Todos con los que hablé me preguntaron si era gay o drogadicto o adorador del demonio. Nadie tenía nada agradable que decir, y nadie entendía nada sobre mí. Ya no era Brian Warner, era algún tipo de limo repulsivo e inexplicable que había escapado de una coladera y ensuciado sus perfectas vidas. Chad parecía demasiado joven y demasiado inteligente para caer en esta trampa, y lo único en lo que podía pensar era en que yo no quería crecer y tener que tolerar esta vida que todos piensan que deben vivir. Por otra parte, mi vida no era mejor. Tenía que haber algo más.
Después de la recepción, manejamos de vuelta a la casa de mi abuela. Mientras todos se sentaban en la sala bebiendo vino, comiendo galletas y luchando por decir algo interesante, yo me escabullí y bajé las escaleras hacia el sótano de mi abuelo. Se veía casi exactamente igual, pero los trenes y la bolsa para enemas habían desaparecido y alguien había vaciado el gabinete de medicinas. Miré detrás del espejo del techo, y la pornografía había sido removida. Abrí una de las latas de pintura, y las películas de 16 milímetros aún estaban ahí. Levanté la de encima y la sostuve contra un polvoriento rayo de luz amarillenta que entraba por la ventana, revelando a un hombre negro haciendo el amor a una rubia gorda. Tomé otro carrete de película, y metí los dos en la cintura de mis pantalones. Ya no me sentía pequeño ni asustado en el sótano. De hecho, me sentí en casa por primera vez desde que había regresado a Canton. Tenía mucho más en común con mi abuelo ahora que con el niño inocente que solía explorar su sótano, lo cual fue una revelación molesta a la luz del hecho de que hace unos momentos había estado sentado en la iglesia prometiéndome a mí mismo que nunca maduraría. Incuso usaba lencería de mujer, como hacía mi abuelo, y había participado en actos sexuales mucho más perversos que los de sus revistas Watersports y Anal Only. Mi abuelo había sido la figura más fea, oscura y depravada en mi vida, más animal que humano, y yo me había convertido en él, encerrado en el sótano con mis secretos mientras el resto de la familia disfrutaba en la insignificante y ordinaria superficie. Aquí abajo, vi mi negro y antiguo núcleo expuesto, como una cangrejo sacado de su concha –sucio, vulnerable, y obsceno. Por primera vez en mi vida, estaba verdaderamente solo.Las primeras semanas de regreso en Nueva Orleans sirvieron para probar que la situación era aún peor de lo que había imaginado. El tomar un descanso había terminado con el último apoyo que pensaba que aún tenía detrás de mí, y el regresar para encontrarme exactamente en la misma situación autodestructiva e insignificante que había dejado sólo agravó todo. Tuve rachas con drogas que duraban por días, las cuales resultaron en pérdidas de conocimiento, peleas y la destrucción de casi todo lo que tenía y solía amar. Mi vida se hacía pedazos, la banda se hacía pedazos y el álbum se hacía pedazos. Era un cliché del rock n' roll y ni siquiera había tenido éxito todavía. Sentado en el estudio con Twiggy preparándonos para grabar The Minute of Decay, sentí como el peso de la inutilidad de este proyecto me aplastaba. Había pensado que en mi ausencia, todo se arreglaría de alguna forma. Pero el hecho era que nos habíamos convencido de hacer un gran álbum, pero habíamos grabado uno terrible. Me estaba preparando para cantar a través de un amplificador para guitarra, usar una caja de ritmos, y dejar que Twiggy tocara el bajo a través de un amplificador barato. La cosa más cara en la habitación era la medio diezmada pila de cocaína frente a nosotros. Como una mosca en un anzuelo, sin importar cuando aleteara, me retorciera y luchara, no había forma de escapar. Estaba atado a una cuerda que no tenía forma de cortar. Había trabajado tan duro los últimos años sólo para estar atrapado aquí, dudando de mi propia capacidad artística y de mi propia existencia. Al menos sabía –siempre había sabido- que había una salida. Pero no quería pensar en eso. La verdad es que era demasiado egoísta para matarme y dejar que ellos –no sólo todos los del estudio, sino mi familia, mis maestros, mis enemigos, el mundo- supieran que habían ganado. Comencé a cantar.
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Larga y Dura Huida del Infierno
Teen FictionDe los escenarios a la cárcel, de los estudios de grabación a las salas de urgencias de los hospitales, del pozo de la desesperación a los primeros puestos de las listas musicales. Larga y Dura Huida del Infierno es la crónica del descenso de Manson...