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chapter thirty two

Escucho todo y a la vez nada

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Escucho todo y a la vez nada.

Percibo cada desesperante sonido que hay en el hospital, desde el pitido que produce el contador de latidos hasta los teléfonos de la recepción y los gritos de los niños que no quieren ser atendidos. Pero no escucho nada de lo que dice Kyle, que se mantiene a un lado de la camilla y me dice cosas que no capto porque es como si alguien hubiera apretado el botón 'mute'.

Intento concentrarme, dejar a un lado los sonidos que no me interesan y que provocan que las contracciones se intensifiquen cuando llegan de pronto como descarga eléctrica.

Había escuchado que el dolor del parto es el peor de todos pero creo que no se compara como el que una catana te atraviese así que no me quejo demasiado. Eso intento cuando una nueva oleada de contracciones me envuelve y hay una sensación de que me falta el aire que me hace apretar mis manos y sé que con ellas aplasto otras manos.

— Todo saldrá bien, lo prometo— respiro con alivio cuando por fin escucho la voz de Kyle. Luce tan preocupado que casi sonrío solo que la nueva contracción me hace olvidarme incluso de cómo me llamo—. Aprieta mi mano, puedo soportarlo.

— No me dejes sola— le suplico y sé que sueno como una niña asustada. No es que realmente tenga temor, es solo que necesito de alguien a mi lado cuando esta nueva etapa de mi vida dé inicio así que Kyle podría ser el indicado para comenzarla conmigo.

— Nunca lo haré.

Con aquella promesa ambos entramos al quirófano donde nacerá mi hijo. Escucho al doctor decir que ya está listo para salir y que no pueden esperar más. Una enfermera intenta sacar a Kyle de ahí pero lo impido dándole la mirada más enfurecida que puedo, incluso estoy a punto de dejar a la vista el color carmesí de mis ojos alfa para que deje de molestar, pero resisto.

Soy consciente de que han levantado mis piernas y ahora un doctor observa mi parte más íntima... ¿Por qué no existe un manual para las madres primerizas donde les den todos estos detalles para llegar prevenidas al parto?

Olvido aquello cuando aparece una nueva contracción, cargada de un dolor más intenso.

— ¡Puje!— escucho la voz del doctor.

Volteo hacia Kyle y noto lo asustado que está pero haciendo el esfuerzo de no dejarlo notar para darme valor. Y funciona. Tomo su mano y hago lo que el doctor me pide, respirando con rapidez.

— ¡Eso es! ¡Ya está saliendo!

— Lo haces muy bien, amor, pero no pares— murmura Kyle acercando su rostro al mío y pega su frente a un costado, sobre mi sien—. Tú puedes alfa Argent.

Sus dedos se entrelazan con los míos y logro tener mayor estabilidad en el momento en que vuelvo a pujar y juro que sentí como el bebé se deslizaba fuera de mis entrañas hasta que de un momento a otro oí su llanto, su agudo y precioso llanto.

Corriendo con lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora