Capitulo VII Nuevo Empleo Bajo la Voluntad de Dios

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Al regresar a casa, estaba muy emocionada por haber llegado. Mi biblia era ilustrada y rodada, algo que me gustaba aún más, dormía con ella debajo de la almohada, la leía todas las noches, la llevaba a la iglesia, nunca había querido tanto un regalo de diciembre como ese.

Pocos meses después fui con mi madre y el señor del transporte a comprar las cerámicas para la casa y cuando regresamos, encontramos a mi papá con una gran sonrisas y casi que brincaba con un pie, se le veía bastante emocionado por algo, así que mi madre no dudó en acercársele, pero él no la dejó hablar

-¿Adivina qué?- preguntó el demasiado emocionado

-No lo sé ¿Qué sucede?- le preguntó ella

-Tienes que llamar a este número. Karina a todo lo que te digan diles que sí - continuó él dando un rápido abrazo y beso en los labios de mi madre, dejándome perdida en el espacio igual que a ella, yo no sabía que significaba tanta emoción

Regresamos a casa, mi madre nos ordenó ducharnos y arreglarnos a mi hermano que se había quedado con mi papá y a mí. Ambos lo hicimos y después de estar listos, ella nos sacó para una actividad de música llanera cristiana que había en la cancha de usos múltiples y antes de llegar, pasó por el centro de comunicaciones y llamó al número que mi padre le dio

-¿Profesora Yajaira?- dijo mi madre al teléfono

La profesora Yajaira y mi mamá se habían conocido dos días antes en una de mis clases de computación, pues la amiga de la profesora era mi maestra de informática y mi madre es muy dada para hablar con todo el mundo, por lo que estuvo conversando con la profesora, que en ese momento espera a que su amiga se desocupara conmigo para conversar con ella. Mi madre le contó absolutamente todo sobre su vida universitaria, donde había trabajado y se lo dijo sin saber que con la persona que hablaba era la subdirectora de una escuela primaria y secundaria.

-Sí, claro, desde luego que quiero el empleo... okey yo busco los papeles y hago lo que tenga que hacer... Muchas gracias por la oportunidad... Bueno, adiós... Nos veremos el viernes- dijo mi madre mientras conversaba por el teléfono.

Cuando terminó de hablar soltó un "Si" de alegría, ella se reía y luego volvía a decir que "Si" y nos empezó a contar junto a una hermana en Cristo que venía con nosotros

-Me ofrecieron trabajar en un liceo público por el Ministerio de Educación, con las materias de mi especialidad y es en la tarde- dijo ella muy emocionada mientras nos dirigíamos a la actividad

-¿Esperen un momento? Es en la tarde y yo dije que sí. Ustedes estudian en la mañana ¿quién los va a cuidar? ¿Quién los recibirá cuando lleguen de la escuela? Además ¿tengo que llevar todo antes del viernes? ¿Cómo podré hacer todo eso? Ay bueno que Dios se encargue - dijo primero preocupada y luego sin darle importancia a lo que había dicho anteriormente, dejando a mi hermano y a mi bastante confundidos con su actitud.

Al día siguiente mi madre me levantó muy temprano y no precisamente para ir a la escuela. Ella me sacó la ropa normal, yo por mi parte no entendía nada, pero si era para ayudar a mis padres, entonces haría lo que fuera necesario.

Salimos de casa y a mi hermano lo dejaron con mi padre, de nuevo, él se lo llevó al trabajo, mientras mi mamá y yo visitábamos el banco. Cuando llegamos, el sistema estaba caído, había muchas personas por delante y la gente estaba alterada. Mi madre empezó a orar para que todo se solucionara rápido y así fue, la gran fila de personas se empezó a mover y cuando llegó nuestro turno se había acabado el material y el sistema se volvió a caer, una señora obstinada por la situación nos atendió tan mal que nos echó, pero antes de que nos fuéramos, el sistema volvió y otro de atención al cliente nos atendió. Mi madre se alegró e hizo la cuenta del banco. Después de allí nos tocaba viajar a Ojeda para un examen que debían realizarle a mi madre en la garganta. Cuando llegamos, esperamos un buen tiempo, alguien nos dijo que no la atenderían, pero aun así la perseverancia y fe de mi madre nos hizo quedarnos, el doctor llegó a la una y ninguna de las dos habíamos comido y ella no podía comer, para que el examen saliera bien. En la tarde llegó el médico la atendió y de una vez le entregó el resultado y así fue el primer día de tres

Historia de una GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora