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chapter thirteen

chapter thirteen

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Derek's POV

Scott llegó a casa hace un par de minutos. Es temprano, casi las once de la mañana, así que supongo que viene del entrenamiento matutino de lacrosse. Luce preocupado, incluso algo incómodo, además de que trae consigo una maleta roja que desde hace un rato dejó sobre de la mesa, y que no deja de observar.

— ¿Nos vas a dejar esperando más tiempo?— pregunto. Sandra le sonríe a modo de que puede confiar en nosotros, decir lo que quiera. Sabemos que el resto de los chicos, Zayn, Harry y Niall, están en la cocina pero no creo que Scott tenga algo tan malo que decir como para que absolutamente nadie pueda escuchar.

— Dentro de esa maleta están buena parte de los bonos de tu familia— me enderezo un poco en mi asiento y lo miro inquisitoriamente—. Uno de los huérfanos era jugador de lacrosse y esto lo encontré en su casillero, hace mucho, pero no pude venir a traerlo antes— Scott suelta un suspiro—, de hecho, no creí que pudiera tenerlo tanto tiempo en mi poder y la verdad es que me siento muy avergonzado de traerlo hasta este momento.

— Eso no tiene importancia Scott— le digo y me mira algo dudoso—. En realidad no me molesta que hayas tardado años en regresarlo. Sé de tu situación y de lo poco que ganas en tu trabajo así que no es de tu culpa que, incluso siendo un alfa verdadero, hayas caído en la tentación de todo esto.

— ¿No estás molesto?

— ¿Por qué habría de estarlo?— vi a Sandra sonreír por aquello y no pude evitar devolverle el gesto—. Además, debo aclarar que esto no es mío, es de mi tío, y la verdad es que hubiera deseado que nunca recuperara este dinero.

— ¿Esto no es tuyo también? ¿No es de tu familia?

— Estás parado en lo que es mío.

Ante aquello, Scott miró al suelo con sorpresa.

— ¿Tu dinero está enterrado debajo del edificio?

Me reí.

— No. El edificio es mío, bueno yo lo compré antes de dárselo a Sandra— ella hizo una mueca de disgusto.

— Quiero que vayamos con el notario para que cambie esos papeles y que este edificio sea tuyo— Sandra hablaba en serio, lo vi en la decisión impresa en sus ojos marrones—. Quiero que tengas un patrimonio propio, al igual que yo lo tengo gracias a mis padres.

— Esto fue un regalo, y esos ya no se regresan— no pude evitar sonar dolido por aquello. Sandra se levantó del sillón solitario para sentarse en mis piernas, pasando uno de sus brazos por detrás de mi cuello, quedando nuestros rostros muy cerca.

— No es como lo estás pensando, pero es que si esto es lo único que tienes, gracias a tu dinero, entonces quiero que lo conserves.

— Si tú lo tienes, es como si yo también lo tuviera.

Corriendo con lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora