N/A: Infinitas gracias por leer y especialmente por sus comentarios.
Con que mala con "M" de malévolamente mala eh, pero si soy un pan de dios (algo rancio claro, pero pan al fin); aunque el apodo he de reconocer me agrado un poco. Bueno, algo me dice que no se fían de mí y eso no me gusta; así que espero reivindicarme un poco con este capítulo.
Espero les guste...
Ningún personaje es mío...
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***KATE***Luego de que recupere la conciencia; entre en la habitación, un añejo olor a humedad se exhibía sardónico. Me senté en la orilla de la cama quitándome los molestos zapatos. Esta mañana no podía creer que el director Montgomery me hospedara en esta pocilga; "ahorrar gastos" me dijo. Que fue de toda esa basura de la mejor publicista. La irritación después de la llamada a mi jefe no se equiparaba con la sensación de sus cínicos labios. Que espera de mí; que rayos quiere que haga para que sepa que me gusta; maldita sea esta noche prácticamente me le estuve ofreciendo y él cretino ¿se indignó? Que había hecho ella; que hizo Lucy; como consiguió que engañara a su esposa. Camine al baño para lavarme la cara. Disfrute del plácido tacto del agua corriendo sobre mi rostro antes de abrirlos ojos para ojear el espejo. No sé ni porque estoy haciendo esto; es un imbécil, un infiel, un vil, despreciable, arrogante, necio, incomodo, un insoportable hombre; sin cuya presencia me siento defectuosa. Él hace que me fragmente y lo odio. Lo odio por hacerme sentir tan pérdida. Lo odio porque ya no puedo distinguir donde termina el desprecio y donde comienza el deseo de besarlo.
-Señorita Beckett...- tocaba Peter a la puerta.
Mire el reloj sobre la cómoda antes de saltar alarmada de la cama. Era tarde y yo tenía tano miedo de encontrarme con él. Estará enfadado, mucho más ahora que ni siquiera estoy lista para cumplir profesionalmente con mi trabajo. Abrí la maleta y saque lo primero que vi; corrí al baño pasándome presurosa el cepillo por el cabello antes de atarlo.
-...señorita Beckett, ¿esta lista? -insistía el latoso chofer.
-ya voy-, grite con el cepillo de dientes en la boca.
Resople un par de veces antes de decidirme a abrir la puerta. Peter camino a tres o cuatro pasos por delante de mí; cosa que agradecía ya que no había razón para excusar el color de mis enrojecidas mejillas. Mis piernas se sentían como dos hilachos a merced del viento cuando nos detuvimos frente al coche. Peter abrió la puerta y me sacudía la indiferencia del hombre que sentado en la otra orilla del asiento miraba estoico por la ventanilla. Pensativo. Apoyaba la barbilla sobre el puño como una estatua digna de Rodin.
-Buenos días-, se dignó a decirme.
-Buenos días-, me aventure.
Me hería sin hacer nada. Hermético. No sonreía. No me miraba. No gritaba. Cuanto hubiera preferido sus reproches; que amenazara; que estallara. La carencia de reacción resultaba aterradora. Las ansias por tocarle para hacerle entender mi tortura se acrecentaban con cada vuelta de las ruedas del coche y él seguía sin inmutarse. Descansaba relajado la mano sobre el asiento e impulsada por quien sabe qué angustiosa fuerza deslicé lentamente la mano por el asiento hasta alcanzarlo. Podría jurar que el mundo se detuvo en el momento en el que entrelace el dedo meñique con el suyo. Se estremeció y temí que se alejara de mí. Largos segundos mortecinos en los que podía sentir como los esporádicos latidos persistían en mantener una delgada línea de vida; hasta que él me devolvió el gesto, cerrando el meñique contra el mío. Lo mire aliviada soltando el oxidado aire de los pulmones y él estúpido sonreía encantado.
-Te veré adentro-, me sonrió cuando Peter le abrió la puerta frente a la televisora local.
-si-, carraspee.

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La Publicista
FanfictionEs un AU completamente, Kate Beckett es una publicista a la que acaban de despedir cuando se topa con un desconocido.