has cogido el nuevo invento del doctor y viniste creyendo que te llevarías mi cabeza? Pffff.- Dice ella ensanchando su sonrisa de manera espeluznante. Yo no entiendo nada.

De repente noto unas fuertes manos en mis hombros que me giran hasta que no puedo ver nada.

-Llévatela. - Dice Alessa. Su voz es pausada y relajada, pero con un tono estremecedor. Levanto la vista para ver como Max asiente con la cabeza. Me agarra del antebrazo y me fuerza a correr pendiente abajo.

-Vamos.- Dice apremiándome a bajar mas rápido. Mientras intento coordinar mis piernas oigo golpes y los gritos atroces del soldado.

-Espera, Alessa... - Digo intentando resistirme. Hace un par de metros que ya no los veos y esos gritos me preocupan.

-¡BONITA ESCENA POR CIERT...!- Se oye un horrible crujido que le impide acabar la frase. Era la voz del soldado. Se me hiela la sangre. Nosotras... Nos ha visto. ¿Pero quién es? ¿Qué quiere? Está claro que Alessa le conoce, a él y a ese "doctor" del que hablaban. Además, ¿qué hace un soldado aquí? Empiezo a sentir la cabeza embotellada.

-Porque no cerrara la boca.- Dice Max muy bajo.

Mi cuerpo se siente cada vez más pesado. Cada vez me encuentro más agotada. Tropiezo un par de veces pero Max no deja que me caiga. El bosque empieza a girar, estamos casi en el aparcamiento pero la luz es demasiado brillante. Mis rodillas me fallan y me caigo.

Horas más tarde

Parpadeo un par de veces y estiro un brazo para desperezarme un poco. Oigo un par de voces hablando cerca de la habitación. Decido levantarme e ir hacia el sonido. Me encuentro a mama y a su hermana sentadas en la cocina.

-¿Mama?- Digo desde lo alto de la escalera.

-Oh, ¿ya estas despierta? – Dice mi tía.

-Sara no me gusta que hagas eso, hay algo llamado "El reloj biológico del cuerpo". Si no trasnocharas tanto ahora no te sentirías tan cansada. Esta noche vas a ir pronto a la cama.

¡Ámame como yo te amo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora