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chapter eighteen

chapter eighteen

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Dean's POV

Silencio.

El lugar había quedado sumido en un siniestro silencio, donde bien podríamos escuchar el aletear de alguna mosca que pasara cerca de nosotros.

Kate y el berserker se mantenían ocultos y los cazadores los buscaban de manera silenciosa por los alrededores.

Sandra se había mantenido pegada al pecho de Derek, abrazándolo con toda la intención de no separarse de él y yo no me atreví a volver hacerlo pues quería que le llorara y que no se quedara con ese dolor que luego le quemaría durante toda su vida.

Recargué mi pistola favorita y luego hice los mismo con un rifle Winchester, mi preferido para la cacería de perras como Kate. Ella iba a pagar lo que le había hecho a mi hermana y a Derek. Me venía valiendo un reverendo comino que fuera mi tía, por mí se podía ir al infierno, directo y sin escala, y si yo era el que la enviaba, mucho mejor.

De seguro la perra estaba escondida entre los jeeps y camionetas en los que llegaron Los Calavera así que me colocó en posición de pecho tierra, buscándola por debajo de los autos hasta que la vi cerca de uno de los más cercanos a la entrada de la Iglesia buscando, quizá, poder escabullirse dentro de esta.

Busco el modo de tirarle directo a la cabeza pero por la posición de protección del berserker, sé que no le podré dar más allá del hombro así que fijo bien la vista en la mira del rifle y el tiro le da entre el cuello y el hombro, haciendo que ruja y todos se den cuenta de su posición.

Las balas no tardaron en ser usadas, de nuevo, en contra de los enemigos. Kate se vio rodeada de cazadores por todos lados pero la mujer no parecía ser de las que se daban por vencidas. A fin de cuentas, era una Argent.

— Las municiones se me están acabando y parece que las balas no les hacen nada— dijo Zayn con impaciencia—. Creo que es hora de que los enfrente como lobo.

Su cabeza giro de un lado a otro, tronando su cuello y, de pronto, Zayn había sacado a relucir su lobo, rugiendo con tanta potencia que entendí que se debía a que lo había estado controlando mucho más tiempo de lo que la luna llena se lo permitía.

Escuché otro rugido cercano y los ojos carmesí de mi hermana me atraparon antes de verla correr en la misma dirección que Zayn. Alfa y beta se unirían en la batalla.

El berserker fue el primero en enfrentarse a ellos, por lo que le disparé directamente a él, esperando que con ello tuvieran alguna ventaja pero el maldito hijo de perra parecía estar hecho de algo más fuerte que el hierro. Quizás era inmortal.

— No te vayas tan lejos Araya porque tú eres la siguiente a la que voy a matar— Kate había lanzado su sentencia a la veterana. Araya no parecía ni un poco asustada.

— Entonces ven aquí, loba, para que veas cómo pelea un Calavera.

Quise detener aquello pero Sandra fue aún más rápida.

— No des un paso más, perra— Sandra le mostró los afilados dientes, poniéndose frente a Araya, dándole la espalda, como si fuera su escudo.

— Eres una loba y la defiendes. No sé por qué no me sorprende— gruñó Kate con sarcasmo—. Bien, si debo matarte primero para matar a esa anciana, entonces no será problema.

— Yo te mataré primero.

Nadie intervino en la pelea. Era como si todos se hubieran quedado clavados en sus lugares viendo como ambas sobrenaturales se hacían daño. Bien podría aprovechar el momento para tomar a Kate y matarla de una buena vez pero sé que Sandra quería tener ese placer.

Araya parecía tener ahora un respeto por mi hermana. Además, con esta le debía una.

— Nunca podrás conmigo, sobrina, como nunca pudo Jonathan, tu querido padre— Kate mantenía a Sandra inmóvil, con la espalda contra el suelo, y más aún luego de que mencionara a nuestro padre. Levantó las garras...

Un poderoso aullido se oyó en la lejanía, pero cada vez se oía más cercano. Y lo vi. Un hermoso lobo negro se acercaba a nosotros, dando largas zancadas y sin quitar la vista de Sandra y Kate.

Kate se quitó de encima de mi hermana, poniéndose en pie, como si eso fuera a permitir que el lobo no le hiciera daño.

Para mi sorpresa, el lobo se acercó a mi hermana, restregó su cabeza en la mejilla de Sandra y luego sus ojos se volvieron de un azul eléctrico. El rostro de mi hermana cambió, como si hubiera entendido algo que ninguno de los presentes entendimos antes de que la escucháramos llamarle al lobo como nunca creí.

— Derek.

— Derek

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Corriendo con lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora