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chapter thirty

Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

Las manadas de Beacon Hills habían tenido una semana bastante intensa y algo complicada. Y solo se debía a problemas internos en especial por la tensión de los alfas que ahora parecían no llevarse tan bien como antes.

Sandra Argent ese día se había levantado con la firme intención de no relacionarse con cosas que le recordaran la manada y sus responsabilidades como alfa por lo que se levantó temprano y tan rápido como pudo salió de su casa con dirección al condado de Beacon buscando algunos vestidos de novia que probarse o al menos poder encontrar una idea para elegir alguno después.

En realidad la boda no era algo que la emocionara del todo, no cuando había tenido discusiones con Kyle y un gran distanciamiento pero eso era mejor que tener que verle la cara a su padre, el alfa John Argent.

Encontró pronto la tienda en que se quedó de ver con Allison cuando la llamó mientras conducía y la vio entre los vaporosos vestidos de novia; eso la hizo quedarse un momento dentro del coche, tratando de respirar con normalidad y, sin estar pensándolo, estaba apretando con fuerza el volante de su Mini Cooper azul.

No estaba ni un poco nerviosa por la boda ni tampoco emocionada. Ese era el problema. Lo que Sandra sentía era incomodidad y un poco de ¿incertidumbre? Sí, porque desde hacía poco comenzó a cuestionarse si de verdad se veía junto a Kyle por el resto de su vida.

¿Por qué comenzaban las dudas?

De pronto alguien dio unos pequeños golpes en la ventana por lo que Sandra dio un respingo ya que aquello la sacó de su trance. Creyó que había sido Allison así que salió rápidamente del auto para darse cuenta de que frente a ella estaba un hombre que le sonreía como si la conociera.

— ¡Qué gusto me da verte!— le habló el desconocido con felicidad tanto en su voz como en su expresión pero Sandra se sentía desconcertada y abrumada por la situación—. Aunque no pareces muy emocionada de verme. ¿Sucede algo? ¿Te asusté?

— Yo, lo siento, pero ¿quién eres?

El desconocido hizo una mueca y Sandra no entendió el por qué de su desconcierto, de la misma reacción que tuvo ella cuando él le habló con tanta familiaridad.

— ¿En serio no sabes quién soy?— Sandra negó para responderle al hombre de cabello lacio y castaño, de piel blanca y lisa, aunque tenía unas líneas definidas en sus marcadas expresiones como sucedía en ese momento por el ceño fruncido—. ¿Te sucedió algo en estos últimos meses, Sandra? A parte de estar embarazada, claro.

— ¡Entonces sí sabes quién soy!— exclamó esta vez Sandra con sorpresa haciendo que el desconocido se preocupara aún más porque no fuera reconocido por la loba.

— ¡Por supuesto que sí! Te conozco desde hace tiempo, al igual que a tu novio.

— ¿De dónde conoces a Kyle?

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