Capítulo 7: El poder oculto.

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Desperté de boca sobre la hierba. Mis sentidos comenzaron a regresar a mí, y luego de un par de segundos, logre concentrarme lo suficiente para ponerme de pie. Al principio me tambaleé un poco, pero no al punto de caerme. El cabello me cayó sobre el rostro, y lo corrí con gesto descuidado a un lado.

Gire sobre mi eje para buscar a alguien que me explicara que había ocurrido, pero estaba sola, y no solo eso, ya no estaba en el estadio. Masculle algo ininteligible en gales al darme cuenta de que estaba soñando. Busque alguna señal que me diera alguna pista de donde estaba. Una vez había soñado que estaba en medio de un submarino, así que no me extrañaría que esto fuera más normal que esa vez.

Estaba a la orilla de un lago tan extenso que abarcaba hasta el horizonte, donde el sol se reflejaba en sus transparentes aguas, otorgándole un resplandor anaranjado al lago. Un poco más lejos de la orilla, estaba el inicio de un bosque de árboles de diferentes tonalidades de verde y altura, que se mecían con suavidad ante el leve viento que envolvía todo. Dentro del lago, se encontraban grandes rocas esparcidas por dentro y fuera del lago, tan anchas y largas que bien podían descansar varias personas sobre ellas.

Y entonces, lo supe con total claridad. Esto era Gales.

Di otra mirada al paisaje que se extendía delante de mí, y descubrí algo que no me había percatado. A unos pocos metros más lejos de mí, se encontraba una chica apoyada contra una de las rocas medio hundidas del lago. Traía puesto un vestido viejo de color azul que ondeaba con el viento, y sus pies iban descalzos. Entre sus manos alcance a observar como sus delgados dedos tejían una corona de flores silvestres.

¿Quién era esa chica?

-¿Hola?-salude con inseguridad

-Has despertado.- señalo la chica sin levantar la vista de sus manos.

Fruncí el ceño, algo me resultaba muy familiar en ella aunque no podía descifrar que era. Su cabello era negro como las sombras de la noche, y sus ojos de un azul casi sobrenatural.

Y ahora tenía que hacer la pregunta más obvia de estas situaciones.

-¿Quién eres?

-He tenido muchos nombres ¿Con cuál me conoces tú?

La chica levanto la vista, y sonrió. Sus rasgos eran delicados y dulces, pero su sonrisa no lo fue.
La conocía. Estaba segura de ello.

Y entonces caí en la cuenta de algo. Era Jess, pero no lo era. No, ella era mucho más joven que Jess, tal vez de mi edad, sin embargo, había visto fotos de Jess antiguas y la chica era igual a ella. Era la versión más joven de Jess, pero ¿Podría...?

-Jess.-murmure sorprendida.

-¿Ella?-la chica rio.-No, solo ocupe uno de tus primeros recuerdos de ella, nada más.

Parpadee aturdida. Había visto ese vestido en cajas viejas en el sótano muchas veces cuando tenía que bajar a ordenarlo, pero jamás había visto a Jess llevándolo. Forcé un poco mi memoria, pero no podía recordar a Jess usando eso, pero...
Había una foto que Jess tenía en su colgada en su habitación, en el departamento. En la foto estaba Alec y Jess cuando tenía quince años. Alec usaba una remera verde raída y descolorida, y unos pantalones vaqueros doblados hasta la rodilla, e iba descalzo, con solo un balón entre sus pies. Traía una sonrisa en su rostro, a pesar de estar cubierto de tierra y rasmillones. Alec se afirmaba en uno de los hombros de Jess quien iba casi tan sucia y herida como Alec, y ella solo traía un vestido azul, completamente descalza. Ella sonreía, y abrazaba por los hombros a una Tessa de cuatro años. Jess y yo sonreíamos a la cámara.
En el fondo de la foto se alcanzaba a ver extensiones interminables de hierba verde y una cancha improvisada de futbol. Sabía que había sido uno de los veranos en Gales, y probablemente la foto la hubiera tomado nuestra abuela mientras nuestros padres jugaban un partido al otro lado del mundo.

El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora