Maldodor fue virtuoso durante sus primeros años, virtuoso y feliz. Después se dio cuenta de que había nacido con maldad. ¡Extraña fatalidad! Escondió su carácter lo mejor que pudo por muchos años; pero al final, como tal concentración era inusual para él, todos los días la sangre se le subía a la cabeza hasta que la tensión alcanzó un punto en que ya no pudo soportar vivir esa vida y se rindió a una carrera de maldad... ¡Que dulce atmósfera! Quien se habría dado cuenta de que cuando abrazaba a un niño pequeño de mejillas rosadas deseaba cortar esas mejillas con una navaja, y de que lo había hecho muchas veces de no haber sido contenido por el pensamiento de la justicia con su larga procesión fúnebre de castigos.
-Conde de Lautréamont, MaldodorPor varias semanas después del viaje, estuve deprimido y aterrorizado, fui acechado y exitosamente atrapado por Nancy. La dejé tomar decisiones creativas para la banda y, aún peor, teníamos sexo todo el tiempo a espaldas de Teresa. El sexo era bueno, pero yo no lo quería. De alguna forma, en cualquier dirección que volteara, ella estaba ahí. Y cada vez que estaba ahí, quería desnudarse. Estaba completamente poseído. Ella me hacía hacer cosas que sabía que no debía hacer, como tomar ácido de nuevo. Esta vez fue antes de un show. Recibí una llamada de Bob Slade, un DJ punk-rock de Miami que tenía un corte de hongo al estilo de los Monkees. No teníamos manager en ese entonces, por lo tanto yo hacía un desorden con nuestros negocios.
"Mira," dijo con su nasal voz radiofónica. "Los necesitamos para que abran para Nine Inch Nails en el Club Nu." El Club Nu era un bar de Miami el cual todos odiábamos. Aunque sólo teníamos siete canciones, Brad aún estaba aprendiendo a tocar el bajo y Stephen aún no se había comprado su teclado, acepté. Era una oportunidad demasiado buena para dejarla pasar tan sólo porque apestábamos. Antes del show, Nancy me dio una tableta de ácido. Como si el cuatro de Julio sólo hubiera sido un mal sueño que no tuvo nada que ver con drogas, la puse debajo de mi lengua sin pensarlo dos veces –hasta después. En el escenario, usé un vestido corto color naranja y arrastré a Nancy con su correa usual. Por alguna razón, no perdí la cordura con el ácido: Nancy sí lo hizo. Lloró y gritó durante todo el show, rogándome que la golpeara más y más fuerte, hasta que le salieron ampollas en su anémica y pálida espalda. Yo estaba asustado por lo que me vi hacer, pero también emocionado, principalmente porque la multitud parecía disfrutar mucho nuestro drama sicodélico sadomasoquista. Después del show, el cual no creo que Trent Reznor haya visto, me lo encontré detrás del escenario.
"¿Me recuerdas?" Pregunté, tratando de fingir que no estaba drogado, aunque mis ojos ultradilatados probablemente me delataron. "Yo te entrevisté para 25th Parallel." Él educadamente fingió recordarme, y yo le di una cinta y me fui rápidamente antes de poder decir algo demasiado estúpido. Fuera de mí a cause de las drogas y aún bajo el hechizo de Nancy, me tambaleé hasta el área de descanso –lo más probable es que fuera el vestidor de Nine Inch Nails- donde la encontré esperándome. Tuvimos sexo, y vi al diablo en sus ojos de nuevo. Pero no tenía miedo. Ya nos conocíamos bastante bien para ese entonces. Cuando terminamos bajamos nuestros vestidos y fuimos hacia el pasillo, donde nos encontramos al novio de Nancy, Carl, y a mi novia Teresa. Era un extraño momento de reconocimiento que pareció congelado en el tiempo. Los miramos y nos parecieron culpables. Ellos nos miraron y les parecimos culpables. Nadie dijo nada. Todos sabíamos, o creíamos que sabíamos. De todos modos algo sobre Teresa había estado molestándome. Desde el comienzo de nuestra relación, hubo un elemento de misterio, como si tuviera un esqueleto encerrado en el oscuro armario de su mente. Vivía en una pequeña casa con su madre, quien dormía en un sofá en la sala, y su hermano, era una contradicción andante. Era un camionero borracho y racista a quien le gustaba el hip-hop. Teóricamente, esto significaba que debía darse una paliza el mismo. Nunca fue muy divertido dormir en casa de Teresa, porque su hermano solía ponerse violento y hacer hoyos en la puerta a puñetazos, y su perro tenía pulgas así que me pasaba la mitad de la noche rascándome. Aunque habría sido mejor para ambos si tan sólo hubiéramos terminado, yo era demasiado inseguro y estaba demasiado asustado de pararme por mí mismo sin usarla como muleta. No se trataba de sexo, se trataba de apoyo –ella pagaba por todo, me daba consejos, me trataba como un niño y toleraba mi abuso mental. Ella era dulce, simple y maternal, que era lo que yo estaba buscando después de mi experiencia con Rachelle, quien era fría, hermosa y manipuladora. Pero cuando visité a Teresa en su casa el día de las madres, sus ojos, los cuales usualmente estaban rodeados de oscuridad, se veían más negros y más nublados de lo usual. Le pregunté que andaba mal, y, después de intentar de evitar la pregunta, admitió que había quedado embarazada en preparatoria, que había tenido al niño y después lo había dado en adopción. Después de que me dijo esto, comencé a verla de forma diferente, notando las marcas que tenía en sus caderas y la forma maternal en que trataba a todo mundo. Sentía que estaba cogiendo a mi propia madre cuando me acostaba con ella. Aunque yo la estaba engañando con Nancy, no pude evitar ser hipócrita y sentir rencor por la forma en que, como cada mujer que había salido hasta ese momento –desde la pretenciosa Asia hasta la infiel Rachelle- Teresa me había mentido y me había traicionado. Hasta el día de hoy tengo el complejo de que cada mujer que conozco tiene un hijo o va a tratar de tener un hijo conmigo. Usualmente tengo razón. También comencé a notar que Teresa y Nancy estaban conectadas por algún tipo de balance que mantenía su peso colectivo en equilibrio. Mientras Teresa engordaba, Nancy se volvía más delgada. Una de las razones por las que caí bajo la influencia del hechizo de Nancy fue que ella vio los agujeros que se formaban en mi armadura y se metió por ahí como el óxido corrosivo que era. Cuando desapareció el efecto del ácido esa mañana después del show de Nine Inch Nails, también terminó el efecto del hechizo de Nancy. Fue como si hubiera estado en un largo viaje desde el cuatro de Julio. Me fui a la cama molesto y confundido, tratando de averiguar que había estado mal conmigo los meses anteriores. Me llamó esa tarde –justo después de que había despertado con el coro de la peor canción que escribiría, "She's not my girlfriend/ I'm not who you think I am," en mi cabeza- y me dio su habitual discurso sobre echar a Carl y mudarme con ella. Pero esta vez no lo creí.
"No, de ninguna manera," exploté.
"Sabes que son pendejadas. En primer lugar, todo esto de la banda no va a funcionar. Te quiero fuera."
"Pero es mi banda también," ella insistió.
"No, es mi banda. Nunca fue tu banda. Ni siquiera estás en la banda. Eres un extra, un mueble, y aprecio lo que has hecho por nosotros en el escenario, pero es hora de que avancemos."
"¿Pero, que hay de nosotros? Digo, nosotros aún..."
"No, eso también terminó. Cualquier cosa que hayamos tenido, todo fue un error y quiero que termine ahora mismo. Teresa aún es mi novia. Lo siento si sueno como un patán, sólo trato de ser terminante con esto." Ahí fue cuando se volvió loca, peor que cuando estaba drogada la noche anterior. Gritó y lloró hasta quedarse ronca, amenazándome con todo lo que tenía. La conversación terminó conmigo tratando de convencerla de que no le dijera a Teresa o a Carl sobre nosotros. Ella accedió. Pero horas después, Teresa llamó. "Escucha esto," dijo, poniendo el teléfono junto a su máquina contestadora. Había un mensaje de Nancy, pero gritaba tan frenéticamente que era difícil entender todo lo que decía. Decía algo como: "Maldita perra.... que diablos.... te lo dije.... nunca.... voy matarte.... si te veo.... coja.... voy a regar.... tu horrible.... sangre sobre las paredes (clic)." En ese momento el infierno se desató. Nancy llamó a los clubs y canceló los shows de Marilyn Manson and the Spooky Kids; iba a nuestros conciertos, amenazaba a la gente del público, y hasta se subió al escenario y atacó a la chica que la remplazó, Missi. Llamó a cada persona que me conocía y les decía la clase de idiota que yo era, y comenzó a dejarme mensajes obscenos y paquetes. Una mañana encontré un collar que le había prestado yaciendo frente a mi puerta. Pero había sido cortado en pedacitos, cubierto con algo que parecía sangre y sellado ritualmente en un jarrón estilo masón con algún tipo de cabello. Era el tipo de maldición que el hermano de John Crowell habría hecho. Nunca nadie en mi vida me había hecho enojar tan violentamente. Arruinaba mi vida cuando nos acostábamos juntos, y ahora que ya no lo hacíamos, la estaba destruyendo aún más. Cada vez que llegaba a casa había una nueva amenaza de muerte esperándome. Yo ya tenía muchos sentimientos fuertes por Nancy: repugnancia, miedo, deseo, fastidio, exasperación y el conocimiento de que cualquier chica que guste de mí debe estar loca. Pero ahora todo eso había sido suprimido por profundo, oscuro y amargo odio, el cual palpitaba ardientemente por mis venas cada vez que mencionaban su nombre. Finalmente la llamé y se lo dije claramente:
"No sólo no te quiero más en la banda, si no te largas del pueblo voy a hacer que te maten." No estaba exagerando. Estaba furioso, no tenía nada que perder y estaba tan envuelto emocionalmente en la situación que perdí la perspectiva. No era sólo Nancy la que era como John Crowell, era yo, porque estaba perdiendo mi propia identidad en el odio por la gente que yo creía intentaba destruirla. Mi respeto por la vida humana se había marchitado hacía tiempo. Había notado esto algunas semanas antes cuando iba saliendo del Reunion Room y presencié un choque de frente mientras cruzaba la calle. Un hombre de mediana edad salió tambaleándose de un auto, un Chevrolet Celebrity azul, con su mano sobre la frente gritando por ayuda. Dio tumbos por la calle, desorientado y en shock. Y después soltó su frente. El trozo de piel que cubría la parte superior de su cabeza cayó sobre su rostro, y se colapsó en un charco creciente de su propia sangre, temblando y convulsionándose mientras la muerte se acercaba y finalmente lo puso quieto. Cuando crucé al otro lado de la calle, donde el otro auto se había estrellado, había una mujer cuyo cráneo había sido partido en dos. Claramente sentía dolor, pero estaba calmada y lúcida, como si hubiera aceptado el hecho de que su mundo estaba a punto de terminar. Cuando pasé a su lado, volvió su cabeza hacia mí y me imploró que la abrazara.
"Por favor, alguien abráceme" suplicó temblando.
"¿Dónde estoy? No le digan a mi hermana.... Alguien por favor abráceme." Pude ver la desesperación y la humanidad en sus ojos cafés. Tan sólo quería un poco de contacto físico mientras moría. Pero yo seguí caminando. Yo no era parte de eso y no quería ser parte de eso. Me sentí desconectado, como si estuviera viendo una película. Sabía que estaba siendo un idiota, pero me pregunté, ¿se habría ella – o cualquier otro- detenido por mí? ¿O habrían estado demasiado preocupados por ellos mismos –preocupados por que sangrara sobre sus ropas, que los hiciera llegar tarde a una cita o que los infectara de SIDA, hepatitis o algo peor?
Con Nancy, aunque no creyera que fuera correcto tomar una vida humana, tampoco creía que fuera correcto negarme la oportunidad de causar la muerte de alguien, especialmente alguien cuya existencia significaba tan poco para el mundo y para ella misma. En ese entonces, el tomar la vida de alguien parecía como una experiencia educativa necesaria, como el perder tu virginidad o el tener un hijo. Empecé a pensar en diferentes formas en que podría llevar a cabo mi amenaza con el menor riesgo posible para mí. ¿Habría alguien tan desesperado que la matara por cincuenta dólares? ¿O podría hacerlo yo mismo, tal vez empujándola a un lago y fingir que había sido un accidente? ¿Tal vez podría meterme en su departamento y envenenar su comida? Esta era la primera vez que consideraba el asesinato seriamente. No estaba seguro de que hacer. Así que llamé a la única persona que conocía que sabía que era un experto: Stephen, nuestro tecladista, a quien para ese entonces habíamos comenzado a llamar Pogo, ya que ni Madonna ni Gacy parecían encajar con su personalidad, y Pogo era el nombre de payaso de John Wayne Gacy. Le pregunté a Pogo todo lo que había que saber sobre el asesinato y la disposición de los cadáveres. Yo no iba a aceptar ninguna otra alternativa. Ella tenía que morir. En mi mente, la convertí en un símbolo, una representación de todas las personas que habían tratado de poseerme o controlar mi vida, ya fuera a través del sexo o del cristianismo, y yo quería venganza –compensación- para el chico que habían torcido y destruido. Pogo y yo nos enfrascamos en esta tarea meticulosamente. Planeamos el asesinato perfecto, no sólo sin evidencia de que estábamos involucrados sino también sin evidencia de que hubiera existido un asesinato. La seguimos, vigilamos su casa y descubrimos su rutina antes de llegar a la solución: incendio. La noche de ese Martes, Pogo y yo nos vestimos completamente de negro (lo cual no era muy diferente de cómo usualmente nos vestíamos); llenamos una mochila con keroseno, cerillos y trapos; y bebimos algo de valor en Squeeze. Antes de salir del club, telefoneé a Nancy para asegurarme de que estuviera en casa. Tan pronto como contestó, colgué. Estábamos en camino. Ella vivía en un área del pueblo llamada New River, debajo de un puente que albergaba a la mayor parte de la población indigente de Fort Lauderdale. Cuando Pogo y yo nos acercamos a su casa, un negro indigente nos persiguió.
"¿Hey, que es esto? ¿Halloween?" gritó al acercársenos, su fétido aliento señaló su llegada. Llevaba un gran anillo dorado sobre sus nudillos que decía su nombre, Hollywood, y nos hablaba de las drogas que vendía. El hecho de que se parecía a Frog, el chico que me golpeó en la pista de patinaje, tan sólo sirvió para aumentar el odio que sentía en ese momento y se sumó a mi determinación de matar a esta chica. Pero Hollywood continuó siguiéndonos, todo el camino hasta la puerta de Nancy. Pogo y yo nos miramos el uno al otro. No habíamos anticipado la presencia de testigos en esta colonia desierta. La mirada que nos dimos el uno al otro era un signo de interrogación: ¿Lo matamos también? ¿O abandonamos el plan por esta noche? Decidimos dar la vuelta a la manzana y fingir que el edificio de Nancy no era nuestro destino. Pero él continuaba siguiéndonos y tratando de hacernos comprar crack. De haber sabido, habría aceptado su oferta. Cuando nos cercamos a la casa de Nancy por segunda vez, oímos sirenas. Dos carros de bomberos pasaron, seguidos de una patrulla y una ambulancia. Estábamos tan involucrados que huimos en dirección contraria, dejando a Hollywood, Nancy y New River vivos e intactos. Siempre me pregunto si Hollywood era algún tipo de mensajero, un portento de las cosas mejores que vendrían. Porque después de esa noche, me volví demasiado paranoico para matar a Nancy, demasiado asustado de ser atrapado y enviado a prisión. Me di cuenta de que le había hablado a demasiada gente acerca de mi odio por ella, y que aún el mejor plan que Pogo y yo pudiéramos trazar no era lo suficientemente bueno para protegernos de eventos fortuitos como el que pasara alguna patrulla. Así que me dispuse a dañar a Nancy en una forma que no pudiera ser involucrado directamente. En cada momento del día visualizaba su destrucción, su miseria, su desaparición de Fort Lauderdale y de mi vida. Caminé por las calles envuelto en una nube de odio. Para hacer una maldición, Satanás y el Necronomicón no eran necesarios; el poder estaba dentro de mí. y la tarde siguiente, después de decirle a Carl (el único amigo que le quedaba) que ella iba a terminar con él, Nancy desapareció. En lugar de desquitarse conmigo, Carl comenzó a imitarme. Tal vez esa era su forma de negar el que yo había dormido con su novia. Teresa me perdonó estúpidamente porque sabía lo loca que estaba Nancy. Habría sido un final feliz, pero comencé a sentirme incomodo porque Carl y Teresa pasaban mucho tiempo juntos.
Una tarde le mostré a Teresa la portada de un demo que yo había diseñado con un árbol retorcido que parecía sacado del The Wizard of Oz. Días después, un anuncio de un concierto que Carl dibujó para otra banda apareció pegado por toda la ciudad con exactamente el mismo árbol. Estaba furioso con Teresa por haberle dado mi idea a Carl (agravado por el hecho de que en general estaba aburrido de ella), y asqueado por la conducta aduladora de Carl. Me aseguré de que ambos estuvieran en nuestro próximo concierto y tocamos una canción sobre Carl, Thingmaker, un largo discurso sobre como yo estaba harto de que me robara. Pero el robo no terminó ahí, porque él y Teresa pronto comenzaron a salir juntos, una abominación que continúa hasta el día de hoy. Frustrado y traicionado en mi cumpleaños veintiuno, fui a hacerme mis primeros tatuajes –una cabeza de chivo en un brazo y, en el otro, el mismo árbol que él me había robado, fue mi forma de registrarlo. Aunque había oído rumores acerca de Nancy, no la volví a ver hasta cuatro años después en Squeeze. Al principio, pensé hacer la paz con ella. Estaba sola, y cada vez que pasaba junto a mí, lanzaba su cuerpo contra el mío sin decir una palabra. Mi celosa novia, quien probablemente estaba en la escuela elemental cuando pasó lo de Nancy, se enojó.
"Voy a patearle el trasero si hace eso de nuevo," dijo después de que Nancy me embistió por cuarta vez esa noche. Cuando Nancy pasó a nuestro lado de nuevo, mi novia le bloqueó el camino y le gritó en el rostro,
"¿Cuál es tu maldito problema, perra?" Nancy tomó una botella y se la rompió en la cabeza. Mi novia debió haber tenido experiencia en esas cosas, porque sin inmutarse me quitó mi anillo de garra y golpeó a Nancy cinco veces en el rostro con él, provocándole tanto daño que me sorprendería que no le hubiera quedado algún daño permanente. Como para entonces ya tenía algo de poder, los de seguridad sacaron a Nancy del club. El viejo odio surgió de nuevo, y quería hacerle algo peor y más permanente, pero no pude averiguar donde vivía.* * *
La sustituto de Nancy, Missi, no sólo llenó el vacío que Nancy había dejado en el escenario, sino también el vacío que Nancy quería llenar en mi vida. Conocí a Missi a la mitad del psicodrama de Nancy, afuera de un concierto de Amboog-A-Lard en Button South, un palacio del Heavy Metal donde probablemente aún es cool el que te guste Slaughter o Skid Row. Brad y yo estábamos repartiendo volantes para promover uno de nuestros shows. Era una buena forma de conocer chicas, porque si les gustabas, ya sabían donde encontrarte. Pero eso no fue lo que pasó con Missi. Intercambiamos números telefónicos en ese momento, y dos días después estábamos sentados en la playa bebiendo Colt 45. le hablé sobre mis planes para la banda. Ella escuchó pacientemente, al igual que lo haría en los años siguientes. Al principio me sentía demasiado inseguro para terminar con Teresa, y Missi y yo nos volvimos amigos. Yo no tenía auto, ni trabajo ni vida, así que ella me recogía en casa e íbamos a ver una película mientras Teresa aún estaba en el restaurante en el que trabajaba. Cuando nuestra amistad comenzó a convertirse en una relación ese invierno, la pregunté a Missi si quería estar en uno de nuestros shows. Desde nuestros primeros conciertos, habíamos bautizado la parte trasera del escenario como Pogo's Playhouse y ahí él tenía toda clase de aparatos caseros e instrumentos de tortura –el más notorio era una jaula para leones que él usaba como base para el teclado que había aprendido a tocar en menos tiempo del que le había tomado ahorrar para comprarlo. Para el debut de Missi, la pusimos en la jaula y la llenamos con pollos vivos. Se veía grandiosa: una pálida chica de dieciocho años en pantaletas blancas camuflajeadas por las plumas de media docena de pollos.
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Larga y Dura Huida del Infierno
Novela JuvenilDe los escenarios a la cárcel, de los estudios de grabación a las salas de urgencias de los hospitales, del pozo de la desesperación a los primeros puestos de las listas musicales. Larga y Dura Huida del Infierno es la crónica del descenso de Manson...