Los siguientes días se desvuelven en una serie de rutinas que he comenzado a adoptar.
La alarma me despierta, o es alguna de las gerentes, o simplemente una noche más de insomnio. Me ducho, voy al desayuno, entreno junto a los demás, y al volver, el tiempo extra que me queda lo ocupo en la biblioteca con Jude, las chicas y Willy, volviendo a repasar o a crear técnicas de ataque o defensa, actualizando la información de los jugadores de nuestro equipo o de posible rivales, trazando planes sobre distintos planos de cancha.
Luego de eso, voy con las chicas para ayudarles en algo, ya que ellas siempre parecen estar haciendo algo, o simplemente voy a conversar con ellas. Es agradable tener nuevas amigas en quien poder confiar.
Y si por algún extraño milagro aún tengo tiempo libre, me escabullo al patio trasero de la casa para poder entrenar en silencio. Ningún entrenamiento de fuerza, solo entrenamientos de agilidad combinada con el aura. Y a veces, en las noches que simplemente no puedo soportar estar encerrada en la habitación con Axel, también me escabullo al patio, o simplemente al techo de la casa para continuar entrenando.
Y a veces, papá me envía alguna carta para poder ponerse al día.
Él sabe tan bien como yo que puede venir a visitarme en cualquier momento, o llamarme, pero papá disfruta de las palabras y cree que es importante no dejarnos llevar por la tecnología. Un comentario algo hipócrita para quien tiene un sótano repleto de tecnología de punta para entrenar, aunque no puedo negar que tomarme unos minutos al día para sentarme y escribirle una carta es agradable.
Hoy es el cuarto día después del baile, y hoy es el primer partido de Los caballeros de la reina.
Nos reunimos en la sala de estar para poder verlo. Algunos estaban sentados en los sofás, otros sobre el suelo. Y yo simplemente me paro cada cinco segundos sin poder evitarlo.
He visto partidos de los chicos sin mí, pero pueden ser contados con el dedo de solo una mano. Y siempre es igual, no puedo evitar estar nerviosa.
Mis ojos recorren la pantalla de la televisión, y cada estrategia, cada concejo que podría haber dado si hubiera estado con ellos pasa por mi mente, y las palabras mueren en mis labios. Seria inútil gritar al televisor, sabiendo que ellos jamás me oirían. Además, los chicos aquí me verían raro.
-¡Suficiente! ¡Quédate quieta!-me ordena Harley, colocando las manos en mis hombros y clavándome en el asiento de golpe.
En circunstancias normales, le habría discutido, pero Keith ha sido lanzado por uno de los chicos de la selección Canadiense, y mi atención se centra en él. Cierro los dedos alrededor del collar que llevo en el cuello. Keith rueda, y rueda. Debe levantarse, a menos que haya sufrido alguna herida o lesión. Si ha sufrido alguna lesión de gravedad, y yo no estoy ahí, jamás me lo perdonare.
Y entonces, cuando creo que mi corazón se ha detenido, Keith se da impulso con ambas manos y se levanta de un salto del suelo. El chico canadiense que lo lanzado recibe una tarjeta amarilla, y apretó los dientes. Eso merecía al menos una tarjeta roja.
Entonces, la cámara enfoca a Tony. Él le está gritando algo al árbitro, y por su expresión, no debe ser algo muy agradable. El árbitro sopla su silbato, y le hace una señal de advertencia a Tony.
Antes de que todo empeore, Scarlette aparece con su melena pelirroja rebotando en su espalda, y le gruñe algo a Tony para que cierre la boca. Tony a regañadientes le hace caso, pero sigue mirando de reojo al árbitro.
Aflojo los dedos alrededor del collar, y respiro con tranquilidad. El marcador va uno a cero en favor de Los caballeros de la reina, pero aún quedan sesenta minutos, y en ese tiempo pueden ocurrir muchas cosas.
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El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)
FanfictionLa vida de Tessa Whitelaw está en crisis, luego de perder a sus padres en un accidente de tráfico, y de despertar de un coma de cinco meses, Tessa decide volver a jugar futbol y continuar siendo la capitana de los caballeros de la reina, pero el Tor...