Capítulo 36: Sin salida.

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- ¡No puedes hacer eso!

La mire enojada.

-Puedo. -declaré. -Y lo haré. Las flores fuera, ahora.

Las dos empleadas de la cabaña se apresuraron a reunir las canastas repletas de rosas inglesas de tonos rosas y suaves colores pasteles.

Scarlette dio un paso adelante e inmediatamente las mujeres se congelaron.

-Ustedes dos, largo. -ordeno, lanzándole una mirada venenosa.

Las empleadas se detuvieron y se miraron entre si nerviosas.

Solté un gruñido de advertencia. Por el rabillo del ojo vi como Dawson y Tony intercambiaban dinero entre sus manos, haciendo apuestas sobre el resultado final de la discusión.

- ¿Quieres las flores? Pues bien. -hice un gesto con la mano. -Llévatelas a tu habitación.

-No quiero las flores. -replico ella, rodando sus ojos con énfasis. -Pero no estoy de acuerdo con que las tires a la basura.

-Yo no las voy a tirar. Les voy a pedir a las chicas de la cabaña que las tiren a la basura. -le mostré una sonrisa fría. -Semántica, amiga.

La puerta de la cabaña se abrió y se oyeron pasos de al menos dos personas al acercarse. No miré, porque sabia de quienes se trataba. Axel y Mark, que se habían quedado rezagados de todo el grupo.

No quería saber lo que ambos pensarían de todas las canastas repletas que rosas inglesas que había por toda la sala de estar. Había decidido dejar contar en el canasto numero trece, pero sabia que todos y cada uno tenia mi nombre.

Apreté los dientes cuando vi a Scarlette pararse en medio de la sala de estar y abrir los brazos a sus costados para abarcar toda la estancia. Podría cortarme mi buena mano derecha a que ella había alargado la situación lo suficiente para que Axel viera todo esto.

-Son un regalo de Iwan para ti. -exclamo alto y claro, volviéndose a verme con sus ojos muy abiertos, como si le sorprendiera ver mi indiferencia. -No puedes herirlo y rechazar su regalo.

Edgard rio, pero cuando me volví a verlo, el carraspeo y fingió inocencia.

- ¿Quién es Iwan? -pregunto Keris, atreviéndose a hablar por primera vez en todo el viaje.

En el tren la había dejar viajar con Brandon, Daire y Hugh, lo tres hombres más amables de todo el equipo para darle una buena impresión. No la había visto hasta que tuvimos que abordar el barco para cruzar el pequeño estrecho de Solent que separaba a la isla Wight de Gran Bretaña.

Dawson se rio entre dientes mientras cruzaba los brazos sobre su pecho y se apoyaba contra la pared para darle un vistazo a la sala de estar.

-El príncipe heredero al trono inglés. -respondió con sorna. -Está detrás de Tessa desde hace más de dos años.

Lo mire furiosa.

Suficiente. No iba a seguir permitiendo que fuera la burla de todos aquí.

-Ustedes dos. -dije, volviéndome hacia las empleadas. -Van a llevar esto ahora mismo a el basurero más cercano y van a limpiar este desastre. ¿Me he hecho entender?

-Mira eso, Melanie. Te dije hace años que la pequeña Danny seria una rompecorazones al crecer.

Giré hacia esa voz.

Desde la puerta abierta de la cabaña, un hombre de cabello pelirrojo entro dando fuertes pasos que resonaron a través del piso de madera pulida. Alto y de hombros anchos, con un arma de fuego colgando desde el cinturón de su cadera. Traía una descuidada barba pelirroja con algunas canas entre medio, incluso su cabello ligeramente largo también lucia cabellos blancos por aquí y por allá. Viejo y fornido, debería rondar un poco más allá de cincuenta años, pero su espalda continuaba erguida y firme.

El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora