Capitulo XV Un Gran Susto y El Inicio de las Experiencias de Terror

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Esa semana nos atendió una suplente hasta que llegó la nueva maestra Liseth Aguilar. Todos nos pusimos de acuerdo para comportarnos lo más mal posible con ella, pero sin pasar los límites, solo para que nos regresaran a la maestra Juana, pero no funcionó ni un poco. Esta maestra a pesar de ser inexperta, se ganó nuestra confianza muy rápido, no era como la maestra Juana, pero tampoco era mala.

Días después, volvía ver a mi madre de la misma manera que antes, así que tomé el control de la situación, ya no soportaba verla así por dos semanas, y menos que se acostara en su cama con todo apagado, la almohada en su cabeza y en posición de feto. Me acerqué a ella, le coloqué la mano y empecé a orar con fe y fuerzas por el dolor de cabeza, hasta que desapareciera y milagrosamente Dios escuchó mi oración y el corazón de mi madre, pero no pude evitar que su dolor en el vientre continuara, al igual que su palidez y piel amarilla. Después de esas dos semanas ya se encontraba bien.

En cuanto a mí, en la escuela, desde que llegó la nueva maestra, se sentía extraño y diferente pero el ambiente era agradable. Elí faltó todo ese tiempo, él no había regresado desde la despedida de la maestra Juana, nadie sabía de él o lo que le había sucedido, pero aun así todos continuamos con lo nuestro.

Llegó el día de las madres, en la escuela estábamos preparando una obra para la actividad que harían y en la iglesia, mi madre preparaba todos los obsequios, decoraciones y más, para presentarlos ese día. Dos días antes, en la escuela celebraron el Día de las Madres y nosotros presentamos nuestra obra, la cual salió muy bien, todos nos felicitaron y yo como de costumbre le conté a mi padre y él me felicitó. Al día siguiente mi madre se empecinó en terminar lo que estaba haciendo para la iglesia, ese día no comió, ni bebió nada, solo trabajó. Una hermana en Cristo de la iglesia llegó en la tarde y la ayudó a terminar, cuando lo hizo, ella tomó una taza de avena se la tomó a gran velocidad se fue arreglar y nos fuimos a la iglesia con todos los preparativos para el día siguiente, pero habiendo terminado el servicio, todos se fueron a saludar y ella fue hacer lo mismo pero cuando se levantó de su asiento, todo le empezó a dar vuelta, sudar frío y la respiración se le cortaba. La pastora al verla corrió adentro de la casa, buscó un vaso de agua con la mitad de azúcar y se lo entregó. Mi padre aún se encontraba con nosotros, él corrió hasta ella y estaba completamente preocupado y asustado. De pronto mi madre le entrega el vaso a alguien y si pasar mucho tiempo se desmayó. Yo estaba muy asustada, no quería que mi madre se desmayase menos que se muriera así, tomé a mi hermano y nos alejamos, ya que si mi padre estaba con ella todo estaría bien, pero alguien tenía que cuidar a mi hermano de cinco años

-¿Qué le pasa a mami? Maukari ¿A dónde llevan a mami?- me preguntó mi hermano completamente asustado, observando como mi padre tomaba en sus brazos a mi madre y la introducía en el auto del pastor

-Escúchame, ella va a estar bien, solo se durmió y por eso papi se la lleva cargada como un bebé- le dije tomándolo por los hombros, mirándolo a los ojos y tratando de calmarlo

-Ah ¿Y van para la casa?- me preguntó

-No, van a ir al médico para que la despierten- le dije con mucha calma por fuera pero desesperada por dentro

-¡Maukari y César!- nos llamó Franshezka la hija mayor de la pastora, que se encontraba con su madre y hermana en ese momento

-Vamos para la casa, para que veamos televisión y juguemos- dijo Franyelis la menor

-Mi mamá ¿sabe de esto?- pregunté. No quería hacer algo indebido o desobedecer a mis padres al irme para la casa pastoral en vez de mi casa

-Sí, ellos ya saben. Cuando regresen van a pasar por aquí y los llevaran a su casa- dijo la pastora muy amable

Historia de una GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora