Capítulo 5

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N/A: Infinitas gracias por leer... Y especialmente a a tod@s aquell@s que perdiendo unos segundos en comentar

espero les guste...

Ningun personaje es mio...


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Pero que endemoniados cielos le ocurría a ese tipejo, que clase de agraviante locura padecía. Me dejo sola, distendida sobre el sillón del director Montgomery, perdida buscaba sus ojos entre sueños como un náufrago busca la seguridad de la tierra. Estaba harta de sus trastadas, ¿que planeaba?, cuando mi jefe me puso al tanto de la exigencia de mi irreemplazable presencia por supuesto que me opuse.

-señorita Beckett, por favor, ya se lo he dicho los términos del contrato son inapelables-, el director exacerbado rogaba mi comprensión. - lo que no me queda claro es porque se niega a trabajar con un hombre que ni siquiera conoce... no lo conoce, ¿verdad? -

-por supuesto que no-, dije sospechosamente rápido.

Que iba a decir, cual es mi excusa, "es el traumatizado hombre al que mi intento de suicidio le causo una impresión tan fuerte que ahora ha jurado ser mi Ángel vengador". El director me miro como si acabara de descifrar el misterio de la negativa.

- ¡AH!... Señorita Beckett-, sonrió. -se la responsabilidad que conlleva la asignatura de nuestro cliente más importante, no se preocupe, confío en usted.

-sí, pues entonces porque me despidió en primer lugar-, reclame.

-créame que no fue por su falta de capacidad-, suspiro. -Somos un pequeño negocio...-, dijo abriendo los brazos mostrándome la imagen que evidenciaba sus palabras. - ...Al que las cosas no le han ido del todo bien, de hecho si no fuera por el milagroso interés del Señor Castle me temo que tendríamos que cerrar...

Las pocas oportunidades que había tenido para tratar al señor Montgomery habían sido dentro de la oficina, un tipo sonriente, amable. Lo conocí el mismo día de mi entrevista, estaba nerviosa, aturdida por los posibles panoramas de mi contratación. Llegaba tarde y le grite que detuviera el ascensor, con la apremiante entrada solté el maletín de cuero de mi madre, el elevador de pronto era un batiburrillo de mis anhelos. "rayos", masculle y el Director se inclinaba para pasarme la hoja con mi fotografía que se posó a sus pies. "suerte", me dijo cuando llegue al piso de la entrevista.

-...Señorita Beckett, la verdad es que dependemos enteramente de su decisión, pida lo que quiera, un aumento, una oficina propia, una secretaria, ser socia, cualquier cosa menos la remoción del contrato porque mucho me temo que no habrá empresa a la que exigir nada, si no acepta. - reconoció tan abatido que mis razones se esfumaban.

Entonces lo odie mucho más, ese detestable, manipulador, arrogante, idiota engreído era la única e ultima promesa del director. El hombre lo perdería todo, mis compañeros, mi anterior grotesco jefe, todos se quedarían sin empleo. Ese maldito, podía sentir su sonrisa en la nuca. Disfrutaría al convertirme en el verdugo de todo el edificio.

-lo hare-, dije.

- ¡Excelente!-, el director saltaba de la silla dando un aplauso.

Montgomery me dio la agenda del escritor, ordeno que me instalaran en el más cercano despacho disponible. Sonreí al girar la cerradura de mi nuevo espacio, al entrar percibí el olor añejo de los muebles de madera, roce el plano escritorio, acariciándole tibiamente con las yemas de los dedos. Levante el auricular y solté una risita al oír el tono de llamada. Me sentí invencible, capaz, insuperable. Si el señor Castle pensaba que me arruinaría la vida estaba muy equivocado, sería una profesional, levantaría la oficina con su ayuda y luego me daría el lujo de echarlo a la menor provocación.

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