Capítulo VI Quebrantando mi Corazón

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Allí estaban mi padre y hermano, ellos me saludaban desde abajo y yo desde arriba, quería bajar, pero no podía hacerlo, tanto las visitas como salir del piso donde me encontraba estaba prohibido. Solo pude saludarlos desde allí

-Papi, César- era lo que gritaba desde el tercer piso, mientras veía como mi padre me saludaba con la mano y mi hermano saltaba en el mismo sitio

Después de eso me quedé dos días más en el hospital infantil. La señora que resultó ser mi prima lejana le prestó uno de sus colchones a mi mamá y allí durmió los últimos días a mi lado. Al cuarto día, me cambiaron de piso, bajamos al segundo, me darían de alta, fue allí donde vi entrar a mis tías para saludarme, al igual que algunas primas de la edad de mi mamá. Todas me llevaron algo, algunas ropa, otras comida y así.

Cuando pude salir del hospital, me encontré con mi primo favorito, Rodolfo. Él era sobrino de mi padre y ya mayor, tenía 20 años esa vez, de todos mis primos, era el que me trataba más, incluso jugaba conmigo en algunas ocasiones, yo me burlaba a veces de él, diciendo que era el reno de Santa.

Rodolfo, me sacó y me llevó a casa de mi abuela con mi mamá, él me llevaba en sus brazos, subió el segundo piso de la casa y me metió en una habitación bastante grande, dejándome en la cama, mi mamá estaba allí con él, yo no quería que se fuera, me gustaba su compañía, pero debía ir a trabajar. Mi madre por su parte, me ayudó a arreglarme, y quedarme allí; de nuevo estaba encerrada, no podía bajar a ver a mi abuela y ella tampoco podía subir, pues era muy mayor y sus piernas no daban para subir

Mi padre y hermano llegaron al día siguiente y me fueron a ver, ese día mi papá me contó que en la cama donde yo dormía la había construido mi abuelo que nunca llegué a conocer, ni siquiera mi mamá, ya qué había muerto un mes antes de que mi padre y madre se conocieran. Además me contó que él la construyó con un propósito que se cumplió un poco después y era que allí naciera su último hijo y ese era mi papá. Después de eso él me dejó la ropa que me había traído de la casa y se fue de regreso al Zulia, tenía que ir a trabajar.

Recibí visitas de toda mi familia por parte de mi padre, todos vivían en la misma calle de la casa de mi abuela, pero ninguna me gustó más que la visita de mi primo segundo y bisnieto de la abuela, Rubén, él era muy divertido, me contó muchas historias, chistes, él iba casi todo el tiempo y me contaba siempre algo nuevo, estudiaba en la secundaria en ese momento, era muy gracioso. Claro también me gustó la visita de Ester la hermana de Rodolfo, era muy dulce y me dijo que también la habían operado de lo mismo y me contó cómo le pasó a ella. Cuando ya me iba a ir le dije mi mamá que quería ver a mi abuela y así fue, con mucho cuidado fui a verla en su habitación, ella estaba acostada en su cama, en ese momento se encontraba dormida por lo que tuve que darle un beso en la frente y me fui.

Rodolfo me estaba esperando, él me abrazó, me preguntó sobre mi salud y yo le respondí positivamente, por el camino me contó que a él le había pasado lo mismo que a mí, así que me entendía.

Al regresar mi perro Duque me saludó muy alegre al igual que yo, me encantaba jugar con mi perro, pero cuando entre, me encontré que no tenía cama sino un colchón en la malla y tubos de la cama y estaba en el suelo

-¿Y mi cama?- pregunté desconcertada.

-Se rompió- dijo mi padre de lo más normal

Mi madre fue afuera buscó unos ladrillo y los colocó en cada punta del colchón levantándola para que yo pidiera estar alta y sobre el suelo. Los primeros días estuvieron bien, pero luego empecé a soñar

-Yo estaba cayendo a un vacío sin fondo, donde giraba una y otra vez. De pronto sentí un golpe-

Cuando desperté estaba en el suelo y la herida me dolía demasiado, me había caído de la cama. Fui hasta donde mi mamá y ella me revisó para saber si no me había ocurrido nada y gracias a Dios no pasó nada. Pocos días después me llevó a la pediatra y ella me quitó el hilo que atravesaba y unía la herida. Cuando lo hizo, no me dolió tanto, solo sentí un ardor, pero luego se me quitó

Historia de una GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora