Capitulo XIII El Encuentro con mi Padre

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Mi madre empezó a contarnos que desde que él llegó a casa, el dolor de cabeza era más fuerte que el de una migraña, él se sentía tan mal, que pensó que moriría y dijo en voz audible

-Señor, si este es mi último día, perdona todos mis pecados y te recibo nuevamente en mi vida, toma el control de todo y haz tu voluntad conmigo-

Al terminar de hablar, perdió el conocimiento y empezó a escuchar las aves cantar y picotear la ventana de la habitación, el abrió sus ojos pero ya no veía nada, estaba completamente ciego, por lo que dijo

-Gracias Dios por dejarme vivir, tal vez perdí la visión, pero no desperdiciaré la nueva vida que me das-

Él se levantó, se olvidó que mi Tío Luis se encontraba en casa. Se arregló, tanteando todas las cosas, salió de la casa y se dejó guiar por el sonido de su alrededor, cuando iba por la casa pastoral, se tropezó con su auto y luego continuó, cuando no escuchaba los autos cruzaba, él le daba gracias a Dios de haberse aprendido el camino.

Cuando llegó a la tornillería abrió y dejó todo como estaba, los empleados llegaron después de él, mi padre les advertía que ese día no podría atender a nadie porque estaba ciego, ninguno le creyó hasta que vieron que mi padre no bromeaba.

A las 10:00am llegó un amigo de mi padre y cliente fijo, él lo vio, empezó a conversar, le dijo que lo atendiera, pero mi padre le dijo lo mismo que a los empleados y él no le creyó hasta que hizo una prueba para saber si en verdad no veía, al ver que no reaccionó, le dijo que saliera del trabajo porque lo llevaría al médico, mi padre obedeció y cuando fueron lo refirieron a un traumatólogo, pero no podría ir muy lejos en ese estado, así que regresó a casa, mi tío Luis le habló y él se recordó que estaba en casa, por lo que le pidió que marcara el número del hermano para ir a Valera y buscar al traumatólogo.

Después que mi tío Luis lo ayudase, a las horas llegó mi tío Jacinto a buscarlo y se lo llevó a Valera, para su casa. Mis tíos empezaron a buscar a un traumatólogo pero no encontraron ninguno en esos momentos.

Cuando escuché toda la historia, me sorprendí de lo determinado que puede llegar a ser mi padre. Nos fuimos a acostar y aunque estábamos tristes, Emily nos decidió animar junto a Nakarid

-Oigan nos estemos así. Si estos son nuestros dos últimos días aquí, disfrutémoslo al máximo- dijo Emily entusiasmada

-Bien ¿Qué haremos?- pregunté, ya que a Emily siempre se le ocurrían las mejores ideas para divertirnos

Comenzamos a jugar verdad o reto, luego contamos historias, salimos calladas a la cocina, sacamos algunas galleas y chocolate, comimos, después nos acostamos a dormir. Joice y yo nos hicimos las dormidas para ver a los demás dormir, pues era muy divertido si Nakarid se encontraba allí, ella hablaba dormida, se movía extraño y nunca faltaba que se sentase de golpe con los ojos abiertos y se quedase estática para luego volver a caer en la cama de la misma manera en que se levantó y cerrara sus ojos, definitivamente Nakarid era la que hacía que la noche fuese divertida mientras todos dormían

Al día siguiente, nos levantamos tarde, por lo que nos tuvimos que arreglar de una vez, guardar lo que faltaba en la maleta, despedirnos, algo que nos costó e irnos.

Mi madre compró pasaje para que fuéramos directo a Valera y cuando llegamos, nos quedamos en casa de mi abuela. Mi madre tomó a Emily y la regresó para Mene Grande, mientras mi hermano y yo descansábamos otro rato. Después de algunas horas, mi madre llegó y antes de que pudiéramos salir de casa nos dijo

-Mis niños quiero que recuerden que su padre está ciego, así que si él no saluda al momento no se preocupen. Llegaremos y primero lo saludamos para luego acercarse uno a uno y abrazarlo. Esta vez no podremos hacer como siempre de llegar y lanzarnos sobre él ¿me entendieron?- dijo ella con una clara tristeza al pronunciar cada palabra

Historia de una GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora