Capítulo 4

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N/E: La autora me ha pedido que os de las gracias a todos por leer y seguir esta historia y sobre todo por comentar

N/A: Infinitas gracias por leer... especialmente a laura 41319, guiguita y cucuri (ff) por sus comentarios...

Espero les guste...

Ningun personaje es mio...


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Reaparecí de nuevo en el loft, había tomado las cosas que me acompañaron al hospital. Alexis se engullía un gran plato de azucarado cereal mientras mi madre tenía una de sus largas charlas por teléfono, sacudí la cabeza la cabeza, sin duda mi madre no es ninguna gruñona celadora pro vegétales.

-¡papá!-, exclamo mi hija saltando de la silla... -¿Qué haces aquí?-, pregunto corriendo a la puerta... -¡despertó!-, asevero elevándose sobre las puntas de los pies para rodearme la cintura con los brazos.

-sí, despertó-, sonreí.

-vamos entonces-, anuncio tirándome de la mano.

-no ahora ya es muy tarde, iremos mañana-, dije mirando los fruncidos labios de Alexis.

Me di un baño caliente, dejando que la húmeda niebla revolviera la conmoción de esos castaños ojos, el aleteo de sus pestañas resultaba más nebuloso, mucho más asfixiante que cualquier gaseosa densidad. La bocanada de aquella mujer asemejaba a la fumarola de un volcán; se pegaba a la piel, impregnándote, empapándote, saturándote, hasta que no te dejaba pensar otra cosa más que en ella. Si conseguí dormir fue en ratos, los trompicones del pecho me hacían bailar de lado a lado, los inestables pensamientos que me rondaban eran aturullantes.

Pese a la fatal noche, los músculos en conjunto con los huesos de mi cuerpo, pero en especial los de la espalda, reconocieron el descanso. Durante el desayuno, prometí a Alexis que esperaría a que saliera de la escuela para ir a visitar a la "señorita N", me era conveniente tal vez con la presencia de mi hija la cascarrabias mujer se calmara un poco; tenía planes para el resto del día. Luego de llevar a mi hija al colegio me encamine asía el edificio de mi víctima, lo menos que podía hacer era tratar de recuperar su hogar. Una vez llegue al apartamento del casero, di un par de timbrazos. Salude a la mirilla cuando oí que las pisadas se detenían frente a la puerta.

-si-, interpelaron espiando por un resquicio que se dignaron a abrir.

-buenos días, usted debe ser el Señor. Smith-, sonreí.

-si-, repitió el receloso hombre sin desprotegerse un ápice, gruñí, no sería para nada fácil.

Sip, no fue para nada fácil, para las palabras o el dialogo era asunto muerto pero un buen fajo de billetes no había puertas que no consiguiera abrir, hasta la muralla de aquel casero cedió debilitada por la fortaleza de Franklin. Me despedí del repentinamente amable hombre informándole que un camión de mudanza llegaría más tarde.

Lo siguiente en la lista fue conseguirle un vuelo a la tal Lanie. Un par de llamadas, cobrando un par de favores y un asiento en primera clase estaba milagrosamente disponible. Lanie llegaría a más tardar en dos días.

Punto número tres, ir a la oficina de la joven y tener una pequeña charla con director de la agencia publicitaria. Lógicamente no planeaba llegar y decir: ¡atropelle a una de sus ex empleadas, ahora quiero que recupere su trabajo! Si bien eso es cierto, también es algo loco. Por ahora me servirían otros argumentos, circunstancias más profesionales.

La PublicistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora