Capítulo 11

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N/A: Ok, he vuelto (y creo que este cuenta por dos capítulos, jajajajaja).

Infinitas gracias por leer... y por sus comentarios que como ya saben me encantan.

Espero les guste...

Ningún personaje es mío...





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***KATE***

De nuevo la seguridad de la estupidez me sucumbía. Esta vez parada a mitad de la calle, veía otra vez, como se alejaba llevándose mi aliento recostado en el asiento junto a él. Otra vez, apretaba con fiereza los puños tatuándome medias lunas desfiguradas en las palmas. Ahí estaba, bajo el noble amparo de las estrellas que impedían que me sumiera en la total oscuridad del remordimiento. Maldiciéndome. Comprobando que la estupidez que sentía nunca se debió al ridículo disfraz sino a la ridiculez de mi propia voluntad. Suspire. El coche había desaparecido de la calle pero la imagen de su pasajero seguía hundiéndose pantanosa en mi alma.

- Esta vez sí que la haz liado-, bufo Lanie apareciendo detrás de mí.

-¡Lanie!, - exclame - ¿Qué haces aquí intentas matarme de un susto? -, dije con la mano sobre la boca del estómago, ella pareció extrañamente divertida, no sé si con la pregunta o con mi exagerada reacción.

- No tienes idea-, dijo con media sonrisa.

No llame. Ni él llamo. El director Montgomery lo hizo.

-Señorita Beckett-, entro en mi oficina sin llamar. -Me quiere explicar cómo diablos se le pudo olvidar el cumpleaños de nuestro principal cliente-, rugió. -Acabo de llamar, ese tal Peter atendió, dijo quien todos sus años al servicio del Señor Castle sus publicistas siempre le hacen los mejores regalos, ahora -, se calmó. -Su cliente esta indispuesto y la firma de libros la hará mañana, prepare un comunicado disculpándose por los inconvenientes... y por todos los cielos envíele una canasta, una botella de vino, flores, chocolates o cualquier detalle-, gritoneo.

No vendrá. Es tarde. No vendrá. No vendrá. Voltee a comprobar la hora en el reloj de la cocina. Vendrá. Es temprano. Debe de venir justo en este momento. Peter esta estacionando el coche, le abrirá la puerta y él lo despedirá para entrar en el edificio, subirá por el ascensor o quizá por las escaleras. El vendrá. Estará tocando el timbre dentro de unos segundos. Vendrá, dijo que vendría. Me pasee por el apartamento tratando de calmarme. No funciono. Me quede entonces detrás de la puerta ojeando por la mirilla cuando un ruido contaminaba la tranquilidad del edificio. No vendrá se anudaba mi estómago desatándose al momento de oír el par de timbrazos que me oxigenaban los pulmones.

- Ya voy-, tararee sonrojada, contando hasta diez, avergonzada de que supiera que lo estuve esperando tras la puerta.

- Hola...-, saludo desencadenando el cosquilleo en los labios. Ahí estaba. Sobrio. Diferente. Igual. Sin dejar que pensara en otra cosa aparte de la tibieza de su pecho. -... ¿vas a dejarme entrar?... -, pregunto torciendo los labios para frenar la sonrisa.

Asentí desprendiéndome del deseo de lapidarle para acallar la tortuosa felicidad que provocaba con su indiferencia. No está molesto. Sonríe. Ni una ligera mueca de disgusto le aflora el semblante. Y puedo respirar.

- ...Peter llegara en un momento, se negó a dejarme, espero que no te importe-, informo entrando mientras me hacía a un lado. - no hemos comido nada desde la mañana la firma de libros tardo más de lo que pesamos así que lo invite a cenar si no te importa -, murmuro clavando los ojos en las puntas de los pies. - Está molesto, dice que no confía en mí, nada de vino para mí esta noche-, sonrió balanceándose sobre los talones.

-no hay problema, me agrada Peter, y no es como si nunca nos hubiera acompañado antes. - Por una extraña razón tuve la corazonada de que la molestia de Peter estaba dirigida a mí, así como la falta de confianza.

La PublicistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora