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chapter seven

chapter seven

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Derek's POV

Stiles está luchando con toda su fuerza por detener al chico lobo que está convulsionándose sobre la mesa de la veterinaria y que escupe un liquido espeso como si fuera rabia sólo que este tenía un color verde que asustaba demasiado.

Del otro lado yo intento hacer lo mismo pero ya no tengo la misma fuerza que antes y es como si dos simples humanos intentaran detener a un lobo adolescente. Eso sólo hacía que disminuyera mi autoestima porque había dado un salto de ser uno de los hombres lobo más fuerte a un simple chico común y corriente.

— ¿Qué diablos le está pasando?— gritó Stiles demasiado alterado y cubierto en sudor por el esfuerzo que estaba aplicando sobre el chico lobo.

— Lo envenenaron con un extraño wolvesbayne por lo que necesito hacer una pequeña incisión así que necesito que lo sostengas con la mayor fuerza que tengas— responde Deaton.

— Oye Derek ¿y si aplicas toda tu fuerza de hombre lobo?— Stiles lo dice tan sarcástico que un ramalazo de ira me recorre la espina dorsal.

— No soy el único aquí con fuerza de hombre lobo— le respondo entre dientes.

— ¡O llama a Sandra!— grita Stiles cuando el chico lobo intenta zafarse y con ello golpea a Stiles un poco en el estomago.

— ¡Eso hice, no debe tardar!— le grito de vuelta porque no me gusta que me hable de ese modo.

— Si no lo sostienen bien la incisión podría matarlo— replica Deaton con demasiada paciencia antes de acercar el bisturí al chico lobo pero no logra su cometido porque el chico aplica tanta fuerza que logra zafarse del agarre y los tres salimos disparados lejos de él, que intenta salir de la veterinaria pero escucho un golpe hueco seguido por uno sordo en el momento en que el chico fue golpeado por Peter en el rostro para caer noqueado en el suelo.

— Creo que aún tengo un poco de fuerza de hombre lobo— dijo Peter con tranquilidad, quitando el resplandor azul de sus ojos de beta. Detrás de él apareció Sandra con la respiración agitada, viendo de un lado a otro la escena hasta que me vio y se acercó a mí.

— Más que un poco tal vez— replico viendo cómo se forma una sonrisa socarrona en el rostro de Peter y eso sólo me hace tener más y más dudas sobre él.

Siento el tacto de Sandra sobre de mi brazo y me doy cuenta de que tres rasguños me han atravesado la carne. Por las manos de Sandra comienza a viajar unas líneas negruzcas que absorben el ardor y el dolor que estas me producen pero no sanan ni un poco como se supone que debería de suceder siendo unas simples heridas. La otra mano de Sandra me acaricia el rostro y me obligo a mirarla para verle los ojos con una notable preocupación pero no sé si se deba a mi problema de sanación o a que he estado tan absorto que me siento de pronto perdido cuando escucho el sonido de un gas siendo soltado como cuando abres una botella de refresco.

Corriendo con lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora