Despiadado ©

Capítulo 22: Olvido.

Hola, me estaban pidiendo actualización y aquí tienen, si comentan mucho, subiré otro el domingo ;)

Dasha

El cansancio me derribaba, pero no me quedaba en el suelo, volvía a levantarme y respondía a los ataques de Bastien, uno detrás de otro sin descanso, mucho menos delicadeza. Él, por supuesto, contaba con ventaja, su padre lo había entrenado desde que tenía ocho, eran cuatro años de diferencia, cuatro años que yo intentaba igualar en semanas.

Su mirada clara lucía divertida y confiada mientras atestaba un puñetazo contra mi cara, logré esquivarlo y terminó en un roce en mi pómulo, me sentí victoriosa durante unos segundos, sin embargo, descuidé mi costado y en consecuencia, un golpe certero me sacó el oxígeno.

—Descuidas tu defensa —señaló mi error, haciéndome enfadar por el tono burlesco que usó. Lancé un gruñido, tensé los músculos de mis brazos y me le fui encima, dejándome controlar por mis impulsos.

Bastien negó en desaprobación, esquivándome sin mucho esfuerzo y me propinó un codazo detrás de las costillas que me hizo gimotear de dolor, eso me había dolido.

—Dejas que el enojo te controle, Printsessa.

Tenía razón, pero no lo admitiría.

—Si no dominas tus emociones, vas a hacer que te maten —me agarró del cuello y sin esfuerzo, estampó mi espalda contra el suelo acolchonado—, y no puedo permitir que eso pase.

Su anatomía se cernía a través de la mía, tenía aprensadas mis muñecas con sus rodillas, me lastimaba, mas no lo diría en voz alta, como tampoco permití que el dolor fluyera a la superficie. La sujeción de sus dedos me cortaba levemente el oxígeno, pero su cercanía también tenía mucho que ver con el cambio acelerado de mi respiración.

Bastien era hermoso, como si hubiera sido diseñado por un artista, cada centímetro de su rostro era un poema. Y sus ojos, sus ojos tan claros que divisaba a la perfección mi reflejo en ellos. Lucían preciosos con la luz iluminándolos, daba espacio para que, a través de la claridad, se pudiera observar con mayor nitidez al monstruo mortífero que escondía su belleza.

Bastien emanaba peligro, y muy en el fondo de mi subconsciente, me sentía atraída por él.

—Vas mejorando —inclinó el rostro en dirección al mío, tensándome entera—, pronto me patearás el trasero.

—Lo haré ahora si sigues invadiendo mi espacio personal. —Sonrió de lado, y por amor a Cristo, su sonrisa podía alcanzar recovecos en mi pecho a los que nadie había llegado.

Deshizo el agarre y se retiró, pero en su mirada estaba implícita de un reto. Esto le divertía, sin embargo, se necesitaban dos para este juego, y yo no participaría. Me ofreció la mano para ayudarme a incorporarme, lo rechacé, levantándome por mi cuenta. Su sonrisa se extendió, mas se borró de inmediato cuando la figura de su hermano ingresó al gimnasio.

Le dedicó una mirada divertida a Bastien y cuando posó sus ojos levemente oscurecidos de maldad, en mí, sonrió, provocándome escalofríos en todo el cuerpo.

—Es mi turno con ella —dijo, y ambos pudimos captar el doble sentido en sus palabras—, padre quiere que siga enseñándole a disparar.

—¿Es necesario que lo hagas tú? —Inquirí con desdén, mirándolo retadoramente. No le permitía hacerle saber cuánto me intimidaba.

—¿Te asusto? —Se mofo, cruzándose de brazos— Aún no me conoces lo suficiente para tenerme miedo.

—No me asustas, solo no me agradas —solté desprovista. Él suspiró con aire dramático, como si mis palabras lo hubieran herido, le daba bien burlarse.