Capitulo XIV Un Gran Milagro, la Prueba y el Proceso Comienzan

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Después de unas horas llegaron mis padres y todo al parecer estaba peor de lo que se veía, ya que le dijeron que tenía que ir a Caracas para verse con un especialista, por lo que duraríamos una semana más allí en Valera, para luego viajar de regreso a Caracas. Mis tío se encargaron de que esa semana la pasáramos bien, mi padre recuperó la visión al día siguiente y ellos decían que había sido la gran fe que todos teníamos. Luego de eso, mis tíos nos sacaron a pasear, llevándonos al gran monumento de la Virgen de la Paz, luego nos llevó a una piscina que estaba cerca del lugar. Lo primero que pensé es que sería aburrido, ya que nadie divertido estaría conmigo, pero para mí la idea de la piscina era genial, así que fui la primera en entrar, pero al hacerlo vi a un murciélago durmiendo en la orilla de la piscina, por lo que me apresuré en salir, pegando gritos y no volví a entrar hasta que todos no lo hubiesen hecho. Todos nos empezamos a divertir, inclusive mi padre se adentró en la piscina. Shinto y Mary nos llevaron a lanzarnos por un enorme tobogán de agua en forma de caracol que llegaba hasta la piscina. Al principio lo dude, no sabía si quería ir con ellos, pero luego al ver el tobogán no me resistí y fui con ellos. Las primeras veces me lancé con Shinto, era bastante divertido y al caer al agua sabía cómo tratarme para sacarme del lugar, pero después me tocó con Mary, con quien me lancé solo dos veces, debido a que las dos casi me ahogo al caer en el agua, por lo que decidí que con ella no me volvería a lanzar, ya que era muy fresa como para sacarme del agua al caer, pero ese día hice las paces con ellos, me olvidé del rencor que les tenías, tal vez Mary era fresa, pero no era mala y Shinto solo intentaba encajar con nosotros, así que obedecí el versículo, debía amarlos sin importar el precio

Regresamos a Caracas y nos dejaron en casa de mi abuelo, yo veía como mi madre se iba y volvía a regresar. Hubo solo una vez donde nos llevaron con ellos. Mis padres entraron al consultorio y me dejaron con mi hermano. Cuando salieron, rápidamente pregunté

-¿Qué pasó? ¿Qué dijo el médico?-

-Que a tu padre se le había quemado la mitad del cerebro, pero que ahora no tiene nada, solo algunas manchas pero eso es todo. Nos preguntó ¿con quién habíamos ido antes de él? y le respondimos que con Dios todopoderoso y Jesucristo- dijo mi madre con una gran sonrisa en su rostro

-¿Y que respondió?-

-Que teníamos al más grande de los médicos y ya no era necesario buscar otro, si teníamos al mejor con nosotros-

Al escuchar esas palabras, me alegré demasiado, mis oraciones habían sido contestadas, llegué y abracé fuertemente a mi padre al igual que mi hermano y él nos cargó a ambos

Volvimos al estado Zulia y veía como mi padre estaba cambiando, era como si estuviese deprimido por algo pero no decía que era lo que estaba afectándolo. Él no me veía y después que mi tío Luis se fue de casa, mi padre me empezó a tratar mal, yo pensé que había sucedido algo con él, pero no sabía que. Cuando mi madre estaba él me trataba bien, pero me seguía evitando. Cada vez que mi madre se iba, él me ordenaba hacer las cosas y yo obedecía, el único problema es que era muy lenta y por ser así recibía insultos de mi padre casi todo el tiempo, pero como yo era de carácter fuerte y odiaba que me tratara así, le respondía de muy mala gana, pero eso hacía que se formara una fuerte discusión entre ambos. Más de una vez discutí fuertemente con él, no me gustaba perder y la idea de que él tuviera mayor poder en casa que yo, no me entraba en la cabeza y las cosas empeoraba si jugaba con César y él salía llorando por perder.

Yo volví a mi hábito, empecé a mentir, ya para mí se me hacía normal, si me equivocaba, no hacía nada, hacía algo bien para no llevarme el crédito de nada, mentía.

Le hice una propuesta a mí madre que tomó en cuenta y es que vendiéramos helados en casa, así lo hacíamos, la regla principal era que el que comiera alguno tenía que pagarlo. Discutía con mi padre, porque él comía varios helados y no quería pagarlos, yo le pedía dinero para cualquier cosa, me interrogaba por todo y no me lo daba.

Historia de una GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora