17

996 83 7
                                    

chapter seventeen

Círculos, vamos en círculos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Círculos, vamos en círculos.

Todo lo que hace es marearnos, aunque sabemos a dónde nos lleva porque hemos estado antes ahí.

Cada vez más cerca.

Dando vueltas alrededor de la muerte, como si estuviéramos provocándola y, está vez, ella se ha cansado de que nos burlemos de su poder, alejándonos de sus garras en repetidas ocasiones y dejándola solo con las ganas de tener un nuevo compañero en el inframundo.

— ¿Crees poder sostener un arma y jalar el gatillo?

Despegué mi rostro del de Derek. Dean le mostraba un arma.

— Sí— respondió Derek con simpleza pero con el dolor atascado en su voz. Sabía que quería parecer fuerte pero eso estaba de más y sobre todo cuando yo sentía su dolor pasando por mis venas.

— Bien, entonces toma esta— Dean le puso el arma en las manos—. Estarás bien, Derek. Ni mi hermana, ni yo, te dejaremos morir, ¿de acuerdo?

— Es una herida mortal y yo me siento bastante mortal— Derek pasó saliva con dificultad, en especial cuando quedó completamente sentado.

— Todo irá bien, saldremos de esta— Dean me miró—. Toma un arma y las suficientes municiones porque no quiero que te quedes aquí desprotegida— quise replicar pero Dean me dio la mirada más fuerte que nunca. Me recordó a nuestro papá—. No quiero que luches cuerpo a cuerpo con esas cosas y menos cuando está en peligro tu vida y la de ese bebé que viene en camino. ¡Obedece!

En ese preciso momento escuchamos el sonido de un rugido de felino.

Kate Argent venía hacia nosotros.

— Esa maldita perra no se irá viva de aquí— dijo Zayn cuando terminó de guardarse varios cartuchos en cualquier lugar posible. Hice lo mismo—. Y si no, me dejo de llamar Zayn Javaad Malik.

— Por favor, cuida tu vida— dijo Derek cuando íbamos a tomar nuestra posición, en diferentes puntos de ataque, tal y como habíamos aprendido cuando estábamos a las ordenes de Araya.

— Eso es lo que hago: la mataré y habré salvado la vida de todos.

No quise voltear de nuevo a ver a Derek porque estaba segura de que si lo hacía, me derrumbaría por completo, así que me dirigí a mi posición, con la escopeta lista y esperando la señal de Dean, que se mantenía pegado a una pared cercana y donde se acercaban un berserker con Kate.

Si de verdad sabía lo que significaba ser una Argent, junto con ser Hale, entonces debería alejarse de mí porque nada bueno obtendría luego de habernos hecho tanto daño. Nadie se metía conmigo, ni con las personas que amo.

— ¡AHORA!

No pude evitar rugir cuando salí al encuentro de nuestros enemigos. El sonido de las balas retumbaban en el silencioso y abandonado pueblo que rodeaba la Iglesia, y algunos sonidos de casquillos cayendo al suelo daban un toque extraño a lo que sucedía.

El berserker corría hacia nosotros, con las balas rebotando en su armadura y moviéndose en zigzag de manera que también protegía a Kate. Pero yo no la iba a dejar así, en paz, así que me refugié en un escombro de la Iglesia, logrando que el berserker siguiera su camino sin mirarme siquiera, por lo que de un momento a otro quedé frente a frente con la que decían era mi tía. Odiaba tener que compartir un lazo con ella.

— Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? Mi querida sobrina— nunca había visto a Kate de ese modo. Era lo que podía decirse un jaguar, pero con la diferencia de que su piel estaba teñida de morado. No me parecía muy agraciada con esa transformación, aunque de todos modos no se veía bien de ninguna manera.

— ¡No me llames así!— le gruñí, mostrando los afilados colmillos, sintiendo el lobo a punto de explotar y llevarse todo a su paso. Pero mi yo cazadora fue la que mantuvo la calma, tomó el rifle con determinación y comenzó a disparar directo al pecho de Kate.

Gruñó enojada, soltando un rugido de felino que me erizó la piel, antes de lanzarse sobre de mí. Sabiendo que no podría cambiar el cartucho de balas, la recibí con un golpe de la culata de mi rifle, haciendo que cayera al suelo.

Escuché la llegada de casi una docena de autos, y a ellos se agregó el sonido de, literalmente, una lluvia de balas. 

La caballería pesada había llegado.

Todo el clan de Los Calavera apuntaban y disparaban al berserker, junto con mi tío Chris y Parrish. Vi a Severo y Araya dirigir a sus cazadores. Y eso me hizo perder a mí a Kate, que ahora arremetía con unos jóvenes cazadores que no se inmutaban por tener que enfrentarse a una mujer jaguar.

— ¡Sandra!— gritó Zayn que, al verlo, estaba a un lado de Derek—. Derek no se ve nada bien.

Lancé el rifle lejos antes de salir corriendo hacia donde Derek se encontraba recostado. El sonido de su respiración llegaba levemente a mis oídos.

— ¿Derek?— le llamé cuando llegué a su lado, volteando su rostro hacia al mío, en cuanto me arrodillé para quedar a su altura. Sonrió levemente.

— Cuida a nuestro hijo— susurró casi sin aliento. Quise detenerlo porque sabía que lo que hacía era despedirse pero él me detuvo primero, poniendo su mano sobre de la mía—. Gracias por amarme como soy. Yo... — tosió un momento y por su boca salió sangre.

— Derek, no, por favor— acaricié un momento su mejilla pero esta vez no pasó dolor.

— Te amo.

Sonrió.

Fue el último gesto que me dedicó antes de cerrar sus ojos, lentamente, hasta que su rostro cayó de lado.

— ¡NO, NO, NO! ¡DEREK, NO!

Bum, bum, bum... Luego todo fue silencio dentro de su pecho.

— Sandra, debes ser fuerte— Dean me había rodeado con sus brazos, intentado separarme de Derek pero lo alejé de mí, golpeando su pecho. Regresé con Derek.

No podía perderlo.

¿Por qué el maldito destino se empeñaba en separarnos, en arruinar nuestro mundo?

— Yo también te amo Derek.

Besé su frente, sus ojos y nariz, hasta llegar a sus labios y probar el sabor de su sangre cuando los besé. Se mezcló con la sal de mis lágrimas, que no pude detener ni un momento más.

Las despedidas para siempre dolían porque ahora sentía que mi pecho había sido completamente abierto y ahora viviría sin una parte importante: mi corazón.

Las despedidas para siempre dolían porque ahora sentía que mi pecho había sido completamente abierto y ahora viviría sin una parte importante: mi corazón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Corriendo con lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora