Problemas en el paraíso

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Ajeno a todo el caos que reinaba en su hogar, Fran miro malhumorado al rubio frente a él, había accedido a quedarse con Belphegor sólo porque sabía que Hibari querría corromper a su inocente nii-san, además de que no podía negar que él también quería un poco de acción, sin embargo el hecho de que tendría dormir en la habitación de huéspedes no le hacía mucha gracia.

–Bel-senpai usted es molesto–El comentario del peliverde molesto un poco al rubio.

–¿Podrías dejar de decirlo? No pensé que el molesto de Rasiel estaría aquí–El mayor suspiro irritado justo en el momento en que el culpable de todo pasaba cerca de ellos.

–¿A quién llamas molesto? Aquí la única molestia eres tu–Los menores miraron a Siel con molestia y decidieron ignorarlo.

Mientras el francés seguía quejándose con su pobre y desafortunada pareja, cierto castaño miraba nervioso a los dos azabaches frente a él, el mayor de ambos no dejaba de fulminar al hijo de Fon con la mirada.

–¿Tienes una buena explicación de por qué no debería matarlo?–Hibari suspiro aburrido mientras se alejaba del menor, su noche con el omnívoro había sido totalmente arruinada.

–Re-Reborn, ¿No deberías estar en otra parte del mundo?–Tsuna miro aun más nervioso a su tutor, Hibari había decidido hacerle caso a su instinto de supervivencia e irse a sentar en el escritorio de Sawada.

–La misión termino ayer, con excelentes resultados gracias a mi fabuloso desempeño obviamente, pero no cambies el tema y responde mi pregunta–El hombre de fedora miro molesto al que para él siempre sería su hijo favorito, ya que Fran era el más anormal de los dos niños que tenía a su cuidado.

–Bu-Bueno, la verdad es que Hi-Hibari-san y yo estamos saliendo–Los dos azabaches miraron inexpresivos al menor, ese dato era lo suficientemente obvio como para que tuviera que decirle sobre eso a Reborn, después de un rato el mayor suspiro cansado al notar que su dame-hijo no podría decir más por ahora.

–Lo mejor sera que duermas, mañana me explicaras lo que tengas que explicar–Sawada miro con preocupación a su tutor y luego a su novio.

–¿Hibari-san puede dormir aquí?–El espartano en aquella habitación sintió la extraña necesidad de dispararle al chico, ¿Qué clase de pregunta era esa?

–No creo que sea una buena idea, Tsunayoshi–Kyōya sonrió ligeramente al notar la preocupación de su lindo omnívoro.

Luego de eso el hombre de patillas decidió que dejaría vivir a aquel que había osado tocar el puro cuerpo de su hijo por unas horas más, las suficientes como para desviar todas las sospechas que podría tener Tsuna en el momento en que se encontrará el cuerpo del hijo de Viper y Fon, es así como al final Kyōya termino durmiendo en la habitación de Fran, que por cierto sintió una extraña molestia justo en el momento que se tomo esa decisión.

La noche paso con relativa normalidad, aunque de vez en cuando el pequeño Sawada despertaba y se aseguraba de que su pacífico y para nada peligroso padre estuviera dormido y de que su querido Hibari-san siguiera respirando, en algún punto de la noche se dio cuenta de que esos dos eran inquietantemente parecidos, tanto en sus comportamientos agresivos como en sus malos hábitos de tratar de matarlo apenas cruzaba la puerta de la habitación en que se encontraban cada uno, ya después pensaría en lo que significaría ese pequeño dato en su vida.

A primera hora de la mañana alguien tuvo la osadía de despertar a los tres bellos durmientes, por protección al valiente que quería morir en manos de los hombres en aquella casa se decidió que el menos peligroso de los tres abriría la puerta mientras los otros dos intentaban no matar a nadie.

–Buenos días, Tsunayoshi, ¿Kyōya sigue dormido?–El castaño miro malhumorado al rubio frente a él.

–Esta despierto, ¿Necesita que lo llame, Alaude-san?–El menor dejo pasar a la pareja de su hermano mayor justo en el momento de que un hombre de patillas sin fedora pasaba en dirección a la cocina seguido de otro azabache.

–¿Qué hace Alaude aquí?–La pregunta del universitario detuvo la caminata de Reborn.

–Viper y Fon llegaron hace unas horas y querían verte, estaban preocupados de que no estuvieras en casa–Comentó el hombre de ojos azules, Reborn lo miro detenidamente, al parecer tendría más problemas de los que pensó al ver a Hibari Kyōya.

Luego de que los Hibari se fueran el azabache con tendencias espartanas miro al castaño, quien se sintió automáticamente intimidado.

–Muy bien, ahora que sólo estamos tu y yo, quiero que me cuentes con claridad y total sinceridad tu relación con un miembro de la familia Hibari y dónde esta Fran–Fue en el momento en que una inusual sonrisa apareció en el rostro del mayor que Tsuna se dio cuenta de que no saldría ileso de aquella situación.

Ignorantes del interrogatorio que se llevaba a cabo en el lugar que habitaban en esos momentos, Squalo miro molesto a Xanxus, quien por cierto no le prestaba atención, el azabache se dedicaba a comer y a beber en silencio, algo que resultaría espeluznante para Tsuna.

–¡Te dije que me mires!–El espadachín alejo el plato de comida de aquel hombre que hasta hace unos momentos lo ignoraba.

–¿Para qué miraría a una basura como tu? Lo mejor sería que te fueras con aquella otra basura que es amigo de la basura de Sawada–El menor suspiro irritado, ¿En serio aquel orgulloso hombre le estaba haciendo una escena de celos? Sería la única explicación a su limitado vocabulario.

–Sólo salude a Yamamoto Takeshi, además, ¿Por qué estas tan molesto? Eso fue anoche y momentos después el bastardo de Leviathan se atrevió a seguirnos e incluso lo saludaste–El italiano mayor miro inexpresivo al hombre de cabello largo.

–No lo salude, sólo le dispare y tu no tenías que saludar a esa basura que juega béisbol–El gruñido del azabache no intimido ni un poco al hombre de ojos grises.

Superbi decidió dejar a su pareja a solas, así que sin decirle nada más al azabache salió a tomar aire, una vez fuera del hotel sintió lástima por el pobre Tsuna y por sí mismo, por el menor porque sabía de la llegada de Reborn y sospechaba de la relación que tenía el chico con el familiar del hombre que le causaba dolores de cabeza al espartano, y sentía lástima de sí mismo porque sentía que su relación no daba a más.

–¿Por qué me tuve que enamorar de un bastardo como él?–El espadachín suspiro pesadamente antes de tomar una seria decisión y realizar una llamada.

Problemas con el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora