Erin
Mis hijos eran hermosos. La definición de perfección.
La primera vez que los vi, se me inundaron los ojos de lágrimas, eran unos pequeños rubios de ojos azules que me robaron el corazón desde que me miraron. A pesar de su situación y su prematuro nacimiento, ellos se veían fuertes, su tamaño no disminuía la fortaleza que me demostraban cada vez que los visitaba.
Tuvieron que tenerlos en el hospital hasta que sus pulmones se desarrollaban bien, y yo permanecí a su lado todo el tiempo, cada día, cada hora que se me permitía estar a su lado. Ahora, al fin se hallaban en casa. Teníamos muchas habitaciones aquí y una de ellas era de mis bebés. Mamá, Carlos, Dasha y yo, decoramos todo y debía mencionar que quedó hermoso. Pintamos las paredes con un azul suave y el suelo alfombrado en blanco, al igual que el color del techo, había mucha luz aquí.
Sus cunas estaban separadas por un mueble de madera donde una lámpara descansaba, la luz mortecina acariciaba sus rostros sonrojados y tranquilos. Por el día ellos dormían aquí, por las noches era incapaz de separarme de ellos.
—Están creciendo bien, son tan fuertes —susurré hacia Liam, venia todos los días a verlos y no había uno solo de ellos que faltara algún detalle.
Peluches, ropa, accesorios; aunque le repetí que no hacía falta, me ignoraba y se dirigía a ellos. Y yo no podía evitar sentirme agradecida, el que alguien quisiera a mis hijos, me llenaba el pecho de alegría. Mis bebés nunca estarían necesitados de amor, éramos afortunados.
—Herencia de sus padres —aseguró. Intenté sonreír ante su comentario y me ayudó a colocar a los gemelos en sus respectivas cunas—. Has demorado en ponerles un nombre. —Negué y miré a mis niños dormir plácidamente, ni siquiera daban batalla, eran pacíficos.
—Nikolai —señalé a mi bebé más pequeño—, y Lev —añadí mirando al mayor.
Carlos me contó sobre el verdadero nombre de Sasha, lo hizo mientras yo trataba de pensar en cómo los llamaría; decidí ponerle el nombre de su padre cuando aún no pertenecía a este mundo tan podrido, cuando la pureza de su corazón aún no había sido corrompida. Además, me gustaba como sonaba. Y Nikolai fue el nombre que Sasha eligió, o al menos lo hicimos los dos, no lo recordaba con seguridad, pero Dasha me lo hizo saber.
Lev y Nikolai Ancardi.
—Son hermosos —aceptó con una media sonrisa—, sigo pensando que deberías dejar el apellido de Sasha.
—No —espeté con rapidez—, ellos no llevarán su apellido, no quiero, Liam —suspiré agobiada—, sé que el no llevarlos no va a salvarlos del peligro al que están expuestos por ser hijos de él, pero al menos podrían pasar desapercibidos.
—Son idénticos a él. —Se me contrajo el corazón de dolor. Todos me habían dicho lo mismo.
—Déjame hacerme ilusiones —dije, dedicándole una sonrisa.
Él entendió y en silencio salimos de la habitación. En cuanto Dasha llegara a casa, me llevaría a mis bebés a dormir conmigo. Me encontraba de nervios por las ausencias nocturnas de mi hija. Cada vez que se iba el corazón se me rompía en pedazos y les pedía a todos los dioses del universo que la protegieran de cualquier peligro. Mi niña se exponía demasiado, y aunque sabía que había mucha gente cuidándola, no me fiaba y era incapaz de dormir sin ella bajo el mismo techo.
Bajamos a la sala, mamá y Carlos no estaban, habían salido a cenar y me alegraba que estuvieran fuera, disfrutando de su relación. Se amaban demasiado.
—¿Quieres otro café? —Ofrecí antes de que tomáramos asiento frente a la chimenea.
—No, cariño, estoy bien.
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Despiadado ©
Romance[TERCER LIBRO SAGA AZUL] La vida siempre fue cruel, probablemente debía estar acostumbrado a sufrir, pero ¿por qué después de tantos años de felicidad, el destino y la vida volvían a conspirar para acabar con lo que tanto esfuerzo logré construir? V...